Cada reunión de cada Grupo de Alcohólicos Anónimos termina con esta bella oración: “La verdadera humildad y la mente libre de prejuicios pueden conducirnos a la fe y cada reunión de A.A. es una seguridad de que Dios nos devolverá el sano juicio, si confiamos en Él”.
Cuando un alcohólico llega por primera vez a un grupo, viene con un montón de prejuicios. Su primer paso en su recuperación es aceptar que fue derrotado por el alcohol, una vez que acepta su aniquilamiento, su problema de consumo excesivo de alcohol se convierte también en un problema de fe.
Cuando se vive en la actividad alcohólica, normalmente se vive sin Dios. Mi voluntad es la guía de mi vida y yo soy el Dios de mi universo. Recuerdo cuando yo llegué. Yo no quería creer en Dios. Tenía 35 años sin Él. Para que me pudiera servir. Los alcohólicos me movieron el tapete. Toda la filosofía de mi vida se tambaleaba. Había que empezar de cero. Un compañero, que se convirtió en mi padrino me dijo: “no tienes que esforzarte demasiado, ten en cuenta estas tres cosas 1.-A.A. no te exige que creas en nada. 2ª.-Para obtener y conservar la sobriedad no hay necesidad de abarcar los doce pasos de un golpe. 3ª.- Todo lo que realmente se necesita es mantener la mente abierta. Abstente de discusiones inútiles y no te sigas preocupando de que si la gallina fue primero que el huevo. Te repito: todo lo que necesitas es mantener tu mente abierta”
Como en realidad yo quería cambiar, le hice caso a mi padrino. Pero lo que más influyó en mí fue observar a los compañeros del Grupo que había llegado antes que yo. Los sentía convencidos de su creencia en su poder superior. Eran amigables, tolerantes conmigo, convencidos de que vivían para ser útiles y felices. Poco a poco y sin darme cuenta, yo también llegué a creer en mi poder superior y a convertirme en un alcohólico más.
Recuerdo cuando llegó Doroteo. Un hombre lleno de fe, pero dominado por la obsesión del alcohol. Extraña mezcla que se anidaba en su mente. Creía y le rezaba a Dios. Hacía promesas y más promesas y después volvía a beber y cada vez era peor. Sin embargo, sucedía que Doroteo, no era sincero. Sus prácticas religiosas eran muy superficiales y se autoengañaba. Esta triste realidad bloqueaba la entrada de la gracia de Dios al corazón de Doroteo. El padrino entra en acción y le sugiere a Doroteo: “esfuérzate por ser sincero contigo mismo, con el grupo y con Dios, habla con la verdad en la tribuna, di lo que verdaderamente sientes y agradece a Dios que te dio el don de la fe. Observa, el grupo vive esta unidad y esta hermandad, pero en la verdad, pronto serás libre y feliz”. Doroteo se esforzó y tuvo las agallas para vivir en la verdad y se convirtió en el líder de nuestro grupo.
La fe es un don de Dios. Un grupo de A.A., es el reflejo de lo que esa fe puede hacer en la conversión de una persona. Esa es su excelsa responsabilidad. Ahí pueden llegar los intelectuales autosuficientes, los que se hartaron de la religión y renegaron de ella, los que desafían a Dios y le exigen cumpla sus peticiones caprichosas. En un grupo de A.A. se exponen a recuperar su sano juicio y vivir con una mente libre de prejuicios.
Si conoces a un alcohólico, ayúdalo. Marca el 8332125634,8331055995 y/ o el 833 2289003.