Pareciera mentira el decir que los cómicos son los mejores críticos de la sociedad en la que se desenvuelven. Así, por ejemplo, sigue vigente el vigor del dardo que lanzó Charles Chaplin con sus “Tiempos modernos”/ 1936 contra las políticas del sistema capitalista que, en aras del progreso, altera y/o cancela las perspectivas vitales de la clase obrera.
En varias conferencias y comentarios en televisión he dicho que la gran orfandad de Cantinflas fue esa, precisamente: no fue un fustigador (al menos en el cine) de las aberraciones sociopolíticas del México que le tocó vivir. De acuerdo, en bodrios sentimentaloides como “El padrecito”, “El profe”, “El ministro y yo” y “El patrullero 777”, Cantinflas pontificó hasta la edulcoración con sermones donde el prurito esencial era la exaltación de su personaje, dejando de lado las posibilidades de una señalización acre válida sobre tópicos de interés social.
Para la curiosidad queda la película de 1953, dirigida por Gilberto Martínez Solares, “Ahí vienen los gorrones” (disponible gratuitamente en youtube) donde en una escena, ante el ministerio público (interpretado por El piporro), la actriz Celia Viveros dice (sic): “No hace poco unos niños fusilaron a una criada con tiros de gracia y todo” en alusión al hecho de los dos hermanos, de 4 y 6 años, que dispararon contra una joven sirvienta, asunto que cobraría relevancia puesto que uno de esos niños llegó a la presidencia del país.
Tal vez el único comediante efectivo en una acometida de crítico fue Tin Tan. Amén de su personaje genésico, el pachuco, con el que cumplimentaba una visión, en su momento, contemporánea sobre los mexicanos “hechos” en Estados Unidos cuyas raíces – en este lado de la frontera- parecían no tener tampoco arraigo.
Entrando al título de la presente entrega. Una de las frases que más polémica han causado las dijo el popular político tabasqueño Andrés Manuel López Obrador: “Al diablo las instituciones”, empero sabía usted, amable lector, que en el filme “Reportaje”/ 1952, dirigida por Emilio El indio Fernández, en una escena deliciosa cuando al cómico Clavillazo lo llevan ante el agente del Ministerio Público por la sencilla razón de que dice que se vayan al diablo las instituciones.
Es una lástima que el cómico que “hablaba” con las manos navegue en las procelosas aguas del olvido cuando, en términos del pop mexicano, fue el único personaje que nunca dejó de serlo; es decir, Clavillazo siempre fue Clavillazo en todos los roles que interpretó hasta el final de sus días...