/ domingo 23 de mayo de 2021

El universo de Maxwell | Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci nació el 15 de abril de 1452, en el pueblo de Vinci, Florencia (hoy parte de Italia). No tuvo apellido en el sentido moderno de la palabra, ya que “da Vinci” significa únicamente “de Vinci”. Hijo ilegítimo del notario Piero da Vinci y una campesina de nombre Caterina, quien probablemente era una esclava proveniente de Oriente Medio.

Para evitar que contrajera matrimonio con la humilde Caterina, los papás de Piero lo casaron con una muchacha de dieciséis años y de buena familia llamada Albiera. Piero convenció a Caterina para que le dejara al niño, a quien reconoció como hijo. Su madrastra pronto se encariñó con el niño y lo llenó de mimos, pero desgraciadamente murió joven; Leonardo tuvo diecisiete hermanastros.

El joven Da Vinci se crió en la finca de su familia paterna, entre pinos, arroyos, barrancos y hermosa vegetación. Aunque siempre supo de la existencia de su verdadera madre, nunca le permitieron verla. Al parecer, esta falta de amor materno se reflejó en sus pinturas. Da Vinci tuvo acceso a las bibliotecas de su padre y de los amigos de la familia.

A los catorce años ingresó como aprendiz en el taller de Andrea del Verrochio. Este maestro cultivaba distintas disciplinas –en las que Da Vinci sobresaldría– como pintura, escultura, arquitectura, música, geometría, química, metalurgia y carpintería. Contribuyó en varios cuadros de su maestro, quien, al ver el nivel de su joven aprendiz, decidió no volver a pintar. En 1477 deja el taller de Verrochio para iniciar su propio camino y en 1482 entra al servicio del duque de Milán.

ARTE

Da Vinci no veía diferencia entre las ciencias y las artes, para él ambas eran medios para describir el Universo creado por Dios. De su maestro aprendió el uso de la perspectiva, que aplicó en sus pinturas. Creó obras con una frescura que se asemejaba a la imagen real y expresando un sentimiento no logrado hasta esa época. Su forma de plasmar sus cuadros se volvió un modelo a seguir.

Aplicó sus conocimientos científicos para pintar las luces y sombras con el fin de obtener imágenes en tercera dimensión. Sus estudios de anatomía le ayudaron a pintar cuadros de cuerpos apegados a la realidad. Al contrario de los artistas de su tiempo –Miguel Ángel, por ejemplo–, no pintaba figuras musculosas. Afirmaba que los artistas debían conocer no sólo las reglas de la pintura, sino también las leyes de la naturaleza.

Una de sus grandes obras, “La última cena”, la pintó en la pared de un convento. En veinte años apenas estaba ya sumamente deteriorada. Además, alguien cometió la gran tontería de abrir una puerta en esa pared. Fue repintada dos veces en el siglo XVIII. Unos años después, con la invasión de Napoleón a Italia, algunos de sus soldados se divirtieron disparándole.

La pintura sobrevivió milagrosamente a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. La restauraron varias veces basándose en los bocetos originales y en las copias que varios pintores realizaron de la obra. De no haber sido por estos archivos, se habría perdido.

Otra de sus grandes obras, “La Mona Lisa”, es el retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francisco de Giocondo, de Florencia (por esta razón llamada también “La Gioconda”). Al empezar el cuadro, que tardó seis años en ser terminado, la modelo tenía 21 años. Misteriosamente, la pintura no fue entregada a su cliente, sino que Da Vinci la llevó consigo cuando se trasladó a Francia (hoy se exhibe en el Museo del Louvre).

CIENCIA

Además de ser un pintor excepcional, Da Vinci se dedicó, con una gran capacidad, al mundo de la ciencia. Soñó con aparatos increíbles que tardarían siglos en desarrollarse. Le apasionaba el estudio del cuerpo humano, demostró que los músculos son como palancas, el ojo como una lente y que el corazón funciona como una bomba hidráulica.

Como hombre de ciencia, aborrecía la guerra –a la que llamaba “locura bestial”–, pero al aceptar que vivía en una ciudad y una época inmersas en constantes conflictos, creó cañones con varias bocas que disparaban al mismo tiempo, granadas de mano, morteros, además de que diseñó un cañón y un equipo para respirar bajo el agua (cuyos planos posteriormente destruyó).

Averiguó por qué las aves levantan el vuelo en la dirección del viento y por qué pueden remontarse en el aire verticalmente. Sus primeros planos de máquinas voladoras se asemejan al esqueleto de un murciélago. Ideó un fuselaje de cuero cosido en el que una persona tendida boca abajo batiera las alas. Al parecer, Da Vinci voló una especie de planeador creado por él mismo, pero el experimento fracasó y nunca más volvió a intentarlo.

Fue el primer hombre al que se le ocurrió utilizar una hélice como medio de propulsión. Inventó casas portátiles, máquinas de dragado, laminadoras, diseñó la brújula tal como la conocemos hoy. Dedujo que los fósiles son huellas de animales extintos. Un siglo antes de Galileo enunció la idea de que la Tierra no es el centro del Universo. Da Vinci dibujó miles de bocetos, muchos de los cuales destruía cuando no le convencía el resultado. Es probable que no considerara acabada casi ninguna obra, razón por la que existen muy pocas firmadas por él.

VIDA PERSONAL

Además de su mente privilegiada, Da Vinci poseía una excepcional belleza física. No se tiene registro de que haya tenido relación con alguna mujer. Tuvo varios amigos, entre los que podemos destacar a Nicolás Maquiavelo y a su rival Miguel Ángel. Las relaciones más profundas que tuvo fueron con algunos de sus alumnos, por lo que se ha especulado sobre su probable homosexualidad.

Da Vinci era también un músico destacado, además de que al ser zurdo, podía escribir de forma especular. En el plano más íntimo, fue un hombre solitario, ya que no encontraba a alguien con quien hablar de igual a igual.

LEGADO

Aunque vivió en la época de los grandes pintores del Renacimiento, era reconocido como un gran artista (su reconocimiento como científico visionario llegó después) y los nobles se disputaban sus servicios. Pasó los últimos años de su vida en Amboise, Francia, a donde lo había invitado el rey Francisco I –con quien forjó una gran amistad–. Leonardo da Vinci falleció el 2 de mayo de 1519. De acuerdo a su última voluntad, su cortejo fúnebre fue seguido por sesenta mendigos. Dejemos aquí el reconocimiento para una de las mentes que más se han adelantado a su época, y uno de los hombres que más disciplinas han dominado en la historia.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com