El mundo siempre está derrumbándose, pero nunca termina de caerse del todo: Valentina Vidal

La autora argentina de novelas y cuentos es además guitarrista de un grupo de rock

Juan Carlos Velarde | El Sol de Tampico

  · sábado 9 de enero de 2021

Valentina Vidal nació en Buenos Aires | Cortesía Valentina Vidal

PRIMERA PARTE

Valentina Vidal nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es escritora y música. Publicó su primer libro de cuentos titulado "Fondo Blanco" por Llanto de Mudo ediciones en el 2013 y su primera novela "Fuerza Magnética" fue publicada por Tusquets Editores Argentina en el 2019.

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En la actualidad se encuentra trabajando sobre una novela y un libro de cuentos. Coordina talleres de escritura, clínica de obra y es jefa de redacción de "Solo Tempestad", revista digital de reseñas literarias.

17 mujeres comparten su testimonio | Cortesía sites.google.com/view/loqueimplica-sermujeryladanza

¿Quién es Valentina Vidal?

Hija de padres artistas, hippies de los años sesenta, que formaron parte de una contracultura y que fue golpeada por las diferentes crisis políticas y económicas en el país. Con esto quiero decir que no teníamos un peso. Desde la adolescencia tuve que trabajar de lo que fuera. Desde repositora de un supermercado a niñera o chica de los mandados.

Con el tiempo fui aprendiendo tareas administrativas hasta que pude adquirir experiencia y tener mejores empleos para pagar el alquiler y comer a diario. A la par, el arte me daba el respiro de las jornadas desquiciantes. Me anoté en clases de teatro, de música, de baile.

La cuarentena obligó a reacondicionar su departamento para poder trabajar en remoto | Prese Maca

Leía mucho y escribía textos aleatorios sin una continuidad, es decir, no me lo tomaba en serio, era más bien algo catártico. Mi viejo tenía (y todavía tiene) una gran biblioteca y me regalaba libros como Rayuela de Cortázar o Romeo y Julieta, de Shakespeare y eso me generaba ganas de escribir, de contar.

Luego dejé el teatro, dejé el conservatorio, dejé el baile y armé una banda de rock donde toqué el bajo durante mucho tiempo, mientras la escritura me seguía sosteniendo sin que me diera cuenta, hasta que un día logré entender que sufría si tenía que dejar de escribir para ir a un ensayo y que no había otra cosa que me gustara tanto cómo la literatura.

Empecé a asistir a talleres literarios, a formarme, y tratar de entender cómo se cuenta una historia. Entonces descubrí que cuando hay una pasión verdadera, no existe otra cosa que prefieras hacer, no hay dudas al respecto. Soy escritora y me gusta contar historias, tanto como me gusta leerlas. Es todo parte de lo mismo.

¿Quiénes son tus autores preferidos?

Es tan difícil esa pregunta, siempre queda afuera alguien, pero por nombrar algunas y algunos: Virginia Woolf, Dickinson, Anne Carson, Mirta Rosenberg, María Gainza, Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara, María Negroni, Roberto Bolaño, Juan José Saer, Manuel Puig, Cortázar, Federico Falco, Mariano Quirós, Hernán Ronsino, Carver, Levé, Valeria Luiselli, y puedo seguir todo el día. Creo que la narrativa contemporánea está en un momento muy interesante.

Es apasionada de las letras y la música | Foto Magdalena Diehl

¿Cuál es tu sitio ideal para escribir?

Una de las pocas cosas positivas de la cuarentena obligatoria fue que tuve que reacondicionar el departamento donde vivo para poder trabajar en remoto. Siempre había tenido problemas para la elección de ese lugar ideal, entonces era medio nómade.

Podía ser en un bar, en mi casa con la notebook, acostada, sentada en el sofá, pero siempre incómoda y de a pequeños ratos, porque todo mi cuerpo se empezaba a quejar y me distraigo fácil, pero con el aislamiento armé un escritorio con la altura y el tamaño justo de cara al balcón, donde puedo ver mis plantas y los árboles de la calle.

