/ sábado 20 de julio de 2024

Gryita.com / Soles grises

Hay días que se carga la melancolía.

La luz del día pareciera tomar tonalidades grises.

Un suave viento mueve las hojas del pistache que veo por mi ventana.

Un pequeño gato que yo creo que nació en el techo de mi garaje y que es contiguo a mi estudio, maúlla lastimosamente o así me lo parece y yo imagino que llama a su madre o tiene hambre o ambas cosas.

No alcanzo a comprender de dónde viene este sentimiento.

Hace poco descubrí que pasé mucho tiempo de mi vida siendo una persona triste.

Que sufrí por largo tiempo por hurgar casi religiosamente en las partes más dramáticas, a mi entender, de mi pasado.

Sentado en un imaginario sofá desvencijado, mientras veía pasar los peores momentos de cada etapa de mi existencia en un antiguo televisor en blanco y negro, también formado por mi fantasiosa mente apenada.

Que tardé mucho en perdonarme mis errores, que incluso a veces dudo haberlo totalmente conseguido.

Tampoco he logrado perdonar, como dicen que es debido, mucho menos ha pasado por mi mente ofrecer a ningún agresor ni un solo milímetro de ninguna de mis mejillas.

Me he alejado poco a poco de todo y de todos, hasta de aquellos que aseguran conocerme, también procuro no contar tanto mis penas ya que estoy seguro que a alguien podrían hasta alegrarle y no es de mis preferencias, ni está en mis aficiones el hacer feliz, ni siquiera de rebote, a quien en mi opinión no lo merezca.

Por eso disfruto de ver dormir a mi perro, de escuchar la risa de mi hija y de admirar la sombra de mi gato que, bueno, tampoco es mío, igual que casi todo, cuando camina en la ventana de puntitas.

También me gusta escuchar a los cotorros que viven o visitan los aguacates y los mangos, también me entretiene ver correr las lagartijas y las ardillas que vuelan los tejados, yo pienso que en otra vida fui alquimista, siempre consigo transformar la nada en algo, aunque no siempre sean tan gratas mis visiones, para mí sería peor no ser artista.

A veces pienso que en verdad me gustaría haber podido elegir mis talentos, estoy seguro que me habría quedado con alguno, pero de un par me lo aseguro serían nuevos, no se imagina nadie cuánto envidio a los pintores, también a mi amigo albañil o a los plomeros.

Algún día pensé ser carpintero, de hecho es una idea que aún hoy no desecho, me gustaría poder hacer una mesa y una silla para luego sentarme ahí a tomar café y hacer un verso.

Así paso algunos largos días, solo esperando a la noche enamorada, para abrazarme con gran cariño de mi almohada y permitirme al menos suspender por unas horas la batalla.

Me gusta ser yo, aunque quisiera ser otro, sobre todo en los días grises que hoy comento, cuando me atrapa sin piedad la melancolía y me hace ver todo aquello que no tengo.

Porque si acaso lo que soy fuera para alguno algo afortunado, yo quisiera de pronto tener más alegría, aunque después se me pasa y se me olvida y agradezco mucho poder al menos creerme bueno.

Y hacer aunque sea un poco de bien a quien se cruce, de cualquier forma conmigo y con mi vida, para evitar así a toda costa la vergüenza, la tristeza inmensa, la cruel tragedia, de además de tener melancolía, pasar desapercibido a quien me necesita.

Al final son menos los días grises que los otros y me es preciso seguir remando hacia la cima, por eso he aprendido a curarme con la tinta de mi pluma aventurera y trapecista, a veces con un verso, una oración o algún hechizo.

Otras con una canción o una alegoría, pero en los grises como hoy hallo un respiro imaginando que tal vez tú me lees y me descifras y que probablemente si igual que yo a veces no encuentras la salida, sepas que no estás solo y que mañana, mañana será otro día.

RE-GENERACIÓN 19

Escríbeme:

gryitafuerte@gmail.com

Facebook Gryita Fuerte

Hay días que se carga la melancolía.

