/ sábado 24 de agosto de 2024

Hablemos de Tecnología / La muerte del arte

“Aprende las reglas como un profesional, para que puedas romperlas como un artista”: Pablo Picasso

Somos una especie tan ambiciosa, que en ocasiones, buscando el poder para ser como los dioses, vamos sembrando la semilla de nuestra propia destrucción, y en el caso de la IA, cada día son más las personas que se preguntan ¿Quién les dio el derecho a un pequeño grupo de personas de cambiar al mundo a su beneficio?

Estimado lector, vivimos en una era donde la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa, moldeando aspectos de nuestra vida que hace apenas unos años ni imaginábamos. Uno de los sectores más impactados por esta revolución es el creativo, ese espacio donde, históricamente, lo humano parecía insustituible.

Sin embargo, la Inteligencia Artificial (IA) ha irrumpido con fuerza, levantando dudas, temores y oportunidades en igual medida. ¿Estamos ante un cambio evolutivo para los creativos o en la antesala de una crisis profesional?

El impacto de la IA en la comunidad creativa no es una simple moda pasajera; es lo que algunos llaman un “atractor”, un fenómeno tan potente que inevitablemente cambiará el rumbo de cómo concebimos el arte, el diseño y la creatividad en general. Como sucedió con la invención del motor de vapor, que transformó la economía y la industria, la IA está haciendo lo propio con las profesiones artísticas. Negarlo es como quedarse en la orilla mientras un tsunami se aproxima.

Podemos mirar atrás y ver ejemplos claros de cómo la tecnología ha transformado las artes. Cuando la fotografía comenzó a popularizarse, muchos pintores creyeron que el fin de su relevancia estaba cerca.

Sin embargo, lejos de extinguirse, la pintura evolucionó hacia movimientos como el impresionismo y el cubismo, que redefinieron la creatividad. Hoy, estamos ante un desafío similar: la IA, en lugar de limitar, está empujando los límites de lo que consideramos arte, pero también nos está obligando a repensar cómo y dónde nos posicionamos como creadores.

Una de las áreas donde la IA ha causado mayor polémica es en la generación de imágenes. Herramientas como DALL-E o Midjourney, o más recientemente Flux, permiten crear ilustraciones complejas en segundos, utilizando estilos que se inspiran (o imitan) en el trabajo de miles de artistas.

Aquí surge una pregunta clave: ¿es esto una forma de plagio sofisticado o simplemente otra herramienta en la caja de herramientas del creativo?

Según cifras de un estudio de Creative Bloq, en 2023, cerca de 60% de las pequeñas agencias de diseño en Estados Unidos ya utilizan IA en su proceso creativo. Esto nos da una idea de hacia dónde nos dirigimos, y por ende, de la necesidad de adaptarse o quedarse rezagado.

Usted, amigo lector, probablemente se pregunta: ¿cuál es el camino a seguir?

Desde mi punto de vista, las opciones son claras. La primera es elevar el nivel: especializarse tanto en su disciplina que la IA no pueda igualar su calidad y exclusividad. Para esto es necesario refinar un estilo propio, algo que la tecnología aún no puede replicar completamente.

Pero ojo, esto no es fácil; requiere de un compromiso absoluto con su arte y de un enfoque casi obsesivo por mejorar constantemente.

La segunda opción es alejarse del radio de acción de la IA, explorando nuevos campos o estilos donde su aplicación no sea tan directa. Sin embargo, hay un detalle importante: la IA tiene la capacidad de expandirse rápidamente a cualquier espacio creativo, como lo ha hecho el internet. Lo que hoy parece seguro, mañana podría ser terreno conquistado por algoritmos.

Aquí entra en juego una tercera vía, que personalmente considero la más viable: fusionarse con la IA. En lugar de verla como una amenaza, piense en ella como una aliada, una extensión de su creatividad. Después de todo, muchos ilustradores han cambiado lápiz y papel por tabletas digitales, sin que ello haya significado una pérdida de autenticidad. Del mismo modo, utilizar la IA como un catalizador creativo puede abrir puertas a soluciones que antes parecían inalcanzables.

No obstante, no todo es un campo de rosas. Aún estamos en una fase “primitiva” de estas tecnologías, y si bien sus resultados son impresionantes, también muestran limitaciones.

Las imágenes generadas por IA tienden a caer en patrones repetitivos y tropos visuales que delatan su falta de “alma”. Esto marca una diferencia notable con los artistas que tienen una visión y un estilo genuinos.

Debemos entonces, estimado lector, que la conversación sobre la IA en el mundo creativo no debería centrarse en si reemplazará a los artistas, sino en cómo los artistas pueden utilizarla a su favor.

La tecnología no tiene por qué ser un obstáculo si se entiende como una herramienta y no como un enemigo. La clave está en no perder de vista lo que nos hace únicos como seres humanos: nuestra capacidad de contar historias, de expresar emociones y de crear obras con propósito y pasión.

Así que, la próxima vez que escuche hablar de IA y creatividad, no lo vea como una batalla perdida. Véalos como un par de bailarines que aún están aprendiendo a moverse juntos.

