Podríamos especular mucho sobre el porqué, las sociedades tienden a preferir las soluciones represivas a muchos de sus problemas, pero me parece un esfuerzo fútil, en tanto no albergo expectativa alguna de poder cambiar eso, no pretendo ofrecer por lo tanto un saber práctico, sino, como Casandra de Troya, tan solo advertir para dejar constancia, sobre las consecuencias futuras de los actos que están teniendo curso.
Me refiero en particular a la propuesta de reforma a la constitución para elegir mediante votación a jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial de la Federación, medida punitiva que buscar ajustar cuentas con una pequeñísima parte del total sistema de impartición justicia por todo lo que en conjunto le ha quedado a deber a la sociedad, lo que de suyo está alejado de cualquier noción de justicia, que no es otra cosa que la voluntad de dar a cada quien lo suyo, como decía el jurisconsulto romano Ulpiano.
Esta falla de origen evidencia la incompatibilidad entre lo que se pretende, lo que se está haciendo y las razones esgrimidas para hacerlo, desnudando con ello la incongruencia entre el discurso y los hechos.
Los promotores de la propuesta argumentan que la reforma al poder judicial de la Federación es el mandato de 35 millones de mexicanos expresado en las votaciones que se llevaron el pasado 2 de Junio, pero incluso yo iría más lejos, si la propuesta de reformar al Poder Judicial de la Federación fue con la finalidad de hacer efectiva la garantía de justicia pronta, gratuita y expedita, la inmensa mayoría de los mexicanos estamos de acuerdo, pero aquellos que piensan que para lograrlo se requiere que los jueces sean elegidos mediante elecciones pueden que hayan votado por algo totalmente contrario.
En este punto las cosas empiezan a tomar el tinte de tragedia griega, en las tragedias griegas sus víctimas nunca lo son como consecuencia de un acto de justicia, sino producto del error o la equivocación, son victimas inocentes, decidieron desde la ignorancia como Edipo.
Sócrates identificaba el saber con la virtud o el bien, para él nadie escoge el mal, sino como producto del error o la falta de saber.
Es una pena, que incluso él, haya sido una víctima inocente de la opinión pública, los griegos manipulados por quienes con su retórica no perseguían fines sociales, sino personales, condenaron a muerte a un hombre inocente, por eso debemos discernir bien entre lo que los políticos dicen y lo que realmente quiere la gente y los medios para lograrlo.
Sócrates sostenía que el hombre nunca elige el mal sino es por error.
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