Desde que era muy pequeña Adriana Garza Coeto sintió una gran pasión por la danza y de la cual dice: "Estará presente hasta el último día de mi vida, porque el baile para mí es dejar fluir mis sentimientos, mis emociones, es una conexión que siempre existirá en mí".
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Recuerda: "Yo estaba muy pequeña y caminaba de puntas, entonces mi madre dijo: ¿Por qué camina de puntas esta niña? Me llevó al doctor y este comentó: Señora, lo que quiere esta niña es bailar, métala a la gimnasia o algo para que de verdad se pare de puntitas, seguro que el médico algo ha de haber visto en mí".
Y ahí comenzó todo, su mamá Raquel Coeto la llevó a clases de gimnasia rítmica y olímpica, sin embargo aunque confiesa que sí le gustaba, sentía que le faltaba algo: la música, así que le pidió a su mamá que la llevara al ballet.
"Me gustó mucho porque bailaba y era lo que yo quería, era muy buena para la gimnasia aprendí muchas cosas, muchas rutinas de ejercicios de elasticidad, pero lo que quería era bailar, sacar el sentimiento que traía dentro de mí", comentó.
SU INGRESO AL MUNDO DE LA DANZA
Ingresó al ballet de Elizabeth Rodríguez con su hermana Raquel, quien se dedicó al teatro y a la tv mientras que Adriana se dedicó de lleno al ballet clásico, y también aprendió diversos tipos de danzas como la española, la árabe, la rusa, las italianas, entre otras.
Dice: "Yo bailaba e interpretaba todos estos tipos de danzas con gran emoción, porque siento que yo nací con el ADN del baile".
Recuerda con gran cariño a la maestra Magdalena Pugliese, quien llegó de Aguascalientes a enseñarles danzas españolas. "Me gustaron tanto que me adentré totalmente en estos bailes con sus flamencos, las jotas, las sevillanas, los tanguillos, entre otros, sin dejar el ballet clásico". Adriana formó parte del ballet clásico de cámara y después fue invitada a participar en el ballet de cámara de la UAT, donde impartió clases a las alumnas del ballet infantil.
SUS EXPERIENCiAS EN EL EXTRANJERO
Casada desde muy joven, emigró a San Antonio, Texas con su marido donde vivió por espacio de tres años, sin abandonar el ballet, allá tomó clases para perfeccionar sus enseñanzas.
A su regreso a esta ciudad, nuevamente reinicia sus clases de danzas españolas con la maestra Gloria Bazán, con ella continuó con el flamenco, las jotas aragonesas, los soleares, los tanguillos y otras más.
Nuevamente tiene que dejar el país debido a que al padre de sus hijos le dan una beca para estudiar un doctorado en Inglaterra. "Yo tenía hambre de dar mis clases, llevaba ya casi tres meses sin bailar y sentía esa inquietud, por donde vivía había un salón de baile muy bonito, fui a proponerles que les daba clases de baile de flamenco los fines de semana y me aceptaron", relata.
Después se le ocurrió rentar un salón donde impartieron no solo clases de flamenco, sino también de yoga, pilates, ballet clásico y un día le surgió la oportunidad de impartir clases en diversas universidades del Reino Unido. "Me hablaron de parte del gobierno para preguntarme si tenía visa para trabajar y me preguntaron que si quería impartir clases de baile y yo dije inmediatamente sí".
Empezó a dar clases una vez por semana en distintas ciudades, "me pagaban bien, tenía mucho trabajo y en ese entonces allá en Inglaterra estaba el boom de las danzas árabes, así que me metí a estudiar con una excelente maestra a quien recuerdo con mucho cariño, Beverly Smith, quien fue mi instructora durante casi cuatro años".
Pero no paró ahí, se inscribió en la Academia del Royal Ballet, para tomar clases de maestra de ballet clásico con la técnica inglesa del royal, la cual es un poquito diferente, y al descubrir sus experiencias la invitaron a dar clases a las niñas de ballet clásico y después de flamenco.
Conoció a un maestro de guitarra flamenca, con quien formó un excelente dueto, él en la música y ella bailando, "Ppimero nos presentamos una vez por semana, después dos y le siguieron tres, el salón se llenaba, vendían comida española y fue una experiencia muy bonita", recuerda.
"Mi vida en Inglaterra fue una experiencia muy agradable, de la cual tengo gratísimos recuerdos, por todo lo que viví, aprendí y disfruté con el baile", añade.
SU REGRESO A TAMPICO
A su regreso a esta ciudad comenzó a dar clases en el Centro Libanés, de danzas árabes, egipcias, ballet clásico, yoga, pilates, entre otras.
Así, ya con toda su experiencia en el baile abrió su academia donde además imparte clases de barra elástica reductiva y reafirmante, que es un taller que aprendió en la Universidad de Bradford en Inglaterra, así como yoga, pilates, danza clásica española, ballet clásico, etc.
Para Adriana Garza Coeto, excelente hija y madre, la danza es su vida, ya que con ella puede expresar sus sentimientos, emociones, frustraciones, todo lo que alberga su alma y proyectarlo con sus pasos de baile
SUS BAILES EN REINO UNIDO
Adriana tuvo la gran experiencia de bailar en varios e importantes recintos de Gales, Escocia, Inglaterra e Irlanda, donde ejecutó magistralmente danzas árabes y flamenco
Ellas son invitadas a presentar sus bailes en Gales, Escocia, Inglaterra e Irlanda, donde bailaban flamenco, danza árabe y una fusión de ambas.
Dice con gran firmeza "Hasta el último día de mi vida seguiré con la danza, ya que es mi complemento, parte de mi vida, es una extensión de mi misma , mi gran pasión".