Facebook:

www.facebook.com/soylalodelatorre

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tecnologia@lalodelatorre.com

“Aprende las reglas como un profesional, para que puedas romperlas como un artista”: Pablo Picasso

Somos una especie tan ambiciosa, que en ocasiones, buscando el poder para ser como los dioses, vamos sembrando la semilla de nuestra propia destrucción, y en el caso de la IA, cada día son más las personas que se preguntan ¿Quién les dio el derecho a un pequeño grupo de personas de cambiar al mundo a su beneficio?

Estimado lector, vivimos en una era donde la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa, moldeando aspectos de nuestra vida que hace apenas unos años ni imaginábamos. Uno de los sectores más impactados por esta revolución es el creativo, ese espacio donde, históricamente, lo humano parecía insustituible.

Sin embargo, la Inteligencia Artificial (IA) ha irrumpido con fuerza, levantando dudas, temores y oportunidades en igual medida. ¿Estamos ante un cambio evolutivo para los creativos o en la antesala de una crisis profesional?

El impacto de la IA en la comunidad creativa no es una simple moda pasajera; es lo que algunos llaman un “atractor”, un fenómeno tan potente que inevitablemente cambiará el rumbo de cómo concebimos el arte, el diseño y la creatividad en general. Como sucedió con la invención del motor de vapor, que transformó la economía y la industria, la IA está haciendo lo propio con las profesiones artísticas. Negarlo es como quedarse en la orilla mientras un tsunami se aproxima.

Podemos mirar atrás y ver ejemplos claros de cómo la tecnología ha transformado las artes. Cuando la fotografía comenzó a popularizarse, muchos pintores creyeron que el fin de su relevancia estaba cerca.

Sin embargo, lejos de extinguirse, la pintura evolucionó hacia movimientos como el impresionismo y el cubismo, que redefinieron la creatividad. Hoy, estamos ante un desafío similar: la IA, en lugar de limitar, está empujando los límites de lo que consideramos arte, pero también nos está obligando a repensar cómo y dónde nos posicionamos como creadores.

Una de las áreas donde la IA ha causado mayor polémica es en la generación de imágenes. Herramientas como DALL-E o Midjourney, o más recientemente Flux, permiten crear ilustraciones complejas en segundos, utilizando estilos que se inspiran (o imitan) en el trabajo de miles de artistas.

Aquí surge una pregunta clave: ¿es esto una forma de plagio sofisticado o simplemente otra herramienta en la caja de herramientas del creativo?

Según cifras de un estudio de Creative Bloq, en 2023, cerca de 60% de las pequeñas agencias de diseño en Estados Unidos ya utilizan IA en su proceso creativo. Esto nos da una idea de hacia dónde nos dirigimos, y por ende, de la necesidad de adaptarse o quedarse rezagado.

Usted, amigo lector, probablemente se pregunta: ¿cuál es el camino a seguir?

Desde mi punto de vista, las opciones son claras. La primera es elevar el nivel: especializarse tanto en su disciplina que la IA no pueda igualar su calidad y exclusividad. Para esto es necesario refinar un estilo propio, algo que la tecnología aún no puede replicar completamente.

Pero ojo, esto no es fácil; requiere de un compromiso absoluto con su arte y de un enfoque casi obsesivo por mejorar constantemente.

La segunda opción es alejarse del radio de acción de la IA, explorando nuevos campos o estilos donde su aplicación no sea tan directa. Sin embargo, hay un detalle importante: la IA tiene la capacidad de expandirse rápidamente a cualquier espacio creativo, como lo ha hecho el internet. Lo que hoy parece seguro, mañana podría ser terreno conquistado por algoritmos.

Aquí entra en juego una tercera vía, que personalmente considero la más viable: fusionarse con la IA. En lugar de verla como una amenaza, piense en ella como una aliada, una extensión de su creatividad. Después de todo, muchos ilustradores han cambiado lápiz y papel por tabletas digitales, sin que ello haya significado una pérdida de autenticidad. Del mismo modo, utilizar la IA como un catalizador creativo puede abrir puertas a soluciones que antes parecían inalcanzables.

No obstante, no todo es un campo de rosas. Aún estamos en una fase “primitiva” de estas tecnologías, y si bien sus resultados son impresionantes, también muestran limitaciones.

Las imágenes generadas por IA tienden a caer en patrones repetitivos y tropos visuales que delatan su falta de “alma”. Esto marca una diferencia notable con los artistas que tienen una visión y un estilo genuinos.

Debemos entonces, estimado lector, que la conversación sobre la IA en el mundo creativo no debería centrarse en si reemplazará a los artistas, sino en cómo los artistas pueden utilizarla a su favor.

La tecnología no tiene por qué ser un obstáculo si se entiende como una herramienta y no como un enemigo. La clave está en no perder de vista lo que nos hace únicos como seres humanos: nuestra capacidad de contar historias, de expresar emociones y de crear obras con propósito y pasión.

Así que, la próxima vez que escuche hablar de IA y creatividad, no lo vea como una batalla perdida. Véalos como un par de bailarines que aún están aprendiendo a moverse juntos.

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