/ domingo 18 de agosto de 2024

Liberándose del alcohol / Las relaciones interpersonales

“Aprender a vivir con un máximo de paz, cooperación y compañerismo con todo hombre y mujer, sean quienes sean, es una aventura conmovedora y fascinante” (Libro Doce Pasos y Doce Tradiciones, pág. 87).

Es muy común que durante su trayectoria alcohólica un borrachito haya ofendido a muchas personas, entre ellas a las que dice amar con todo su corazón. Se refiere a su mamá, a su esposa, a sus hijos, etc. Pero también ofendió a quienes no eran tan cercanos, como algunos compañeros de parranda, algunos vecinos, algunos policías, etc. El alcohol lo convertía en un hombre sumamente agresivo y bastaba detectar que alguien le dirigía una mirada para que su respuesta fuera una agresión.

Evidentemente, con este comportamiento, no siempre salió ileso; más de una vez se topó con otro igual que él y se armó la gresca.

Cuenta un viejo alcohólico anónimo de 85 años, que cuando tenía 20, estaba tomando en una cantina y llegó un policía con aires de grandeza, pero eso no le pareció al veinteañero y le buscó bronca rápidamente. El policía ya estaba pasadito de años y pasadote de kilos y ya estaba perdiendo la batalla cuando de repente llegaron tres policías más y le tundieron hasta con la cacha de las pistolas al valiente borrachito. El resultado fue que el valentón terminó en el hospital con cinco heridas en su cabeza, y después en la cárcel. 65 años después, comenta su amarga y dolorosa experiencia que sus cicatrices no le permiten olvidar.

Otro caso más doméstico: llegó borracho el borracho, como dice la canción. Pero llegó a las tres de la mañana, levantó a su esposa y pretendió que le hiciera de cenar. La señora se levantó de su cama y arremetió a zapatazos al borrachito hasta que lo tiró al piso, lo arrastró a la regadera y le dio un buen baño. Después lo secó, lo vistió y se lo llevó a la cama como a un niño malcriado.

Historias como estas hay miles en la vida de los alcohólicos en recuperación. Son hechos que parecieran cosa del pasado; pero la realidad nos dice algo muy diferente. Los daños físicos en su mayoría sanan con el tiempo, pero los daños emocionales permanecen y hay que dedicarles mucha atención para desterrarlos y poder vivir en paz y sin represalias.

Lo que el programa de los Doce Pasos de AA sugiere para restablecer las relaciones interpersonales es el perdón. Primero perdonarte a ti mismo y luego perdonar al otro. Para que se pueda restablecer cualquier relación humana rota o retorcida es necesario destruir completamente cualquier resentimiento.

La convivencia humana cordial tiene muchos recovecos, y lo mismo se pueden distanciar dos personas unidas por el amor y por un contrato, como es el matrimonio, que dos o más naciones, como lo atestiguan tantas guerras que padece y ha padecido la humanidad.

Un alcohólico anónimo tiene como objetivo vivir alegre, libre y feliz. Esto solo se logra teniendo buenas relaciones con los demás. El décimo paso del programa de recuperación nos señala enfáticamente: “En la cortesía, la bondad, la justicia y el amor se encuentra la clave para establecer una relación armoniosa con cualquier persona”.

El propósito de la organización de AA va más allá de dejar de beber alcohol. Se trata de construir un nuevo estilo de vida.

Si tienes el problema del alcoholismo, necesitas ayuda. Esa ayuda te la ofrece gratuitamente la comunidad de Alcohólicos Anónimos. Llama al 8332125634, 8331055995, o al 8332289003. Ahí te orientarán adecuadamente.

Cuenta un viejo alcohólico anónimo de 85 años, que cuando tenía 20, estaba tomando en una cantina y llegó un policía con aires de grandeza, pero eso no le pareció al veinteañero y le buscó bronca rápidamente. El policía ya estaba pasadito de años y pasadote de kilos y ya estaba perdiendo la batalla cuando de repente llegaron tres policías más y le tundieron hasta con la cacha de las pistolas al valiente borrachito.

