/ martes 27 de marzo de 2018

Deudores y acreedores

La cultura financiera en nuestro país es un tema abstracto. Esto se traduce no solo en el desconocimiento de las derechos y obligaciones que se tiene ante las instituciones crediticias, sino en la mejor forma de utilizar los productos que estas ofrecen. En el caso de las tarjetas de crédito, que alcanzaron 27 y medio millones al cierre de 2016 (cantidad que representa un aumento de 12.4% respecto a los 24 millones 420 mil plásticos vigentes al cierre de 2015, según la Condusef), gran número de usuarios desconocen cuál es la tasa de interés anual, la tarjeta que tiene el CAT más alto, y otros cargos que se cobran, asunto que no se relaciona directamente con el grado de educación, como comúnmente se cree.

El disponer de un índice clasificatorio de los intereses anuales que cobran las distintas tarjetas de crédito en México, al parecer no es suficiente para que los usuarios consideren la importancia de esto como manera de elegir la tarjeta que ofrezca las mayores ventajas, pese a que estas opciones pueden ser causa de que la gente se quede sin dinero antes de concluir la quincena y recurran a préstamos usualmente a muy altos tipos de interés. Referente a deudas y deudores, poco se sabe que en la década de 1910 el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, solicitó personalmente –con todos los requisitos del caso—al Director General del Banco de México, un préstamo de tres millones en papel billete, el cual fue puntualmente liquidado por los revolucionarios. En garantía del citado empréstito, el Gral. Zapata dejo “una caja que contenía para entonces la fabulosa suma de cien mil pesos de oro”.

A las pocas semanas, de acuerdo a testimonios, “irrrumpieron en el patio central de Banamex en sus caballos los lugartenientes del Gral. Zapata, porque se disponían a abandonar la ciudad de México, presentándose para pagar el crédito de manera integral y recuperar la garantía”. Se afirma que los ejecutivos del banco decidieron conceder el préstamo “sin mayor análisis” en vista del oro en prenda, y solo en parte, --se aclara--, motivados por la fuerza armada que acompañaba al solicitante”. Muy probablemente la fecha exacta de este raro suceso es al momento en que Zapata, a causa del rompimiento de la convención con Carranza y la aceptación del plan de Ayala, “ocupó” la ciudad de México y las familias de la capital de la república se mostraban alarmadas por la cauda de rumores y el “asalto inminente de las hordas que llegaban para sacarles el corazón”; pero cuando estas llegan, resulta que en su mayoría son “un grupo de campesinos vestidos de manta blanca, con sus sandalias franciscanas, sus enormes sombreros de petate, sus cananas y machetes; no parecían militares ni querían parecerlo”. Deudores y acreedores

La cultura financiera en nuestro país es un tema abstracto. Esto se traduce no solo en el desconocimiento de las derechos y obligaciones que se tiene ante las instituciones crediticias, sino en la mejor forma de utilizar los productos que estas ofrecen. En el caso de las tarjetas de crédito, que alcanzaron 27 y medio millones al cierre de 2016 (cantidad que representa un aumento de 12.4% respecto a los 24 millones 420 mil plásticos vigentes al cierre de 2015, según la Condusef), gran número de usuarios desconocen cuál es la tasa de interés anual, la tarjeta que tiene el CAT más alto, y otros cargos que se cobran, asunto que no se relaciona directamente con el grado de educación, como comúnmente se cree.

El disponer de un índice clasificatorio de los intereses anuales que cobran las distintas tarjetas de crédito en México, al parecer no es suficiente para que los usuarios consideren la importancia de esto como manera de elegir la tarjeta que ofrezca las mayores ventajas, pese a que estas opciones pueden ser causa de que la gente se quede sin dinero antes de concluir la quincena y recurran a préstamos usualmente a muy altos tipos de interés. Referente a deudas y deudores, poco se sabe que en la década de 1910 el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, solicitó personalmente –con todos los requisitos del caso—al Director General del Banco de México, un préstamo de tres millones en papel billete, el cual fue puntualmente liquidado por los revolucionarios. En garantía del citado empréstito, el Gral. Zapata dejo “una caja que contenía para entonces la fabulosa suma de cien mil pesos de oro”.

A las pocas semanas, de acuerdo a testimonios, “irrrumpieron en el patio central de Banamex en sus caballos los lugartenientes del Gral. Zapata, porque se disponían a abandonar la ciudad de México, presentándose para pagar el crédito de manera integral y recuperar la garantía”. Se afirma que los ejecutivos del banco decidieron conceder el préstamo “sin mayor análisis” en vista del oro en prenda, y solo en parte, --se aclara--, motivados por la fuerza armada que acompañaba al solicitante”. Muy probablemente la fecha exacta de este raro suceso es al momento en que Zapata, a causa del rompimiento de la convención con Carranza y la aceptación del plan de Ayala, “ocupó” la ciudad de México y las familias de la capital de la república se mostraban alarmadas por la cauda de rumores y el “asalto inminente de las hordas que llegaban para sacarles el corazón”; pero cuando estas llegan, resulta que en su mayoría son “un grupo de campesinos vestidos de manta blanca, con sus sandalias franciscanas, sus enormes sombreros de petate, sus cananas y machetes; no parecían militares ni querían parecerlo”. Deudores y acreedores