/ miércoles 4 de septiembre de 2024

El Cumpleaños del Perro / Allí viene Pedro Páramo

Allí viene Pedro Páramo, enésima versión fílmica de la novela homónima de Juan Rulfo. Y será proyectada en la plataforma Netflix –según se dice– a finales de este 2024.

El cine mexicano no ha podido con la famosa novela de Rulfo. No ha logrado capturar ni la atmósfera ni el fluir narrativo visual en las dos versiones realizadas: Pedro Páramo/ 1964, dirigida por Carlos Velo (adaptada por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez) y El hombre de la media luna/ 1976, una versión de José Bolaños –con el apoyo del propio Juan Rulfo en el guion- bastante superior a la anterior. En la primera cinta, el estadounidense John Gavin interpretó al cacique Pedro Páramo; en la segunda, Manuel Ojeda. Además, el filme de José Bolaños contó con la música del célebre Ennio Morricone.

“Vine a Comala” -dice Juan Preciado- “porque me dijeron que acá vivía mi padre”, y al igual que en el poema del florentino, Preciado descenderá al submundo que -según los preceptos teológicos- antecede al Paraíso- y buscará a Pedro Páramo, como Telémaco a Ulises. (Acaso, ¿Rulfo con Pedro Páramo reavivó como género los antiguos coloquios de los muertos: los Diálogos de Platón o la Comedia de Dante?)

A lo largo de la novela sabemos que ningún paraíso aguarda. El infierno son los otros, apuntó Sartre. Para Rulfo el infierno está aquí, en este mundo porque no conocemos otro (Leibniz revisitado: “vivimos en el mejor de los mundos posibles”).

Pablo Neruda apuntaba que lo que nos salvará de lo insoportable de vivir es el amor. Pedro Páramo es, también, una historia de amor: el que siente Pedro por Susana San Juan o el de ésta por su marido Florencio. Pedro, el cacique, el rencor vivo, el riega-hijos, el súcubo de la revolución, es prisionero de un amor no correspondido: "Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé a tenerlo todo. No solamente algo, sino todo lo que pudiera conseguir de modo que no quedara ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti".

Pedro Páramo es también poesía: "Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío"… “No sentir otro sabor sino el del azahar de los naranjos en la tibieza del tiempo".

No es para desechar el saludo que hacía Borges de Rulfo como un poeta, y señalaba, además, el autor del Aleph a los novelistas como a los verdaderos poetas. Afirmación refutable del viejo Borges porque, ¿acaso no son poetas Shakespeare con sus obras teatrales, o Fellini y Tarkovsky con sus películas? Hay en Pedro Páramo tanta poesía como Rulfo la sintió, la dosificó…

Allí viene Pedro Páramo, enésima versión fílmica de la novela homónima de Juan Rulfo. Y será proyectada en la plataforma Netflix –según se dice– a finales de este 2024.

El cine mexicano no ha podido con la famosa novela de Rulfo. No ha logrado capturar ni la atmósfera ni el fluir narrativo visual en las dos versiones realizadas: Pedro Páramo/ 1964, dirigida por Carlos Velo (adaptada por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez) y El hombre de la media luna/ 1976, una versión de José Bolaños –con el apoyo del propio Juan Rulfo en el guion- bastante superior a la anterior. En la primera cinta, el estadounidense John Gavin interpretó al cacique Pedro Páramo; en la segunda, Manuel Ojeda. Además, el filme de José Bolaños contó con la música del célebre Ennio Morricone.

“Vine a Comala” -dice Juan Preciado- “porque me dijeron que acá vivía mi padre”, y al igual que en el poema del florentino, Preciado descenderá al submundo que -según los preceptos teológicos- antecede al Paraíso- y buscará a Pedro Páramo, como Telémaco a Ulises. (Acaso, ¿Rulfo con Pedro Páramo reavivó como género los antiguos coloquios de los muertos: los Diálogos de Platón o la Comedia de Dante?)

A lo largo de la novela sabemos que ningún paraíso aguarda. El infierno son los otros, apuntó Sartre. Para Rulfo el infierno está aquí, en este mundo porque no conocemos otro (Leibniz revisitado: “vivimos en el mejor de los mundos posibles”).

Pablo Neruda apuntaba que lo que nos salvará de lo insoportable de vivir es el amor. Pedro Páramo es, también, una historia de amor: el que siente Pedro por Susana San Juan o el de ésta por su marido Florencio. Pedro, el cacique, el rencor vivo, el riega-hijos, el súcubo de la revolución, es prisionero de un amor no correspondido: "Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé a tenerlo todo. No solamente algo, sino todo lo que pudiera conseguir de modo que no quedara ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti".

Pedro Páramo es también poesía: "Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío"… “No sentir otro sabor sino el del azahar de los naranjos en la tibieza del tiempo".

No es para desechar el saludo que hacía Borges de Rulfo como un poeta, y señalaba, además, el autor del Aleph a los novelistas como a los verdaderos poetas. Afirmación refutable del viejo Borges porque, ¿acaso no son poetas Shakespeare con sus obras teatrales, o Fellini y Tarkovsky con sus películas? Hay en Pedro Páramo tanta poesía como Rulfo la sintió, la dosificó…