/ lunes 30 de octubre de 2023

Desde el faro | Otis, sinónimo de desastre y ruinas

Qué increíble, impredecible y devastadora puede ser la naturaleza, y lo digo por la reciente tragedia que llegó al estado de Guerrero.

Las noticias predecían una tormenta tropical (con menos de 109 kilómetros por hora), de los 22 ciclones en el Atlántico y 16 en el Pacífico que están pronosticadas dentro de la temporada de huracanes del 2023. En solo 12 horas cambió radicalmente de escala, pasando a huracán de nivel 5 en la escala Saffir-Simpson con más de 250 km/h.

El Centro de Huracanes estadounidense advirtió sobre lluvias intensas, Otis llegó el miércoles a las 00:25 horas con vientos fuertísimos tocando Acapulco, Guerrero donde dejó un panorama devastador y, lo de siempre, estas tragedias golpean a los más vulnerables económicamente.

Y aquí vine la pregunta, mi estimado lector... nosotros, los que vivimos en Ciudad Madero, Tampico, Altamira, Pueblo Viejo o Tampico Alto, ¿estamos preparados para una embestida como esta?

Fuera de la leyenda de los muy famosos extraterrestres y esa creencia que sí nos protegen, realmente no tenemos una cultura de la protección civil o prevención en caso de desastre, sea ciclón, inundación o cualquier tragedia.

Las estadísticas nos revelan que Madero es la segunda ciudad más inundable en México, pero seamos reales, aquí llueve media hora y nos inundamos por todos lados ya sea Tampico o Ciudad Madero.

Con la desaparición del Fonden (Fondo de Desastres Naturales), creado en 1996 como un mecanismo presupuestario para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal para desastres naturales por parte del Gobierno federal, su extinción viene a agravar la situación de reconstrucción de todo.

Recordemos en 2005 el huracán Wilma, cuando el 21 de octubre tocó tierra en Cozumel con categoría 4, afectando a Cancún y la Riviera Maya, también fue devastador su arribo y la más afectada fue la zona hotelera. El cronista de Cancún, Fernando Martí, platicó cómo los empresarios se unieron y organizaron para volver a ser el primer destino turístico de México, un ejemplo de entereza y solidaridad entre empresarios y habitantes, sabían que lo que no hicieran por sí mismos, nadie, pero nadie lo haría por ellos.

Si bien es cierto, en Acapulco se pensaría que por ser un paraíso turístico tendrían un plan de contingencia como reacción inmediata, lamentablemente vemos en las noticias la otra cara del Acapulco, donde existe inseguridad, no se ven elementos de Policía, Tránsito o la Guardia Nacional evitando el robo, la rapiña, organizando las carreteras o prestando ayuda. Todo se sale de control a falta de capacidad de organización. Entendemos que los elementos de Sedena y Semar ya están activados con el Plan DN-lll, pero son insuficientes. ¿Dónde están los funcionarios públicos que se deben al pueblo? ¿Dónde está el DIF de Guerrero? Y para colmo escasean el agua, la comida, la gasolina, la electricidad ni se diga. Como mexicano, es ahí en donde te preguntas ¿yo qué puedo hacer?… no para enviar ayuda, sino para evitar las consecuencias que estamos viendo con nuestros compatriotas.

Los desastres naturales tal vez no podamos controlarlos definitivamente, pero sí estar muy atentos y pensar que somos susceptibles a sufrir algo similar; si muchos no vivimos la inundación del 55, ahora la población conurbada es mucho mayor y, por ende, la tragedia sería mayor.

¿Los hoteles cuentan con un plan de emergencia?, ¿Comapa tiene capacidad de respuesta para solucionar un desastre de esta magnitud?, ¿Comisión Federal Electricidad cuenta con el personal y equipo suficiente para enfrentar un hecho como este?, ¿Tránsito, Protección Civil, la Guardia Nacional, Policía y Bomberos están coordinados para saber qué hacer?

Es tiempo de organizarnos y no esperar a que nos pase para ver qué vamos a hacer.

Nos leemos el próximo lunes DESDE EL FARO.