Albert Einstein es, sin duda, el científico más importante y popular del siglo XX. Con este genio alemán sucede lo mismo que con el presidente Benito Juárez en México, disfruta de una popularidad y de una aceptación colectiva que ha sido rentable para la industria de la publicidad.
Su rostro sacando la lengua, con su melena blanca alborotada, circula en camisetas, chamarras, posters, en portadas de libros, en una palabra: Einstein es un icono de la sociedad, sin que el imaginario colectivo conozca a fondo, como es mi caso, la esencia de su aportación no tan solo la física, sino a la ciencia en general.
Se están celebrando 139 años del nacimiento de Albert Einstein; este acontecimiento ha sido recibido con un entusiasmo poco común en todas las sociedades científicas y académicas que hay en el mundo.
Podemos afirmar que Einstein es un científico al que se le rinde una absoluta pleitesía y se le reconoce como el gran científico merced a su obra conocida como “la teoría de la relatividad especial”. La incursión de Albert Einstein, dicen sus biógrafos, en el mundo de la ciencia, se logra gracias a la publicación de cinco artículos que se convirtieron en una hazaña intelectual única y que lo convirtió en un genio. Estos artículos eran cruciales para la historia de la física del siglo XX. Siendo el cuarto artículo un corolario de todos los anteriores en donde Einstein obtiene su famosa fórmula de la equivalencia entre la masa y la energía. El resultado de estos dos últimos artículos es lo que el mundo contemporáneo conoce como teoría especial de la relatividad, aunque Albert prefería llamarla “teoría de la invariancia”.
A nosotros los mortales que no tenemos acceso al mundo de la física y de la cuántica nos resultaría más productivo conocer la matizada vida de este genio que obtuvo el Premio Nobel de Física en 1927, y que fue maestro emérito de la Universidad de Princeton, donde vivió sus últimos veintidós años, y acostumbró a todos verlo en el campus universitario en bicicleta como si fuera un adolescente. Dice Einstein en sus memorias que se publicaron post mortem, que fue en la bicicleta precisamente donde tuvo las grandes ideas que desarrolló y que tanto contribuyeron a la ciencia.
A diferencia de Newton que nunca se casó, y que se llegó incluso a rumorar que había muerto virgen, Einstein se casó muy joven y tuvo un hijo, que le obligaba a mantener un trabajo de tiempo completo en la oficina federal de patentes en Berna. Otra diferencia con Newton es que éste fue capaz de crear las matemáticas necesarias para desarrollar sus ideas sobre mecánica y gravitación. En cambio Einstein, dicen los historiadores, nunca fue creativo en matemáticas. En sus notas autobiográficas Albert reconoce sin rubor “vi que las matemáticas estaban fragmentadas en numerosas especialidades, cada una de las cuales podría fácilmente absorber nuestro breve lapso de vida. Así, me vi a mí mismo en la posición del asno de Buridan, que era incapaz de decidir qué atado de heno debía elegir”.
Recientemente en Nueva York con motivo del aniversario del nacimiento de Albert Einstein se celebró en Broadway un “casting” para seleccionar entre cientos de actores que acudieron, al más parecido al genio alemán, para montar una obra musical en donde Albert aparece cantando bajo la lluvia -en una franca referencia a Fred Astaire- con la diferencia de que Albert lo hace montado en su bicicleta que lo hizo célebre en la historia.
También ya contamos en nuestro poder con juguetes con la imagen de Albert Einstein, como consecuencia de que la heredera de los escritos y otros bienes del genio alemán, la Universidad Hebrea de Jerusalén, a quien Albert dejó todos sus activos científicos y económicos, vendió a Walt Disney el derecho para que la imagen del científico sea convertido en una línea de juguetes educativos que llevaran el nombre de “Baby Einstein”. A cambio de esto la Universidad Hebrea de Jerusalén recibirá tres millones de dólares durante cincuenta años. Antes, la Universidad Hebrea había rechazado la solicitud de tres ofrecimientos para emplear la imagen del sabio. Uno de ellos era para utilizarlo en un concierto de Madonna; el segundo, una firma pretendía utilizar su imagen para promover la venta de un vodka ruso, y el tercero fue el gobierno norteamericano que pretendía utilizar la imagen de Einstein para impulsar uno de su programas.
Para finalizar, les diré que el genio nació en Alemania el 14 de marzo de 1879, radicó en Estados Unidos tras la llegada de Adolfo Hitler al poder en 1933, como miles de científicos y artistas judíos para escapar de la persecución nazi. Y quizás el mejor reconocimiento que se le puede hacer, es, como lo dije al principio, que goza en el mundo de la misma popularidad que en México disfruta el presidente Benito Juárez.
E-mail.- notario177@msn.com