/ miércoles 17 de julio de 2024

El cumpleaños del perro / Antes del Atardecer

Hace veinte años Richard Linklater estrenó Antes del Atardecer/ EUA-2004, un melodrama minimalista que tiene una pepita de oro: el guión y los diálogos fueron escritos sobre la marcha, improvisadamente, por los actores principales Ethan Hawke y Julie Delpy y el director Richard Linklater. Incluso, el guión recibió una nominación al Óscar en la última entrega de la estatuilla dorada, en febrero pasado.

Antes del Atardecer es la segunda parte de Antes del Amanecer/ 1995, nueve años después en tiempo real de la historia en pantalla. Jesse (Hawke) y Celine (Dolpy) vuelven a encontrarse, treintañeros y con la nostalgia, usando palabras de Julio Cortázar, “desde la más profunda piel”, en el sitio más ideal: París. (Esta historia, aparentemente, fue concluida en 2013 con Antes del Anochecer.)

Jesee, convertido ahora en exitoso escritor, presenta en una librería parisina su reciente trabajo (una novela basada en su vivencia amorosa con Celine en Viena). Resulta que entre el público asistente se encuentra Celine. Disponiendo apenas de una hora para abordar su vuelo, Jesse ocupa ese tiempo en conversar con Celine del rumbo que tomaron sus vidas desde la última vez que se vieron.

La plática va del reproche (por no haber acudido a la cita seis meses después de su primer encuentro en Viena) hasta los temas ambientalistas, existencialistas y del azar.

Con buen tino, el director Richard Linklater suministra al filme un ritmo menos aburrido, inútilmente parsimonioso que el anterior Antes del Amanecer. Logra compaginar los histrionismos aparentemente gélidos de la Delpy y de Hawke. Permite -y he aquí lo más valioso del filme- que los diálogos se impregnen de improvisación, de coloquial sustancia. Incluso, ciertas pausas o variantes de los temas abordados en la plática se advierten no tatuados de errores sino más bien de eso: de impremeditación.

Podría decirse que se trata de una película naturalista en cuanto a la orientación de los diálogos, sin pauta visible de una estructura dramática.

El tono de la cinta no es ni de melodrama en sí, ni de comedia romántica, ¿entonces de qué? Una mezcla de ambas y aún más: de experimento escénico donde la ciudad de París es una protagonista silenciosa.

Mucho hay que agradecer que la película, por la abundancia de diálogos, no haya caído en la tentación teatral. Fluye estupendamente como discurso cinematográfico, la cámara se desplaza con discreción, nunca estorba ni estatiza la acción (en parte por las buenas actuaciones de Delpy y Hawke).

Un par de amantes que vuelven a encontrarse nueve años después, casados y con borrascas en sus relaciones, eso es lo son ahora Jesse y Celine, quienes, en un rico final abierto y ambiguo, podrían reiniciar su vida…