/ martes 17 de septiembre de 2024

Pre-Textos del Caimán / El coraje de Gisèle Pelicot: una voz que desafía el silencio

El caso de Gisèle Pelicot ha dejado a Francia conmocionada y al mundo entero reflexionando sobre el abuso de poder y las formas más oscuras de violencia doméstica. Gisèle, una mujer de 71 años, rompió el silencio tras descubrir que su esposo, Dominique Pelicot, la había drogado repetidamente para que desconocidos la violaran mientras él grababa las agresiones. Lo que hace aún más desgarrador este caso es la forma en que Gisèle, tras años de abuso que ella desconocía, tuvo la valentía de salir a la luz pública con su historia. No solo para obtener justicia, sino también para ayudar a otras víctimas a encontrar la fuerza para hablar.

Gisèle no era consciente de los horrores que estaban ocurriendo en su propio hogar. Entre 2011 y 2020, su esposo la drogaba con un cóctel de medicamentos, lo que la hacía perder la memoria de esos momentos. Para ella, los episodios de confusión eran inexplicables, hasta que la policía encontró miles de videos y fotos que documentaban el abuso. Fue entonces cuando todo se derrumbó. "Pensé que éramos una pareja unida", declaró Gisèle en el juicio, mientras las pruebas gráficas la obligaban a enfrentarse a una brutal realidad.

Lo que hace aún más notable a Gisèle es su decisión de renunciar a su anonimato. En muchos casos de abuso sexual, las víctimas optan por no ser identificadas públicamente, algo absolutamente comprensible. Sin embargo, Gisèle eligió que su nombre se hiciera público con el objetivo de dar visibilidad a su lucha y prevenir que otras personas sufran lo mismo. En sus propias palabras, "un simple llamado anónimo podría haberme salvado la vida". Con esta declaración, Gisèle subraya una verdad devastadora: no solo el abusador fue responsable de su sufrimiento, sino también aquellos que presenciaron o participaron en los hechos sin denunciarlo.

El juicio contra Dominique Pelicot y más de 70 hombres involucrados está en marcha, y se espera que sirva no solo para castigar a los responsables, sino también como una advertencia sobre las terribles consecuencias del silencio ante el abuso. Gisèle, con su coraje y fortaleza, no solo busca justicia para sí misma, sino que está utilizando su voz para representar a quienes han sido silenciados durante demasiado tiempo.

Gisèle Pelicot subió al estrado el jueves 5 de septiembre en el Tribunal Penal de Vaucluse en Avignon para testificar en el juicio de su exmarido Dominique Pelicot. Este monstruo será juzgado junto con otros 50 hombres a quienes se les acusa de alentar a violar a su esposa, según informó el New York Times, el periódico británico The Times y Le Parisien. Si bien es cierto que 51 sospechosos enfrentan un juicio, las autoridades habrían alegado que Gisèle fue violada por 83 atacantes diferentes y agredida al menos 92 veces.

La evidencia de las presuntas violaciones fue descubierta en 2020 cuando la policía confiscó los teléfonos, cámaras y dispositivos electrónicos de Dominique después de que fuera acusado de haber filmado bajo las faldas de tres mujeres en supermercados.

Cuando la policía revisó los dispositivos, supuestamente encontró más de 20 mil videos y fotografías que documentaban las agresiones, las cuales se remontaban al año 2011.

El Times informó que Dominique admitió haber drogado a Gisele con pastillas para dormir, las que molía y las mezclaba con la comida y las bebidas. La abogada de este monstruo dijo al Times que su cliente no estaba impugnando los cargos y afirmó que "siempre se ha declarado culpable".

Según información proporcionada por los medios, el marido supuestamente encontraba y reclutaba a desconocidos en la Internet, cuyas edades oscilaban entre los 26 y los 73 años. Dominique y Gisèle se encuentran en un proceso de divorcio. La pareja llevaba más de 40 años de matrimonio, tienen tres hijos y dos nietos. Lamentablemente Gisèle no recuerda los ataques, se enteró del abuso después de que la policía lo descubrió.

Dominique admitió haber invitado a 83 hombres, incluidos albañiles, jardineros, bomberos, soldados, guardias de prisión e incluso, periodistas.

Durante su testimonio, Gisèle contó su confusión cuando comenzó a experimentar "desmayos totales", a partir de 2011. La jubilada nativa de Mazan, Francia dijo al tribunal que alrededor de 2013 comenzó a sentirse peor: perdía cabello, perdía peso y presentaba lapsos de pérdida de memoria en diferentes horas del día. Los desmayos se volvieron tan preocupantes que decidió dejar de conducir, explicó al tribunal.

Según el New York Times, Gisèle le dijo al tribunal: "Estaba convencida de que tenía los inicios de la enfermedad de Alzheimer o un tumor cerebral". En el colmo del cinismo, su entonces esposo (trabajador eléctrico jubilado) la llevaba a sus citas médicas mientras ella intentaba encontrar respuestas a su condición de salud. "No podía imaginar ni por un segundo que me habían drogado".

Pero en 2020, Gisèle se enteró de la verdad cuando la policía francesa le dijo que supuestamente habían encontrado miles de fotografías y videos en la computadora de su esposo Dominique que la mostraban inconsciente. La policía había allanado su casa y la de Dominique después de que fuera acusado de intentar filmar debajo de las faldas de varias mujeres en una tienda de comestibles local.

Según el Times, las leyes francesas permiten que las mujeres busquen justicia por esos supuestos delitos en privado, en lugar de que el juicio se celebre en público. Sin embargo, esta valiente mujer expresó su voluntad de que su exmarido fuera juzgado en público.

Gisèle también mantuvo el apellido de su exmarido, Pelicot, para el juicio, tiene contemplado volver a cambiarlo por su apellido de soltera, una vez que finalice. Ella le dijo al tribunal que consideraba importante que otras mujeres escucharan su historia.

Su historia es un recordatorio contundente de que las víctimas de violencia, cuando se atreven a hablar, pueden cambiar no solo su propio destino, sino también el de innumerables personas. Gisèle Pelicot ha transformado su dolor en un poderoso mensaje de resiliencia y valentía. Y aunque su lucha aún no ha terminado, su testimonio ya ha tenido un impacto profundo en la lucha contra la violencia de género.

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