/ jueves 21 de enero de 2021

Letra pública | El desnudo

Hace algún tiempo en Londres, los aparadores de uno de los centros comerciales más importantes de la capital británica conmocionaron a los londinenses. Los aparadores estaban repletos de hombres y mujeres desnudos, de diferentes edades, y no precisamente de modelos profesionales.

El fotógrafo Spencer Tunick escandalizó al mundo con sus fotos de desnudos urbanos masivos. Lo hizo en Sidney, Nueva York, Roma, y Chile, donde reunió a miles de seres humanos que se prestaron a posar completamente desnudos pese a que la temperatura en algunos casos era de tres grados.

No hay que equivocarse, no hay nada erótico, lascivo o sexual en estas fotos. Las personas son retratadas yacentes en el pavimento con los brazos unidos a su cuerpo, perfectamente alineados, lo cual da la sensación de ver sardinas enlatadas. Quienes acuden a estas sesiones fotográficas son una infinidad de individuos que representan todas las formas del cuerpo humano. Hay mujeres embarazadas, ancianas cubiertas de arrugas y pellejos, delgaduchos y enjutos que parecen esqueletos, y obesos con dificultad para moverse.

Lo importante de este trabajo fotográfico es que el desnudo humano está recuperando los espacios que perdió cuando fue prohibido por el puritanismo moral religioso o cuando fue explotado con fines pornográficos.

En la antigua Roma, los baños públicos eran compartidos por hombres y mujeres en trajes de adán los dos. Sin que ningún impedimento de pudor obstaculizara esta función. Jesucristo incluso hasta el siglo VI aparecía desnudo en todos los crucifijos. Fue mucho tiempo después cuando el cuerpo pasó a ser materia de debate entre el bien y el mal. Se le ocultaba o se temía aparecer desnudo. Por eso es bueno el trabajo visual de Spencer Tunick, porque permite ver en forma democrática al desnudo, representando una sociabilidad plástica, en un siglo que promete mayores tolerancias y desenvolturas.

E-mail: notario177@msn.com

Hace algún tiempo en Londres, los aparadores de uno de los centros comerciales más importantes de la capital británica conmocionaron a los londinenses. Los aparadores estaban repletos de hombres y mujeres desnudos, de diferentes edades, y no precisamente de modelos profesionales.

El fotógrafo Spencer Tunick escandalizó al mundo con sus fotos de desnudos urbanos masivos. Lo hizo en Sidney, Nueva York, Roma, y Chile, donde reunió a miles de seres humanos que se prestaron a posar completamente desnudos pese a que la temperatura en algunos casos era de tres grados.

No hay que equivocarse, no hay nada erótico, lascivo o sexual en estas fotos. Las personas son retratadas yacentes en el pavimento con los brazos unidos a su cuerpo, perfectamente alineados, lo cual da la sensación de ver sardinas enlatadas. Quienes acuden a estas sesiones fotográficas son una infinidad de individuos que representan todas las formas del cuerpo humano. Hay mujeres embarazadas, ancianas cubiertas de arrugas y pellejos, delgaduchos y enjutos que parecen esqueletos, y obesos con dificultad para moverse.

Lo importante de este trabajo fotográfico es que el desnudo humano está recuperando los espacios que perdió cuando fue prohibido por el puritanismo moral religioso o cuando fue explotado con fines pornográficos.

En la antigua Roma, los baños públicos eran compartidos por hombres y mujeres en trajes de adán los dos. Sin que ningún impedimento de pudor obstaculizara esta función. Jesucristo incluso hasta el siglo VI aparecía desnudo en todos los crucifijos. Fue mucho tiempo después cuando el cuerpo pasó a ser materia de debate entre el bien y el mal. Se le ocultaba o se temía aparecer desnudo. Por eso es bueno el trabajo visual de Spencer Tunick, porque permite ver en forma democrática al desnudo, representando una sociabilidad plástica, en un siglo que promete mayores tolerancias y desenvolturas.

E-mail: notario177@msn.com