/ martes 1 de octubre de 2024

Economía para todos / Mesura monetaria

El pasado jueves, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió reducir su tasa de interés de referencia en 25 puntos base, llevándola del 10.75% al 10.50%. Esta decisión llegó una semana después de que la Reserva Federal de Estados Unidos sorprendiera a los mercados con un recorte más agresivo de 50 puntos base. La diferencia en el grado de los ajustes ha generado múltiples análisis sobre la política monetaria en ambos países. ¿Por qué Banxico no siguió a la Fed con un recorte más pronunciado? Y lo más importante, ¿qué implicaciones tiene esta decisión para la economía mexicana?

Aunque la economía de México está profundamente conectada a la de Estados Unidos, ambas naciones enfrentan contextos económicos, inflacionarios y estructurales diferentes. En este sentido, que Banxico no haya replicado la decisión de la Fed de reducir en 50 puntos base su tasa de interés de referencia es una muestra de mesura, y no de rezago.

La Reserva Federal, al bajar su tasa de interés en 50 puntos base, está respondiendo a una trayectoria de inflación decreciente que ha mostrado señales de estabilización. Su proyección de inflación se ha revisado a la baja, con 2.3% para 2024 y 2.1% para 2025. Por ello, la Fed tiene espacio para maniobrar debido a su inflación controlada y un entorno de crecimiento económico más sólido. En este sentido, Estados Unidos enfrenta una fase de "aterrizaje suave" —es decir, una situación en la que la economía desacelera su crecimiento lo suficiente como para controlar la inflación, pero sin caer en una recesión. Esto implica que los precios se estabilizan mientras el desempleo y el crecimiento económico permanecen en niveles manejables—, con expectativas de un desempleo mayor, pero bajo control, y un crecimiento económico cercano al 2%.

Por otro lado, la economía mexicana, aunque también en un contexto de desaceleración de la inflación, presenta una situación más compleja. Si bien la inflación general en México ha disminuido a 4.66%, la inflación subyacente —aquella que excluye los componentes más volátiles como los energéticos y los alimentos— se encuentra aún en 3.95%, lo que sigue siendo elevado para los estándares de Banxico, cuya meta es del 3%. Además, el peso mexicano ha mostrado una mayor volatilidad y las perspectivas económicas globales, incluidas las tensiones geopolíticas y las presiones inflacionarias externas, representan riesgos que no pueden pasarse por alto.

Tomando en cuenta lo anterior, es que Banxico ha optado por un enfoque más conservador. Un recorte más agresivo, como el de la Fed, podría haber generado presiones adicionales sobre la moneda mexicana y sobre la percepción de los inversionistas en cuanto a la estabilidad financiera del país. Un ajuste de 25 puntos base es una decisión más prudente, que al mismo tiempo permite comenzar a aliviar las condiciones financieras, pero sin comprometer los avances en la lucha contra la inflación.

Por otra parte, Banxico no puede permitirse cometer el error de adoptar una política espejo a la de la Fed, sin considerar las diferencias estructurales entre ambas economías. Estados Unidos tiene una economía más diversificada, con un sistema financiero más profundo y mayores márgenes de maniobra ante fluctuaciones externas.

Reducir las tasas de interés de forma demasiado abrupta podría generar presiones inflacionarias indeseadas, o incluso una fuga de capitales, dada la percepción de los inversionistas internacionales. En contraste, una política monetaria más cauta, como la adoptada por Banxico, garantiza que las condiciones se relajen gradualmente, permitiendo observar de manera más clara los impactos en la economía antes de hacer ajustes más pronunciados.

Mientras la Fed continúa ajustando sus políticas para garantizar una transición económica suave, Banxico debe seguir evaluando los efectos de la inflación, la volatilidad de su moneda y las presiones sobre los precios. En este sentido, la decisión de reducir gradualmente la tasa de interés le otorga flexibilidad para reaccionar ante futuras sorpresas económicas, sin comprometer la estabilidad financiera y la lucha contra la inflación.

En suma, Banxico ha demostrado que no todas las decisiones de política monetaria tienen que ser contundentes para ser efectivas. La mesura es, en este caso, una estrategia más alineada con la realidad mexicana.