“Aprender a vivir con un máximo de paz, cooperación y compañerismo con todo hombre y mujer, sean quienes sean, es una aventura conmovedora y fascinante” (Libro Doce Pasos y Doce Tradiciones, pág. 87).

Es muy común que durante su trayectoria alcohólica un borrachito haya ofendido a muchas personas, entre ellas a las que dice amar con todo su corazón. Se refiere a su mamá, a su esposa, a sus hijos, etc. Pero también ofendió a quienes no eran tan cercanos, como algunos compañeros de parranda, algunos vecinos, algunos policías, etc. El alcohol lo convertía en un hombre sumamente agresivo y bastaba detectar que alguien le dirigía una mirada para que su respuesta fuera una agresión.

Evidentemente, con este comportamiento, no siempre salió ileso; más de una vez se topó con otro igual que él y se armó la gresca.

Cuenta un viejo alcohólico anónimo de 85 años, que cuando tenía 20, estaba tomando en una cantina y llegó un policía con aires de grandeza, pero eso no le pareció al veinteañero y le buscó bronca rápidamente. El policía ya estaba pasadito de años y pasadote de kilos y ya estaba perdiendo la batalla cuando de repente llegaron tres policías más y le tundieron hasta con la cacha de las pistolas al valiente borrachito. El resultado fue que el valentón terminó en el hospital con cinco heridas en su cabeza, y después en la cárcel. 65 años después, comenta su amarga y dolorosa experiencia que sus cicatrices no le permiten olvidar.

Otro caso más doméstico: llegó borracho el borracho, como dice la canción. Pero llegó a las tres de la mañana, levantó a su esposa y pretendió que le hiciera de cenar. La señora se levantó de su cama y arremetió a zapatazos al borrachito hasta que lo tiró al piso, lo arrastró a la regadera y le dio un buen baño. Después lo secó, lo vistió y se lo llevó a la cama como a un niño malcriado.

Historias como estas hay miles en la vida de los alcohólicos en recuperación. Son hechos que parecieran cosa del pasado; pero la realidad nos dice algo muy diferente. Los daños físicos en su mayoría sanan con el tiempo, pero los daños emocionales permanecen y hay que dedicarles mucha atención para desterrarlos y poder vivir en paz y sin represalias.

Lo que el programa de los Doce Pasos de AA sugiere para restablecer las relaciones interpersonales es el perdón. Primero perdonarte a ti mismo y luego perdonar al otro. Para que se pueda restablecer cualquier relación humana rota o retorcida es necesario destruir completamente cualquier resentimiento.

La convivencia humana cordial tiene muchos recovecos, y lo mismo se pueden distanciar dos personas unidas por el amor y por un contrato, como es el matrimonio, que dos o más naciones, como lo atestiguan tantas guerras que padece y ha padecido la humanidad.

Un alcohólico anónimo tiene como objetivo vivir alegre, libre y feliz. Esto solo se logra teniendo buenas relaciones con los demás. El décimo paso del programa de recuperación nos señala enfáticamente: “En la cortesía, la bondad, la justicia y el amor se encuentra la clave para establecer una relación armoniosa con cualquier persona”.

El propósito de la organización de AA va más allá de dejar de beber alcohol. Se trata de construir un nuevo estilo de vida.

Si tienes el problema del alcoholismo, necesitas ayuda. Esa ayuda te la ofrece gratuitamente la comunidad de Alcohólicos Anónimos. Llama al 8332125634, 8331055995, o al 8332289003. Ahí te orientarán adecuadamente.

Cuenta un viejo alcohólico anónimo de 85 años, que cuando tenía 20, estaba tomando en una cantina y llegó un policía con aires de grandeza, pero eso no le pareció al veinteañero y le buscó bronca rápidamente. El policía ya estaba pasadito de años y pasadote de kilos y ya estaba perdiendo la batalla cuando de repente llegaron tres policías más y le tundieron hasta con la cacha de las pistolas al valiente borrachito.