A medida que avanzan los últimos días del año, muchos empiezan a sentir una mezcla de emociones que, en ocasiones, puede transformarse en tristeza o melancolía. Para algunos, diciembre es un mes que pesa, y no precisamente por el frío, sino por el simbolismo que hemos construido en torno a estas fechas. A pesar de que todos los días tienen la misma duración y el mismo número de horas, parece que el fin de año trae consigo una carga emocional particular, donde la nostalgia y la ansiedad se hacen más intensas.
¿De dónde viene esta sensación que experimentan tantas personas? Puede ser que la sociedad, la familia o incluso los amigos nos han inculcado una serie de expectativas en torno a la Navidad y el Año Nuevo. Nos enseñan que son épocas de felicidad, de compartir y de unión familiar, pero no todas las personas tienen el mismo contexto o el mismo tipo de experiencias. Algunas personas enfrentan pérdidas recientes, otras sienten una soledad que se intensifica en estas fechas, y muchas más se ven atrapadas en la presión de tener "el cierre perfecto" para un año que, tal vez, no cumplió sus expectativas.
Sin embargo, esta sensación de melancolía o tristeza en diciembre también puede explicarse porque muchos sienten que estos días representan el cierre de un ciclo, y con ello llegan las inevitables comparaciones con el pasado. Aparecen recuerdos de otros años, tal vez con seres queridos que ya no están, o de momentos que se sienten irrepetibles. Estas comparaciones suelen hacernos olvidar que cada día es, en realidad, una oportunidad de estar presentes en el aquí y el ahora, sin la necesidad de estar atrapados en las expectativas de lo que debería ser.
Es importante recordar que el dolor o la tristeza que podemos sentir en estas fechas no son un reflejo de nuestras vidas completas. Las emociones, como el clima, cambian, y el malestar no es eterno. Muchas veces, el peso de la nostalgia puede aligerarse si nos permitimos vivir en el presente y no en los recuerdos o en las proyecciones del futuro. Concentrarse en lo que tenemos hoy, en las personas que están a nuestro alrededor y en las pequeñas cosas que nos llenan de paz, es la clave para mantener la estabilidad emocional en estas épocas.
Es verdad que, para algunos, el fin de año es una época de reflexión, y esto no tiene nada de malo. La clave está en no caer en la trampa de pensar que nuestra vida tiene que ser perfecta o que cada fin de año es una especie de examen que debemos pasar. No estamos obligados a cerrar el año "de diez". No hay necesidad de intentar cumplir con las expectativas que otros han puesto en nosotros. Al final, la realidad es que cada día es un regalo, una nueva oportunidad de ser y de sentir.
La Navidad y el Año Nuevo no son más que días en el calendario. Son fechas que tienen el significado que cada uno quiera darles. No existen reglas que nos digan que debemos estar felices o rodeados de multitudes. Así como en cualquier otro momento del año, estas fechas son simplemente un recordatorio de que tenemos la oportunidad de vivir, de sentir, y de aprender a estar en paz con nosotros mismos.
RE-GENERACIÓN 19
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