Ahora ya no tengo excusas y me parece muy bien, así que este lugar –donde estoy escribiendo en este mismo instante- es el ideal para escribir, mi búnker personal.

¿Cómo nació Fuerza Magnética?

Desde muchos lugares. Primero iba a ser un libro de cuentos dentro de un mismo universo (la clínica), pero con el tiempo, la trama y los personajes pidieron ser novela, y tuve que reescribir todo. El núcleo, la semilla desde la que nació, era la amistad, los vínculos que se forman dentro de un lugar de trabajo.

Tienen entramados tan complejos que pueden despertar los sentimientos más extremos. Pueden volverse una amistad para toda la vida, un amor o algo insoportable por lo que se atraviesa una y otra vez durante todos los días. Son tantas las horas y a veces los años que se pasan junto a algunos compañeros de trabajo, que a veces nos conocen más que nuestra propia familia y como no nos elegimos, sino que el azar nos puso ahí, suceden cosas de lo más interesantes.

¿El hospital en que transcurre tu novela es una metáfora del derrumbe del mundo actual?

El mundo siempre se está derrumbando y por suerte nunca termina de caerse del todo. La clínica donde transcurre la novela, es una mirada sobre el sistema de salud privado, sobre cómo los pacientes son un número en la facturación y los empleados forman parte de ese circuito que está viciado por la desesperación y manipulación del empresariado de salud. Creo que con la pandemia se hizo un poco más evidente, pero sigue siendo un acceso para pocos.

¿Cómo es posible que para tratarse una enfermedad haya que gastar un dineral en una prepaga? ¿Cómo puede ser que existan convenios entre los centros de salud y las prepagas con diferentes niveles de atención según el plan que se pueda pagar? No es humano, es injusto, es un derrumbe sí, pero de la equidad y de la empatía por el otro.

Alina, el personaje de tu novela, ¿existió?

Alina existe en tanto y en cuanto está dentro de la novela y junto a Jimena. Mientras que Alina siente, piensa, mantiene reflexiones internas, Jimena recorre con su mirada el exterior, es la acción que transcurre en el edificio, es los ojos de Alina.

Un personaje cuando inicia su recorrido se arma de ciertas características que son reales, que hacen pie y lo vuelven un ser con sus gustos, su manera de hablar, su forma de peinarse. Después cobra vida y ya adquiere su propia personalidad, así que sí, existe porque está escrita y porque es un poco de muchas mujeres que conocí. Las dos juntas son una y son todas.

La descripción de la clínica es tan precisa que parece que trabajaste en una. ¿Es así?

Trabajé muchos años en una clínica de esas características donde entré a trabajar muy joven como recepcionista hasta que terminé de asistente de uno de los directores.

Una serie de malas decisiones de parte de él y de los dueños la fundieron y la clínica entró en convocatoria hasta que quebró. Muchos trabajadores quedamos en la calle luego de un proceso muy cruel de acoso laboral por parte de un nuevo directorio que había entrado para supuestamente salvar la empresa.

¿Cuál libro te habría gustado escribir?

Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. La combinación entre poesía y narrativa, las diferentes miradas, las aventuras por las que Arturo Belano y Ulises Lima pasan para llegar hasta Cesárea Tinajero y su único poema, son algo que me hubiera encantado poder escribir. Leer esa novela fue un antes y un después como lectora y como escritora. Es sin dudas mi libro favorito.

¿Quién es Silvia?

La ahora famosa escritora fue hija de padres artistas, hippies de los años sesenta, que formaron parte de una contracultura que fue golpeada por las diferentes crisis políticas y económicas en su país. Desde su adolescencia tuvo que trabajar, desde repositora de un supermercado, niñera o chica de los mandados.

Fuerza Magnética es parte de su obra | Cortesía Valentina Vidal