El segundo trimestre de 2024 presenta un panorama mixto en el mercado laboral mexicano, reflejando tanto avances como desafíos persistentes.
Los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) destacan un incremento en la población ocupada, lo cual puede interpretarse como un indicio positivo en términos de crecimiento económico y absorción de mano de obra. No obstante, a pesar de estos avances, persisten retos estructurales como la informalidad laboral y la desigualdad regional, que limitan la capacidad del mercado laboral para absorber plenamente a la población trabajadora, particularmente en estados como nuestro Tamaulipas, donde la tasa de desocupación ha mostrado un aumento significativo.
El análisis del mercado laboral mexicano bajo el lente de la ENOE se puede enmarcar en diferentes teorías económicas. Una de ellas es la teoría del desempleo estructural, que sugiere que existen desajustes entre las habilidades de los trabajadores y las necesidades del mercado laboral. Este fenómeno se puede observar en el crecimiento de sectores como la construcción y los servicios profesionales, mientras que otros sectores, como la agricultura, muestran una reducción significativa en el empleo.
Por otra parte, desde la perspectiva de la teoría del ciclo económico de Arthur Okun, es posible correlacionar el crecimiento del empleo con el crecimiento económico. Según la ley de Okun, un incremento en el producto interno bruto (PIB) generalmente conduce a una reducción en la tasa de desempleo, aunque no siempre de manera proporcional. Sin embargo, este enfoque cuantitativo a menudo omite la calidad del empleo generado. En el caso mexicano, aunque hemos visto un aumento en el empleo, la alta informalidad y la persistente precariedad laboral en ciertas regiones sugieren que el crecimiento económico no se ha traducido en mejoras significativas en la calidad del trabajo.
Otra teoría relevante es la de la segmentación del mercado laboral, que establece que el mercado laboral está dividido en dos sectores: el primario, que ofrece empleos estables y bien remunerados, y el secundario, caracterizado por empleos precarios, inestables y mal pagados. La persistencia de la informalidad y las desigualdades regionales en México reflejan esta segmentación, donde un número significativo de trabajadores está atrapado en el sector secundario, con pocas posibilidades de movilidad hacia mejores empleos.
En ese sentido, los datos del segundo trimestre de 2024, revelan que un total de 59.3 millones de personas se encontraban ocupadas, 805 mil más que en el mismo periodo de 2023. Este crecimiento se concentró en sectores como la construcción, los servicios sociales y el transporte, mientras que sectores tradicionales como la agricultura y la pesca experimentaron una disminución en la población ocupada. Este cambio en la estructura sectorial del empleo refleja un proceso de terciarización de la economía mexicana, donde cada vez más personas se desplazan hacia el sector de servicios.
En términos de la Población Económicamente Activa (PEA), se observa un incremento tanto en la PEA masculina como en la femenina, con 301 mil y 436 mil personas más, respectivamente, en comparación con el segundo trimestre de 2023. Asimismo, si hablamos de desempleo, la tasa general se ubicó en 2.67%, con ligeras diferencias entre hombres (2.69%) y mujeres (2.63%). Aunque esta tasa es inferior a la del año anterior, su análisis a nivel estatal revela disparidades preocupantes como, por ejemplo, en Tamaulipas, donde la tasa de desocupación se elevó a 3.43%, sugiriendo que la recuperación económica no ha sido uniforme en todo el país y que prevalece un contexto local más complicado.
En tanto, la informalidad sigue siendo un problema estructural, donde en estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas, más del 70% de la población ocupada trabaja en condiciones de informalidad, reflejando la incapacidad del sector formal para absorber la mano de obra disponible, lo que a su vez perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades de desarrollo económico y social.
Asimismo, a pesar de los avances en términos de creación de empleo, el mercado laboral mexicano continúa enfrentando desafíos estructurales que impiden una verdadera mejora en las condiciones de vida de los trabajadores. La alta informalidad, la precariedad laboral y las disparidades regionales son síntomas de un sistema que aún no logra ofrecer igualdad de oportunidades a toda la población.
Con ello, las teorías económicas anteriormente mencionadas nos permiten comprender mejor estos fenómenos, pero también subrayan la necesidad de políticas públicas más integrales que aborden no solo la cantidad, sino la calidad del empleo en México, donde no solamente un incremento salarial se traduce en bienestar a los trabajadores. Solo así podremos avanzar hacia un mercado laboral más inclusivo y equitativo, capaz de sostener un desarrollo económico sostenible a largo plazo.
Regeneración 19