La luz del día pareciera tomar tonalidades grises.

Un suave viento mueve las hojas del pistache que veo por mi ventana.

Un pequeño gato que yo creo que nació en el techo de mi garaje y que es contiguo a mi estudio, maúlla lastimosamente o así me lo parece y yo imagino que llama a su madre o tiene hambre o ambas cosas.

No alcanzo a comprender de dónde viene este sentimiento.

Hace poco descubrí que pasé mucho tiempo de mi vida siendo una persona triste.

Que sufrí por largo tiempo por hurgar casi religiosamente en las partes más dramáticas, a mi entender, de mi pasado.

Sentado en un imaginario sofá desvencijado, mientras veía pasar los peores momentos de cada etapa de mi existencia en un antiguo televisor en blanco y negro, también formado por mi fantasiosa mente apenada.

Que tardé mucho en perdonarme mis errores, que incluso a veces dudo haberlo totalmente conseguido.

Tampoco he logrado perdonar, como dicen que es debido, mucho menos ha pasado por mi mente ofrecer a ningún agresor ni un solo milímetro de ninguna de mis mejillas.

Me he alejado poco a poco de todo y de todos, hasta de aquellos que aseguran conocerme, también procuro no contar tanto mis penas ya que estoy seguro que a alguien podrían hasta alegrarle y no es de mis preferencias, ni está en mis aficiones el hacer feliz, ni siquiera de rebote, a quien en mi opinión no lo merezca.

Por eso disfruto de ver dormir a mi perro, de escuchar la risa de mi hija y de admirar la sombra de mi gato que, bueno, tampoco es mío, igual que casi todo, cuando camina en la ventana de puntitas.

También me gusta escuchar a los cotorros que viven o visitan los aguacates y los mangos, también me entretiene ver correr las lagartijas y las ardillas que vuelan los tejados, yo pienso que en otra vida fui alquimista, siempre consigo transformar la nada en algo, aunque no siempre sean tan gratas mis visiones, para mí sería peor no ser artista.

A veces pienso que en verdad me gustaría haber podido elegir mis talentos, estoy seguro que me habría quedado con alguno, pero de un par me lo aseguro serían nuevos, no se imagina nadie cuánto envidio a los pintores, también a mi amigo albañil o a los plomeros.

Algún día pensé ser carpintero, de hecho es una idea que aún hoy no desecho, me gustaría poder hacer una mesa y una silla para luego sentarme ahí a tomar café y hacer un verso.

Así paso algunos largos días, solo esperando a la noche enamorada, para abrazarme con gran cariño de mi almohada y permitirme al menos suspender por unas horas la batalla.

Me gusta ser yo, aunque quisiera ser otro, sobre todo en los días grises que hoy comento, cuando me atrapa sin piedad la melancolía y me hace ver todo aquello que no tengo.

Porque si acaso lo que soy fuera para alguno algo afortunado, yo quisiera de pronto tener más alegría, aunque después se me pasa y se me olvida y agradezco mucho poder al menos creerme bueno.

Y hacer aunque sea un poco de bien a quien se cruce, de cualquier forma conmigo y con mi vida, para evitar así a toda costa la vergüenza, la tristeza inmensa, la cruel tragedia, de además de tener melancolía, pasar desapercibido a quien me necesita.

Al final son menos los días grises que los otros y me es preciso seguir remando hacia la cima, por eso he aprendido a curarme con la tinta de mi pluma aventurera y trapecista, a veces con un verso, una oración o algún hechizo.

Otras con una canción o una alegoría, pero en los grises como hoy hallo un respiro imaginando que tal vez tú me lees y me descifras y que probablemente si igual que yo a veces no encuentras la salida, sepas que no estás solo y que mañana, mañana será otro día.

RE-GENERACIÓN 19

Escríbeme:

gryitafuerte@gmail.com

Facebook Gryita Fuerte