/ lunes 6 de noviembre de 2023

El cumpleaños del perro | María Rojo es Danzón

Cada ciudad tiene su película, su sino fílmico. Y Veracruz asimila en Danzón/ 1991, de María Novaro, su contexto de puerto y de mosaico sensual para tránsfugas protoespirituales de cualquier Eros exdefeño.

Con la presencia etérea, precisa, hermosa, contundente, sutil, rebelde de María Rojo “Danzón” es la película de Veracruz por tres aspectos: (a) porque ve al puerto con ojos netamente estéticos/ ilusorios, (b) absorbe (y destila visual y auditivamente) una de las hibridaciones culturales de esta parte de la exCosta del Seno Mexicano: el danzón, y (c) porque oferta un microcosmos no centralista.

El viaje de Julia Solórzano/ María Rojo hacia Veracruz en busca de su Carmelo/ Daniel Rergis es el traslado de una educación sentimental para concatenar a modo los bullicios “del pudor y la liviandad”. La instauración de la óptica femenina a través de doña Ti/ Carmen Salinas, Susy/ Tito Vasconcelos y La Colorada/ Blanca Guerra reelabora los vestigios machistas del cine mexicano de marineros de los cuarentas y cincuentas en una fábula donde el olor del mar y los muelles son fragancias orgánicas que se impregnan, aunque sea momentáneamente, en la bailadora y telefonista Julia.

El danzón es el vaivén y el sostén vital de Julia. Al buscar a Carmelo hasta la tierra postiza de Agustín Lara extiende su territorio amatorio por el remolcador de Rubén/ Víctor Carpinteiro para confirmar que la edad, pese a tener una hija de 16 años, aún hierve en su piel.

María Novaro dirige un filme a todas luces femenino. Los hombres, que son feos pero bajo esta premisa atractivos para personajes como Julia, son sombras de padrotes, machines y hasta ebrios rusos (“I love you, Julia”, le espeta un marinero a la Solórzano) que sólo encuentran un bosquejo de prototipo subyacente en los travestis soberbios como Yadira/ Ángel del Valle, Karla/ Sergio Colmenares y, sobre todo, Susy.

“Danzón” es un filme musical tal vez sin proponérselo donde el bolero es el Virgilio que nos introduce no a un círculo dantesco sino a un submundo donde lo cursi y la camaradería femenina estallan para validar paradigmas heredados de las revistas, el cine de cabarets, la música de danzón y los salones de baile y así relativizar el mundo de allá afuera, donde el crimen, la miseria y las mentiras de los políticos conforman otro submundo para nada estético como el ofrecido por Danzón.

“Danzón” es María Rojo. Le da color al baile, al puerto. Antítesis de la Andrea Palma de “La mujer del puerto”/ 1933, María Rojo hace de Julia Solórzano una creación única, irrepetible en nuestro cine porque uno le cree al personaje, en especial cuando le describe a La Colorada a su amado Carmelo.