El pasado jueves, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió reducir su tasa de interés de referencia en 25 puntos base, llevándola del 10.75% al 10.50%. Esta decisión llegó una semana después de que la Reserva Federal de Estados Unidos sorprendiera a los mercados con un recorte más agresivo de 50 puntos base. La diferencia en el grado de los ajustes ha generado múltiples análisis sobre la política monetaria en ambos países. ¿Por qué Banxico no siguió a la Fed con un recorte más pronunciado? Y lo más importante, ¿qué implicaciones tiene esta decisión para la economía mexicana?

Aunque la economía de México está profundamente conectada a la de Estados Unidos, ambas naciones enfrentan contextos económicos, inflacionarios y estructurales diferentes. En este sentido, que Banxico no haya replicado la decisión de la Fed de reducir en 50 puntos base su tasa de interés de referencia es una muestra de mesura, y no de rezago.

La Reserva Federal, al bajar su tasa de interés en 50 puntos base, está respondiendo a una trayectoria de inflación decreciente que ha mostrado señales de estabilización. Su proyección de inflación se ha revisado a la baja, con 2.3% para 2024 y 2.1% para 2025. Por ello, la Fed tiene espacio para maniobrar debido a su inflación controlada y un entorno de crecimiento económico más sólido. En este sentido, Estados Unidos enfrenta una fase de "aterrizaje suave" —es decir, una situación en la que la economía desacelera su crecimiento lo suficiente como para controlar la inflación, pero sin caer en una recesión. Esto implica que los precios se estabilizan mientras el desempleo y el crecimiento económico permanecen en niveles manejables—, con expectativas de un desempleo mayor, pero bajo control, y un crecimiento económico cercano al 2%.

Por otro lado, la economía mexicana, aunque también en un contexto de desaceleración de la inflación, presenta una situación más compleja. Si bien la inflación general en México ha disminuido a 4.66%, la inflación subyacente —aquella que excluye los componentes más volátiles como los energéticos y los alimentos— se encuentra aún en 3.95%, lo que sigue siendo elevado para los estándares de Banxico, cuya meta es del 3%. Además, el peso mexicano ha mostrado una mayor volatilidad y las perspectivas económicas globales, incluidas las tensiones geopolíticas y las presiones inflacionarias externas, representan riesgos que no pueden pasarse por alto.

Tomando en cuenta lo anterior, es que Banxico ha optado por un enfoque más conservador. Un recorte más agresivo, como el de la Fed, podría haber generado presiones adicionales sobre la moneda mexicana y sobre la percepción de los inversionistas en cuanto a la estabilidad financiera del país. Un ajuste de 25 puntos base es una decisión más prudente, que al mismo tiempo permite comenzar a aliviar las condiciones financieras, pero sin comprometer los avances en la lucha contra la inflación.

Por otra parte, Banxico no puede permitirse cometer el error de adoptar una política espejo a la de la Fed, sin considerar las diferencias estructurales entre ambas economías. Estados Unidos tiene una economía más diversificada, con un sistema financiero más profundo y mayores márgenes de maniobra ante fluctuaciones externas.

Reducir las tasas de interés de forma demasiado abrupta podría generar presiones inflacionarias indeseadas, o incluso una fuga de capitales, dada la percepción de los inversionistas internacionales. En contraste, una política monetaria más cauta, como la adoptada por Banxico, garantiza que las condiciones se relajen gradualmente, permitiendo observar de manera más clara los impactos en la economía antes de hacer ajustes más pronunciados.

Mientras la Fed continúa ajustando sus políticas para garantizar una transición económica suave, Banxico debe seguir evaluando los efectos de la inflación, la volatilidad de su moneda y las presiones sobre los precios. En este sentido, la decisión de reducir gradualmente la tasa de interés le otorga flexibilidad para reaccionar ante futuras sorpresas económicas, sin comprometer la estabilidad financiera y la lucha contra la inflación.

En suma, Banxico ha demostrado que no todas las decisiones de política monetaria tienen que ser contundentes para ser efectivas. La mesura es, en este caso, una estrategia más alineada con la realidad mexicana.