/ martes 14 de mayo de 2024

Economía y bienestar / Por una cultura del uso racional del agua

Ante la crisis del agua que actualmente se vive tanto en México como en el mundo, se pude decir que hoy experimentamos ya estrés hídrico.

Entendido este fenómeno cuando la demanda de agua es más alta que la oferta que se tiene de la misma, es decir, cuando en un conglomerado de personas bien sean del medio urbano como del rural, existe una tendencia clara y evidente de una reserva negativa de agua para satisfacer las necesidades propias de la vida cotidiana, situación que provoca su racionalización y asignación con criterios propios a las necesidades de cada región.

Lo anterior, no solo afecta las actividades cotidianas, sino que por tratarse de un líquido vital, trastoca todas las acciones humanas y más aún, de la vida del propio planeta. Pero este problema se viene gestando desde hace tiempo, por ejemplo, desde la ciencia económica y particularmente en materia de contabilidad gubernamental, en que cada una de las unidades de producción que se contabilizan en el Producto Interno Bruto (PIB), no contempla los costos de conservación o de mantenimiento de los recursos naturales utilizados en la producción misma, por lo que es necesario integrar en el sistema de cuentas nacionales aspectos propios del ámbito de la sustentabilidad y sostenibilidad de los recursos.

Por otro lado, habrá que hacer un recuento de cómo los conceptos de sustentabilidad y sostenibilidad ha ido permeando en la conciencia de los diferentes actores sociales, sin embargo, es necesario ir puntualizando las responsabilidades de cada uno de ellos, aun cuando la sustentabilidad implica el poder lograr beneficios económicos haciendo converger los intereses con los de conservación de los bienes naturales; por otra parte, la sostenibilidad implica el desarrollo de modelos que permitan cubrir las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones.

Además de lo anterior, hay que tomar en cuenta que desde los años setenta, cuando se empieza a considerar la importancia de conservar el medio ambiente, hasta los primeros años del presente siglo, que a través de la Organización de las Naciones Unidas, se firma la Agenda 2030, para el Desarrollo Sostenible, en la que se crean compromisos a nivel internacional entre los países firmantes, con la finalidad de desarrollar acciones con la clara intención de atender los problemas de pobreza, y proteger el planeta.

Dicha agenda consta de diecisiete objetivos, con el objetivo de hacer una evaluación en el año 2030 para ver sus alcances y limitaciones. En materia que nos ocupa, del reto que implica el acceso al agua y su saneamiento, tiene mucho que ver el crecimiento de la demandad de agua generada por el crecimiento demográfico y las crecientes necesidades en materia de su uso para los sectores agrícola, industrial y energético; de acuerdo con reportes de las Naciones Unidas, más de la mitad de la población mundial sufre escases de agua, durante al menos un mes al año; por otra parte, en el año 2022, un tercio de la población mundial no tenían acceso al agua, igualmente no contaban con servicios de saneamiento de la misma.

Hoy, ante el estrés hídrico que se padece en el Estado de Tamaulipas y particularmente en la zona sur, es necesario por la urgencia del tema, el desarrollar una serie de acciones que nutran políticas públicas en materia de conservación y uso racional del agua, en la que todos y cada uno de los actores sociales, desarrolle actividades donde se coloque en el centro de sus acciones la importancia del uso y la conservación del agua, ya que durante mucho tiempo, se formó un imaginario colectivo de que en la zona sur estamos rodeados de agua, situación que flexibilizo durante mucho tiempo la importancia de su uso racional, por ello, ante la posibilidad de empezar a racionalizar su distribución, es necesario, que nos responsabilicemos de la importancia del uso racional del agua, con la intención de pensar en las futuras generaciones.

Regeneración 19

Ante la crisis del agua que actualmente se vive tanto en México como en el mundo, se pude decir que hoy experimentamos ya estrés hídrico.

Entendido este fenómeno cuando la demanda de agua es más alta que la oferta que se tiene de la misma, es decir, cuando en un conglomerado de personas bien sean del medio urbano como del rural, existe una tendencia clara y evidente de una reserva negativa de agua para satisfacer las necesidades propias de la vida cotidiana, situación que provoca su racionalización y asignación con criterios propios a las necesidades de cada región.

Lo anterior, no solo afecta las actividades cotidianas, sino que por tratarse de un líquido vital, trastoca todas las acciones humanas y más aún, de la vida del propio planeta. Pero este problema se viene gestando desde hace tiempo, por ejemplo, desde la ciencia económica y particularmente en materia de contabilidad gubernamental, en que cada una de las unidades de producción que se contabilizan en el Producto Interno Bruto (PIB), no contempla los costos de conservación o de mantenimiento de los recursos naturales utilizados en la producción misma, por lo que es necesario integrar en el sistema de cuentas nacionales aspectos propios del ámbito de la sustentabilidad y sostenibilidad de los recursos.

Por otro lado, habrá que hacer un recuento de cómo los conceptos de sustentabilidad y sostenibilidad ha ido permeando en la conciencia de los diferentes actores sociales, sin embargo, es necesario ir puntualizando las responsabilidades de cada uno de ellos, aun cuando la sustentabilidad implica el poder lograr beneficios económicos haciendo converger los intereses con los de conservación de los bienes naturales; por otra parte, la sostenibilidad implica el desarrollo de modelos que permitan cubrir las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones.

Además de lo anterior, hay que tomar en cuenta que desde los años setenta, cuando se empieza a considerar la importancia de conservar el medio ambiente, hasta los primeros años del presente siglo, que a través de la Organización de las Naciones Unidas, se firma la Agenda 2030, para el Desarrollo Sostenible, en la que se crean compromisos a nivel internacional entre los países firmantes, con la finalidad de desarrollar acciones con la clara intención de atender los problemas de pobreza, y proteger el planeta.

Dicha agenda consta de diecisiete objetivos, con el objetivo de hacer una evaluación en el año 2030 para ver sus alcances y limitaciones. En materia que nos ocupa, del reto que implica el acceso al agua y su saneamiento, tiene mucho que ver el crecimiento de la demandad de agua generada por el crecimiento demográfico y las crecientes necesidades en materia de su uso para los sectores agrícola, industrial y energético; de acuerdo con reportes de las Naciones Unidas, más de la mitad de la población mundial sufre escases de agua, durante al menos un mes al año; por otra parte, en el año 2022, un tercio de la población mundial no tenían acceso al agua, igualmente no contaban con servicios de saneamiento de la misma.

Hoy, ante el estrés hídrico que se padece en el Estado de Tamaulipas y particularmente en la zona sur, es necesario por la urgencia del tema, el desarrollar una serie de acciones que nutran políticas públicas en materia de conservación y uso racional del agua, en la que todos y cada uno de los actores sociales, desarrolle actividades donde se coloque en el centro de sus acciones la importancia del uso y la conservación del agua, ya que durante mucho tiempo, se formó un imaginario colectivo de que en la zona sur estamos rodeados de agua, situación que flexibilizo durante mucho tiempo la importancia de su uso racional, por ello, ante la posibilidad de empezar a racionalizar su distribución, es necesario, que nos responsabilicemos de la importancia del uso racional del agua, con la intención de pensar en las futuras generaciones.

Regeneración 19