/ sábado 15 de junio de 2024

Hablemos de tecnología / Tokenización

El dinero no da la felicidad, pero la imita perfectamente, reza un refrán mexicano. Estamos a la puerta de una nueva tokenización digital, en la que el dinero físico cada vez será más relegado a la obsolescencia, nos parezca, nos agrade, nos beneficie, o no.

Amigo lector, imagine un mundo sin monedas ni billetes. Un lugar donde todas nuestras transacciones se realizan de forma digital, sin necesidad de cargar con cambio o preocuparnos por el efectivo. Este futuro no es tan lejano como parece, y la tecnología detrás del dinero está avanzando a pasos agigantados, llevando consigo desafíos y oportunidades que debemos considerar.

Hace poco más de una década, Satoshi Nakamoto revolucionó el mundo financiero con la creación del bitcoin. Desde entonces, las criptomonedas han ganado terreno, no solo en popularidad, sino también en valor y aceptación. Lo que comenzó como una alternativa al dinero tradicional se ha convertido en una fuerza que está obligando a los gobiernos y a las instituciones financieras a replantear su enfoque hacia el dinero digital.

El fenómeno de las criptomonedas, como el bitcoin, ha demostrado que existe una demanda creciente por medios de pago y almacenamiento de valor que no dependan de intermediarios tradicionales. Según CoinMarketCap, el mercado global de criptomonedas alcanzó un valor de casi 2 billones de dólares en 2023.

Esta cifra ilustra claramente el impacto y la aceptación que han tenido estas monedas digitales en un período relativamente corto.

Sin embargo, no todo es oro lo que reluce en el mundo de las criptomonedas. Su naturaleza volátil ha atraído tanto a inversores como a especuladores, lo que ha generado fluctuaciones de precios que pueden resultar alarmantes. Por ejemplo, hablemos de los últimos años, el bitcoin pasó de valer casi 20,000 dólares a finales de 2017 a menos de 4,000 dólares en 2018, solo para volver a subir a más de 60,000 dólares en 2021, el día que escribo la presente columna se cotiza en poco más de 65,000 dólares. Esta volatilidad es una espada de doble filo: ofrece grandes oportunidades de ganancia, pero también riesgos significativos.

Ante este panorama, los bancos centrales y los gobiernos no se han quedado de brazos cruzados. La Reserva Federal de EE.UU. y el Banco Central Europeo, entre otros, están explorando la creación de sus propias monedas digitales, conocidas como Central Bank Digital Currencies (CBDC). Estas monedas digitales oficiales prometen ofrecer una alternativa más segura y estable a las criptomonedas privadas.

El Banco Central Europeo, por ejemplo, ha iniciado una fase de investigación para el lanzamiento del euro digital, con una fecha estimada de implementación para 2026. China, por su parte, ya está probando su yuan digital en varias regiones del país, un claro indicio de su liderazgo en esta carrera por la digitalización del dinero. Según el Banco de Pagos Internacionales, más del 80% de los bancos centrales del mundo están investigando las CBDC, lo que refleja la importancia y el potencial de este nuevo paradigma.

No obstante, la implementación de las CBDC no está exenta de desafíos. Uno de los principales es la privacidad. Mientras que las transacciones en efectivo permiten un alto grado de anonimato, las transacciones digitales podrían ser rastreadas fácilmente por las autoridades, lo que plantea preocupaciones sobre la privacidad y el control estatal. Además, la seguridad cibernética es un aspecto crítico. Un sistema financiero digitalizado debe ser robusto y estar protegido contra ataques cibernéticos que podrían tener consecuencias devastadoras.

Estimado lector, estamos ante una encrucijada histórica. El futuro del dinero está siendo moldeado por la tecnología de una manera que pocos podrían haber anticipado hace una década. Las monedas digitales, ya sean criptomonedas privadas o CBDC, están aquí para quedarse y cambiarán la forma en que interactuamos con el dinero.

En esta evolución, es crucial que los gobiernos, las instituciones financieras y la sociedad en general trabajen juntos para asegurar que la transición hacia un sistema financiero digital sea segura, inclusiva y beneficiosa para todos. Hasta la próxima.

“Quien cambia felicidad por dinero no podrá cambiar dinero por felicidad.”

Noé Narosky

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