Cada año se celebra el día internacional de la mujer con eventos importantes en varios foros del mundo; sin duda el más trascendente fue el que realizó la Organización de las Naciones Unidas, en el que comparecieron mujeres que se desempeñan como estadistas en alguna parte de la geografía política del universo. Aquí en esta institución internacional, creada para lograr un mejor entendimiento entre los países, quedó claro que el género femenino sufre una desventaja monumental en relación con el hombre. No existe realmente una equidad de género que redima al sexo femenino de las condiciones feudales en las que históricamente se ha desempeñado.
Lo más grave es que en el mundo en el que se desenvuelve la mujer resulta víctima de la violencia, la discriminación y sobre todo de un brutal sometimiento como en los países orientales donde se le considera un objeto que puede ser una mercancía para ser ofrecida al mejor postor.
En nuestro país se ha creado recientemente el instituto de la mujer y esta institución expone datos aterradores: El 80 por ciento de los casos de violencia contra las mujeres comienza entre el noviazgo y el tercer año de vivir en pareja; el 50 por ciento de la población femenina reconoce haber sido víctima de violencia intrafamiliar. Y un elevado porcentaje de mujeres se desempeñan como jefa de familia, madre y trabajadora.
Por otra parte existe un sector femenino del que -conviene decirlo aquí representa cabalmente la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum Pardo- que está proponiendo que las mujeres mexicanas participen activamente en las tareas políticas de México para lograr el empoderamiento que sería finalmente la acción civilizadora que demostraría que la mujer tiene la misma capacidad que el hombre para dirigir, además de su familia, una nación como la nuestra.
Hoy en día nos es muy común ver a las mujeres actuar en las diferentes actividades que existen en el mundo contemporáneo regido por la globalización económica, política y social. Observamos cómo alcanzan posiciones elevadas en el mercado y en la política, y toman decisiones acertadas, resultando ser tan exitosas como lo puede ser en su momento cualquier magnate en el mundo.
La mujer moderna es sin duda el producto de una lucha incesante e incansable en aras de romper esquemas morales y sociales que la tenían atada a un sometimiento dirigido por el hombre. Existen verdaderos testimonios de heroísmo en nuestro país por parte de las mujeres como lo fue en su época Doña Josefa Ortiz de Domínguez, Carmen Serdán y Antonieta Rivas Mercado, esta última compañera de José Vasconcelos, mecenas, escritora y precursora del movimiento feminista, impulsora y patrocinadora de la cultura de la participación de su género en la cultura y en el arte.
En México la mujer no tenía derechos políticos. Votó por vez primera en 1923 en el estado de San Luis Potosí, pero exclusivamente para elegir presidente municipal. Fue hasta 1958 cuando conquistó plenamente sus derechos políticos en toda la nación logrando ser electa a cualquier cargo de representación popular. Hoy existen millones de mujeres que trabajan, que actúan dirigiendo a la sociedad, que son pieza fundamental en las decisiones de la configuración financiera del mundo. Sin embargo, hay que reconocerlo, que la mujer aquí en México y en el mundo tiene aún que conquistar cumbres para obtener su total redención.
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