/ sábado 26 de octubre de 2024

Hablemos de Tecnología / Peligroso pop

“Los fanáticos crean un ensueño y lo convierten en el paraíso de su secta”: John Keats

Han pasado ya varios atardeceres desde que disfrutábamos la música de Jonás González y Alejandro Rosso, y ya en aquel entonces, el crecimiento de los Clubes de Fans, eran un fenómeno enorme en la sociedad, pero lo que hace más poderoso a un fandom por ejemplo del Menudo de los ochentas que a uno de One Direction de la actualidad, no es tener más amor, sino sencillamente tener más tecnología.

Amigo lector, pocas cosas han transformado tanto el panorama cultural y social en la última década como las redes digitales. Pero, dentro de este vasto mundo de interacciones, existe un fenómeno digno de análisis: los fandoms. ¿Qué son? ¿Cómo han logrado tener una influencia tan impactante en nuestras vidas y en la vida de aquellos a quienes siguen con tanta devoción? ¿Es el fanatismo que adoptó la tecnología un tribalismo peligroso?

Un fandom, estimado lector, es mucho más que un simple club de fanáticos. Es una comunidad organizada, conectada digitalmente, capaz de hacer que una tendencia se convierta en viral en cuestión de minutos, -sí, leyó bien, minutos-. No exagero al decir que los fandoms tienen el poder de influir no solo en el éxito de un artista, sino en toda una industria. Tomemos como ejemplo el reciente fallecimiento de Liam Payne. En tan solo unas horas, las “Directioners” –como se hacen llamar las fans de One Direction– lograron posicionar el nombre del cantante entre los temas más comentados en plataformas como X, Instagram y TikTok. Pero su influencia no se limitó a mensajes de condolencias: organizaron vigilias virtuales, crearon contenido multimedia en su honor y hasta movilizaron a miles de personas en eventos presenciales en diferentes partes del mundo, sin mencionar, claro, cómo destruyeron las cuentas de quienes se atrevieron a burlarse del triste suceso.

¿Le parece impresionante? No es para menos. En tiempos donde la cultura digital domina nuestras vidas, estas comunidades son más que simples espectadores. Los fandoms participan activamente en la creación de contenido, moldean estrategias de marketing y, en algunos casos, se convierten en un motor económico. Las “Swifties”, fans de Taylor Swift, son el ejemplo más claro de esto. Se estima que hay más de 100 millones de seguidores de la cantante en todo el mundo, y su influencia fue clave para que su gira “The Eras Tour” agotara entradas en cuestión de minutos en todos los países que visitó. No hablamos solo de fans, hablamos de una red global que organiza reuniones, debates y hasta actos benéficos en nombre de su artista y todo ello por WhatsApp o Telegram.

Ahora bien, ¿qué es lo que hace tan poderosa a esta nueva forma de organización? Amigo lector, todo radica en la capacidad de reacción y movilización. Estas comunidades no solo consumen contenido, lo crean y lo expanden. Un ejemplo claro lo tenemos en el fandom del grupo surcoreano BTS, los “ARMY”. Esta organización ha sido capaz de colocar al grupo en la cima de las listas de popularidad global, rompiendo barreras culturales y lingüísticas.

Pero no todo es color de rosa. La presión que estos grupos ejercen sobre sus ídolos puede ser asfixiante. Liam Payne, en su momento, confesó que una de las razones para la separación de One Direction fue precisamente el peso que sentía sobre sus hombros debido a las expectativas de sus fans. “Viví mucho tiempo como una estrella del pop que tenía miedo de la gente y se quedaba aislada todo el tiempo”, mencionó el cantante en una entrevista. Y es que, amigo lector, aunque los fandoms son una fuerza imparable para el éxito, también pueden generar un ambiente tóxico, donde los artistas sienten que deben estar a la altura de estándares imposibles.

Ahora, los fandoms no se limitan al entretenimiento. En varias ocasiones, estas comunidades han demostrado su capacidad de movilización para causas sociales y políticas. En 2020, los seguidores de BTS y Taylor Swift se unieron para sabotear un mitin político de Donald Trump en Estados Unidos, reservando entradas en masa que luego no utilizaron, lo que resultó en un evento semivacío. Va a ser muy interesante en las próximas elecciones descubrir cómo el apoyo de Taylor puede impactar en un resultado positivo para Kamala, ¿Sería posible que una cantante influya en quién será el próximo presidente de Estados Unidos?.

Bien, y por supuesto, no podemos dejar de lado el aspecto económico. Los fandoms, con su lealtad inquebrantable, son responsables de generar millones de dólares en ingresos. Solo basta mirar cómo los “Potterheads” –la comunidad de fans de Harry Potter– han mantenido viva la saga durante más de dos décadas.

Lo que antes parecía ser un simple grupo de admiradores hoy se ha convertido en una fuerza con la capacidad de cambiar el curso de una carrera artística, o incluso de influir en la narrativa global. No es de extrañar que marcas, políticos e instituciones estén comenzando a prestar atención a estos grupos, buscando entender qué los motiva y cómo pueden beneficiarse de su increíble poder de organización.

En este mundo hiperconectado, la verdadera influencia ya no la tienen solo las grandes corporaciones o los gobiernos; la tienen las personas organizadas digitalmente, aquellas que con un simple clic pueden hacer que un hashtag se vuelva viral, ganar un premio, reunir fortunas y por qué no decirlo, tristemente, destruir vidas. Hasta la próxima.

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