/ lunes 8 de julio de 2024

Verba luminis... palabras de luz / El arte del Derecho…

In memoriam Dr. Raúl Carrancá y Rivas...

Como cada año, el 12 de julio celebramos el Día del Abogado, por lo que las siguientes líneas son parte de un mensaje que tuve el honor de exponer hace años a los alumnos egresados de una prestigiada Facultad de Derecho en la Ciudad de México el día de su graduación, con la esperanza de sembrar en los futuros abogados el amor por la Justicia y el Derecho, y lo que desde mi punto de vista debe ser un abogado, después de ejercer esta hermosa profesión por más de 40 años.

Los abogados debemos ser críticos de la legislación consecuentemente, se debe tener fe ardiente e intenso amor por el Derecho y sus valores humanos. El amor por nuestra profesión debe comenzar con la justicia y concluir con la ley.

La abogacía es una profesión selectiva. No todo el mundo, por lo tanto puede y debe ser abogado. La inteligencia, la capacidad para el razonamiento abstracto, el dominio de la dialéctica, el afán inagotable de buscar la verdad no son suficientes para ser abogado.

Además la abogacía debe verse como una profesión y no una ocupación. El hecho de que la abogacía sea una profesión entraña consecuencias importantes: la ocupación hace siempre referencia a algo material, en este sentido sería por ejemplo: los obreros, labrar la tierra, o copiar asientos contables, etc. No tienen estas palabras una consideración peyorativa, desestimatoria.

Todo trabajo es noble por el hecho de serlo. Pero la abogacía no es ocupacional, si no, profesional. Nuestra profesión implica vocación. La abogacía se debe vivir. En el Derecho no caben las incongruencias, es formarse en la ciencia para servir a la justicia. Como se ve, necesitamos los abogados de la construcción de dos fuerzas, las del pensamiento y las del espíritu.

La ciencia del Derecho no estriba solamente el conocer casos concretos, sino saber los principios jurídicos conforme los cuales se deben analizar y resolver. Tampoco el sólo conocimiento de la Ley escrita comprende y agota nuestra ciencia.

Saber lo que prescribe un texto legal con desconocimiento de sus antecedentes históricos y de los principios filosóficos, sociológicos, políticos, culturales, morales o económicos que hayan influido en su contenido normativo no integra la ciencia de Derecho. Lo que se comprende que el solo conocimiento de la Ley positiva sólo es un aspecto de la ciencia Jurídica.

La gente cree que el escueto conocimiento de la Ley y su aplicación resumen la cultura Jurídica, lo cual no lo es todo. La sabiduría del Derecho se adquiere con el permanente estudio y con la constante experiencia en el ejercicio de la abogacía.

En los mandamientos del abogado, Eduardo J. Coulture advierte “Estudia: El Derecho se transforma constantemente, si no sigue sus pasos serás cada día un poco menos abogado”, lo qué es indiscutible que el abogado debemos tener una preparación práctica y científica muy amplia para el ejercicio de la profesión y la nuestra es sin duda alguna, la que mayor cúmulo de conocimientos necesita, la que requiere una cultura más variada, la que más exige constante estudio, pues para ser un buen abogado no basta ser solamente un conocedor de la Ley.

En la personalidad del abogado deben concurrir cualidades psíquicas, éticas y cívicas y ante todo debemos tener vocación profesional que es el llamado interior que nos impulsa a ejercer el Derecho con amor. Descanse en paz..Dr.Raul Carrancá y Rivas.

cesar.fentanesbanda@gmail.com