Si algo acompaña a la juventud es el idealismo. Los jóvenes de todas las épocas representan el cambio y la revolución, pues es precisamente en la comunidad estudiantil donde las mentes fértiles sin prejuicios son el semillero donde se gesta el cambio, por ello, son los estudiantes los protagonistas sociales de todos los tiempos.
El idealismo durante la juventud deriva indefectiblemente en valor, por un ideal todo, sin un ideal nada.
Basta recordar la gesta heroica de los cadetes del Colegio Militar en la defensa del Castillo de Chapultepec, y qué decir de los 20 estudiantes muertos en Guerrero el 30 de diciembre de 1960 en aras de acallar su clamor por lograr la autonomía de su Alma mater, y cómo olvidar el 2 de octubre de 1968 cuando estudiantes que pedían la libertad de presos políticos y la supresión de delitos de disolución social tuvieron por toda respuesta el ser acribillados en la Plaza de Las Tres Culturas en Tlatelolco.
Recordemos también el 10 de junio de 1971, donde 120 estudiantes fueron muertos el Jueves de Corpus a manos de un grupo de choque conocido como los Halcones que siguió tan sólo las órdenes del gobierno de acallar sus voces; más recientemente, el caso Ayot-zinapa en el 2014, donde estudiantes de la escuela rural normal de aquel lugar murieron a manos de la policía.
Todas estas desapariciones, todas estas represiones y todas contra estudiantes, obedecieron por perseguir un ideal que se gestó en la mente de estos infortunados jóvenes, cuyo delito fue tratar de poner un hasta aquí a lo que ellos consideraban como injusto, y aunque sus voces fueron acalladas a punta de pistola las balas no lograron desvanecer su ideal.
Hoy se conmemora el Día del Estudiante en México, celebración que también tiene su origen en un hecho trágico como los anteriores, por derivar de la muerte de estudiantes de la UNAM, los cuales persiguiendo la autonomía de esta casa de estudios fueron muertos por la policía durante un mitin en la Escuela de Medicina ubicada en el antiguo Palacio de la Inquisición, frente a la Plaza de Santo Domingo en la Ciudad de México. Movimiento iniciador de una secuencia de reformas universitarias.
Importante resulta entender la figura del estudiante como parte medular del Estado, entender que su voz es necesaria para el desarrollo de los pueblos. Sin los jóvenes estudiantes un país está muerto, pues son ellos la casta innovadora e idealista que puede propiciar el cambio.
Un país donde la comunidad estudiantil no tiene cabida es un país sin futuro, la mordaza en bocas jóvenes no solo acalla sus voces acalla también el progreso de todo un pueblo.