Cuando en el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto, iniciaron los trabajos para la aprobación de la llamada Reforma Energética, una de las primeras acciones fue tratar de convencer a la sociedad de las bondades de la iniciativa y para ello, recurrieron a la promesa de bajar los precios de los combustibles si se aprobaba.
Muchos expertos anticiparon en su momento, que, con la Reforma Energética, no había forma en que la promesa de bajar los precios de los combustibles se cumpliera, incluso advertían con razones en aquel momento, lo más probable es que los precios de las gasolinas se incrementaran.
Hoy, no requiere mayor evidencia confirmar que la Reforma Energética fue un engaño y un fracaso, no bajaron los precios de las gasolinas y no produjimos más petróleo y con la Reforma Judicial recientemente aprobada en el Congreso, vamos a toda prisa rumbo al mismo destino.
La naturaleza de la Reforma Judicial, tal y como fue aprobada deja muy poco espacio a la imaginación sobre los verdaderos motivos de su aprobación, pero entre los que desde luego no está contemplado la mejora del sistema judicial, ni la eficiencia en la impartición de justicia.
Simplemente no hay forma de que el proceso electoral para elegir a Jueces, Magistrados y Ministros por sí solo, nos garantice que se acabará la corrupción y la prueba está, en el hecho de que llevamos mucho tiempo eligiendo a nuestras autoridades políticas y las votaciones, no nos han blindado de la corrupción de un sinfín de funcionarios públicos electos.
Por cuanto hace a la probidad, ser elegido por votación no es sinónimo de honestidad.
Otro tanto hay que decir sobre la capacidad, si el trabajo de un Juez de Distrito dependerá de la voluntad de los votantes, estará más orientado a agradar a sus electores que de hacer justicia cuando alguna situación puede incomodarlos, se convertirá en una justicia plebiscitaria como la que condenó a Sócrates y Jesús, y mediática como la que eligió a Wendy Guevara.
Por lo que respecta a su autonomía, estará en una peor situación que en los criterios anteriores, ya que para ocupar una vacante de la judicatura deberá ser propuesto por Morena y elegido por un comité integrado por personas conocidas por su ostentoso fanatismo al mismo partido, si nos atenemos al tipo de perfiles para puestos de elección popular que en el pasado han sido seleccionados por el partido oficial, podemos anticipar que la independencia de criterio dejará de ser una virtud.
En este contexto, parece poco probable que los nuevos integrantes del poder judicial que resulten electos, de ser el caso, se atrevan a juzgar a cualquier prominente miembro del partido en el poder, impunidad total.
Más que una crítica, es una advertencia del pasado, en especial para quienes se jactan de haber aprobado la supremacía constitucional de morena en el Congreso, a Robespierre con más talento, también le cortaron la cabeza con las mismas armas y acusaciones paranoicas como las que en su día enderezo contra sus adversarios.
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