/ martes 12 de noviembre de 2024

Economía para todos / "Wachando" de nuevo

La semana pasada, todos teníamos un ojo puesto en las elecciones presidenciales del país vecino. Ahora, mientras aún se digieren los resultados políticos, México sigue "wachando" al vecino del norte, pero esta vez en un tema crucial para nuestras carteras: la política monetaria. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) decidió recortar su tasa de interés del 5% al 4.75% el pasado 7 de noviembre, mientras que el Banco de México (Banxico) aún mantiene su tasa objetivo en 10.50%, luego de haberla ajustado desde los 11.25% en marzo de este año.

La política monetaria es el arte de manejar las tasas de interés y la oferta monetaria para influir en la economía de un país. En teoría, al bajar las tasas de interés, se busca estimular el crecimiento económico, ya que se abarata el costo del crédito, incentivando tanto el consumo como la inversión. Por otro lado, subir las tasas es una herramienta para enfriar una economía sobrecalentada, controlar la inflación y mantener la estabilidad de precios. La Reserva Federal, al recortar su tasa, envía una señal de preocupación por la desaceleración económica en Estados Unidos, quizá en respuesta a presiones inflacionarias que han empezado a ceder.

En contraste, el Banco de México ha mantenido su tasa en un nivel elevado, aunque ya ha comenzado un ciclo de recortes cautelosos, pasando de un máximo de 11.25% en marzo a su nivel actual de 10.50%. Esta diferencia se traduce en un "carry trade" atractivo, donde los inversionistas globales pueden obtener mayores rendimientos al colocar sus capitales en México, pero también plantea un dilema: mantener tasas altas para controlar la inflación interna puede, al mismo tiempo, desacelerar el crecimiento económico en un país que ya se enfrenta a otros retos estructurales.

En México, es muy común seguir con atención los pasos de la Fed. Esta relación es una danza compleja, en la que México, como economía emergente, suele adaptar su política monetaria para evitar una salida abrupta de capitales extranjeros, algo que podría depreciar rápidamente al peso mexicano y encarecer la deuda externa. Sin embargo, mantener tasas altas por mucho tiempo tiene sus propios costos, ya que encarece el financiamiento interno y frena la inversión y el consumo doméstico.

Al bajar sus tasas, la Fed busca contrarrestar una desaceleración que podría estar afectando a sectores clave como el inmobiliario y la manufactura. Pero, ¿qué significa esto para México? Históricamente, Banxico ha enfrentado la presión de armonizar sus decisiones con las de su contraparte norteamericana. En un mundo cada vez más interconectado, ignorar los movimientos de la Fed podría provocar una fuga de capitales hacia activos más seguros en dólares, depreciando al peso y aumentando la inflación importada.

No obstante, Banxico también tiene que lidiar con su propia realidad, una inflación que, aunque ha mostrado signos de desaceleración, sigue por encima del rango objetivo del 3% ± 1%. Aquí, el dilema es claro: seguir reduciendo tasas podría estimular la economía interna, pero también podría arriesgarse a un repunte inflacionario que costaría aún más controlar en el futuro.

Los economistas clásicos, como John Maynard Keynes, ya sugerían que, en tiempos de incertidumbre, la política monetaria debía ser flexible para adaptarse a las necesidades de la economía. Por otro lado, los monetaristas, liderados por Milton Friedman, advertían que manipular las tasas de interés podía ser un arma de doble filo si se perseguía con demasiada agresividad. Hoy en día, la teoría moderna sugiere un enfoque mixto, donde la política monetaria debe ser reactiva tanto a los datos internos como a las señales externas provenientes de actores globales como la Fed.

Para México, el contexto actual es un "tightrope walk", una caminata sobre la cuerda floja entre mantener la estabilidad macroeconómica y fomentar el crecimiento. Si bien Banxico no puede simplemente replicar las decisiones de la Fed, tampoco puede ignorarlas por completo. Las decisiones de política monetaria de ambos bancos centrales reflejan un equilibrio entre objetivos a corto y largo plazo. Pero el reflejo no es automático ni simétrico; Banxico debe sopesar el impacto de sus decisiones en un entorno más volátil y menos predecible.

Con la Fed adoptando una postura más flexible, Banxico podría sentirse tentado a recortar aún más su tasa objetivo en los próximos meses, especialmente si la inflación sigue moderándose. Sin embargo, el banco central mexicano tendrá que hacerlo con prudencia. Un recorte apresurado podría desencadenar volatilidad en los mercados cambiarios y financieros, afectando la confianza de los inversionistas en un momento en que México necesita estabilidad para atraer más inversión extranjera. Por lo pronto, la próxima decisión de política monetaria por parte de la Junta de Gobierno del Banco de México es el próximo jueves 14 de noviembre, así que habrá que estar al tanto de lo que se decida. Cuídese mucho.

* Regeneración 19