A pesar de que por siglos han estado invisibilizadas, en nuestros días no debemos soslayar que existe una gran cantidad de actividades que se realizan dentro del hogar y la comunidad que son de gran importancia para el funcionamiento del sistema familiar, social y económico, tales como: la preparación de los alimentos, el arreglo y mantenimiento del hogar y la ropa, actividades de cuidado a personas mayores, con discapacidad, así como a niñas y niños, incluidas la labores de enseñanza, trasmisión de cultura y valores, entre otras, las cuales son minusvaloradas.
Imaginemos por un momento ¿cuánto dinero tendría que pagar una familia para que alguien externo realizara estas actividades? y ¿cuánto tendría que gastar el Estado para proporcionar cuidados a las personas que no pueden valerse por ellas mismas?
Para darnos una idea, tan solo del valor económico de dichas actividades, basta decir que las labores del hogar y de cuidado a personas dependientes representa 24% del Producto Interno Bruto de México, es decir 1 de cada 4 pesos. Lo que significa mucho más que el de los sectores económicos punteros como la industria manufacturera y el comercio que oscila entre 18 y 20%, respectivamente.
El trabajo de cuidados y del hogar mayoritariamente no es remunerado y recae casi siempre en las mujeres, quienes aportan tres veces más valor económico que los hombres por su empleo, teniendo una contribución de 1.8 billones de pesos a la economía mexicana.
De acuerdo al INEGI, 32 millones de personas de 15 o más años brindan cuidados a integrantes de su hogar o de otros hogares, de las cuales 75% (23.8 millones) son mujeres. En promedio, ellas dedican 40 horas semanales a estas actividades, mientras que los hombres sólo 25.6, lo que evidencia la desigual distribución de las cargas de trabajo. Las mujeres destinan 67% de su tiempo semanal al trabajo no remunerado en el hogar y solo 31% de su tiempo a actividades de trabajo para el mercado laboral.
En tal virtud, la economía de cuidado busca otorgar valor a estas actividades, debido a que en realidad son bienes o servicios económicos que además de generar valor, también demandan costos representados en tiempo y energía necesarios para producirlos. Adicionalmente, las labores de cuidado y del hogar generan bienestar a las personas que los reciben y posibilitan a otros integrantes de la familia trabajar en actividades remuneradas, estudiar, viajar y desarrollarse.
Por eso es que la economía de cuidado reconoce el valor económico de las actividades no remuneradas como fuente de desarrollo económico y social, y analiza las cargas de éstas en términos de género, donde el mayor costo lo asumen las mujeres. De ahí que las políticas públicas en la materia permiten retribuir y redistribuir estas actividades entre los distintos agentes del sistema económico y social, en beneficio no sólo de las mujeres, sino de la sociedad en su conjunto.
El Informe Mundial sobre la Brecha de Género señala que la deficiencia de los sistemas de cuidado es uno de los mayores obstáculos para mejorar las diferencias de género en los mercados laborales de todo el mundo.
La falta de infraestructuras adecuadas para el cuidado de las personas dependientes constituye un obstáculo importante para la participación de las mujeres en el mercado laboral, ya que limita su elección de trabajo, remuneración y desarrollo profesional. Asimismo, la presencia excesiva de las mujeres en estos campos sirve para reforzar aún más las diferencias existentes entre hombres y mujeres en materia de remuneración y liderazgo.
En este sentido, resulta relevante que una de las políticas prioritarias de la próxima administración, encabezada por la Dra. Claudia Sheinbaum, sea precisamente el Sistema Nacional de Cuidados, el cual pone en el centro de atención tanto a las personas que necesitan de cuidados como a quienes los proporcionan. Entre las muchas acciones proyectadas está la pensión retributiva de 3 mil pesos que recibirán las mujeres de 60 a 64 años de edad a partir del próximo año a fin de contribuir a su independencia y empoderamiento económico.
La economía de cuidado es sin duda alguna, una política de avanzada que será un parteaguas para el desarrollo social y económico de México, ya que incluirá a ese 50% de la población históricamente excluido.
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