/ lunes 24 de julio de 2023

El Telar | Una respuesta devastadora

El 30 de julio de cada año se celebra el Día Mundial contra la Trata de Personas, un delito trasnacional aberrante que despoja a las víctimas de su dignidad humana, el cual se ha definido como toda acción u omisión dolosa de una o varias personas para captar, enganchar, transportar, transferir, retener, entregar, recibir o alojar a una o varias personas con fines de explotación, cuyas ganancias se estiman en más de 150 mil millones de dólares al año a escala mundial.

Las formas de explotación son diversas, entre las que se encuentran la sexual y la pornografía infantil. De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, México es un país de origen, tránsito y destino de trata de personas, uno de los negocios ilícitos más lucrativos junto con el narcotráfico y el trasiego de armas.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico sitúa a México como el primer país del mundo en abuso sexual de personas menores de edad, en donde el principal flujo de pedófilos y pederastas provienen de Estados Unidos. Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones señala que anualmente 20% de los viajes turísticos internacionales tienen fines sexuales.

Al igual que en otras latitudes, uno de los problemas que enfrenta nuestro país es la falta de estadística oficial precisa; sin embargo, de acuerdo a los especialistas, sabemos que México es el segundo país de destino a nivel mundial para la explotación sexual contra niñas, niños y adolescentes y el primer lugar en contenido y distribución de pornografía infantil.

Por supuesto que desde el ámbito público hay muchísimo por hacer, pero no más que desde el privado. Si la explotación sexual y la pornografía infantil son delitos en exponencial crecimiento que reportan ganancias millonarias, es precisamente por la altísima demanda de contenidos y personas.

Las estadísticas de las organizaciones internacionales y nacionales dan cuenta clara de la descomposición social y humana, así como de la degradación que hacen unos seres humanos sobre otros al considerarlos mercancías.

No podemos soslayar que la Comisión Nacional de Derechos Humanos estima que 85% de las víctimas son niñas y mujeres, lo que nos indica que la trata tiene un importante componente de género, ya que los enganchadores, vendedores, explotadores y clientes, mayoritariamente son hombres.

Se ha generalizado la idea de que debido al temor por las represalias y a la desconfianza en las autoridades las víctimas no denuncian, seguramente es así, pero no en todos los casos. Habría que preguntarnos ¿por qué las familias de las víctimas menores de edad no denuncian? ¿quiénes son y dónde están los clientes y consumidores finales?

Los datos sobre esta problemática revelan una vergonzosa y cruel realidad, la mercantilización de las personas muchas veces comienza en los propios hogares, desde su más tierna infancia tienen un precio y su destino está marcado por el uso y abuso. Cómo olvidar las diversas investigaciones periodísticas que se han llevado a cabo en el estado de Tlaxcala desde hace años, principalmente en el poblado de Tenancingo, las cuales revelan que este es uno de los epicentros de la trata de personas no sólo de México, sino del mundo. Desde ese sitio familias enteras han extendido su millonario negocio dentro y fuera del territorio nacional; ahí los niños sueñan con ser proxenetas, las niñas saben que su destino es ser vendidas y la explotación se ha hecho una costumbre.

¿Qué está sucediendo en la intimidad de los hogares mexicanos? ¿Qué ven nuestros vecinos, amigos, familiares o nosotros mismos en los televisores, computadoras y celulares? ¿Qué vemos y escuchamos en la calle, en el trabajo, en la casa de al lado o en la habitación contigua?¿Qué tipo de personas somos? ¿En qué sociedad vivimos?

Si hacemos un cruce estadístico, la respuesta a estas interrogantes es devastadora. Hagamos consciencia, no le demos la espalda a una problemática real. No actuemos como si no pasara nada.

  • blancanarro.telar@gmail.com