Por. Miguel Reyes Razo
En julio de 1975 México mantenía roto su lazo diplomático con España. Jamás reconoció al gobierno golpista de Francisco Franco. Distancia que se agravaría meses más tarde cuando el anciano dictador condenó a muerte "a garrote vil " a un grupo de vascos que se rebelaron contra el general, en el poder absoluto desde 1939. Tres años -muy sangrientos- duró esa "Guerra Civil". "Nunca se escribió tanto sobre una guerra -opinaba Jacobo Zabludovsky- como de la civil española de 1936 al 39".
Conflicto que incitó a miles de ciudadanos españoles a dejar su país y a radicarse en México. Científicos como Isaac Costero, que puso al día la Patología y formó sabios como Ruy Pérez Tamayo. Decenas de talentos se arraigaron aquí. Desde Luis Buñuel a José de la Colina y don Luis de Llano. Y desde luego tenderos que pasaban la vida detrás de un mostrador. Aquellos recién llegados no olvidarían el gesto generoso -humanitario- del presidente Lázaro Cárdenas quien abrió la puerta del país a miles de "refugiados" , como los llamó el habla popular. "Mis primeros pesos como fotógrafo --relataría el inolvidable maestro Luis Spota--, "los gané captando a los iberos que llegaban en barco al puerto de Veracruz”-
"¿Cómo será España a la muerte de Francisco Franco? ¿Cuál el saldo de décadas de dictadura? El autollamado Caudillo de España por la Gracia de Dios era muy mal juzgado por sus compatriotas. Aquí se anhelaba su muerte. Su fin. "Este año cae. Este año cae" -repetía y mordisqueaba su puro el periodista Pedro Pemale. Le hacía eco Francisco Fe Álvarez. Cafés de Bucareli y de Bolivar los contenían.
Para entonces -julio de 1975- Félix Cortés Camarillo se encontraba en el mundo del poder en Televisa. De Jefe de Redacción del noticiario "24 Horas", notable colaborador de Jacobo Zabludovsky, Félix atrajo la atención -e interés- de don Emilio Azcárraga Milmo, el día de la trágica muerte de don Eugenio Garza Sada. Inesperado acontecimiento que estremeció estructuras de poder. Patriarca de Nuevo León, hombre trabajador y bueno, encarnación del espiritu laborioso y ordenado de los norteños, visionario y fomentador de la educación de calidad, don Eugenio Garza Sada era persona admirada y querida en su terruño.
Los de Monterrey no "podían ver ni en pintura" a los mexicanos de la capital de la República. Los maltrataban.
"...Y usté, oiga, de donde viene...-preguntaba jefe de compras de Farmacias Benavides al representante de laboratorios Merrell.
"De la Ciudad de México, señor.
"¡Ah! Entonces usté es ratero...
"Oiga, no me ofenda. Merrell-National es la farmacéutica número diez del mundo. En linea popular maneja Cepacol. Y Bentyl y...
"Nada. Usté, que es "chilango", es un ratero. Así son los de allá. Fíjese, la Federación se lleva diariamente de Monterrey 500 millones de pesos De nuestros impuestos. Y no nos da nada. ¡Ustedes son rateros¡”
Años de pugna entre el gobierno federal y los adinerados de Monterrey. Manifestaciones contra los libros de texto gratuito del presidente Adolfo López Mateos y don Jaime Torres Bodet. "Vamos hacia el comunismo"- rugían en la avenida Madero -cerca de "La Mona”- en Monterrey. Mítines frente a la catedral de La Purísima en Padre Mier. Horas, días, meses ardientes.
"No querían pagar impuestos"- me contó muchos años después, desde su rango de subsecretario de Educación Primaria y Normal de la Secretaría de Educación Pública, don Ramón G. Bonfil. Ilustre maestro que muy joven padeció persecución de fanáticos que "desorejaban" a los educadores.
El señor Garza Sada pereció cuando un grupo de "extremistas" de la Liga 23 de Septiembre intentó secuestrarlo. Don Eugenio se enfrentó con los atrevidos y les disparó algunos tiros. Él y su chofer murieron "
Ese acontecimiento humilló al presidente Luis Echeverría. Con su secretario de Educación, Víctor Bravo Ahuja, acudió al funeral. Los ricos de Monterrey -encabezados por la acaudalada familia Garza Sada- le manifestaron grosero desprecio.
"¿Quién tiene la información de lo de Garza Sada -preguntó el señor Azcárraga Milmo y ordenó: "Tráiganmela ya...”
Determinación que tomó por sorpresa lo mismo al muy dedicado Raúl Hernández -Jefe de Información del noticiario "24 Horas"- que al propio periodista dueño y señor de la información televisiva, Jacobo Zabludovsky.
¿Quién se iba a imaginar que se iban a escabechar a don Eugenio? Señor intocable.
"¡Quién me va a traer la información? ¡Me lleva el Diablo! ¡Que venga Jacobo!", echaba chispas Don Emilio.
"A veces el señor Emilio Azcárraga -narraría muy discreta Lolita Ayala- se iba de la lengua y zarandeaba. Pero era muy noble. Al rato reconocía su error o exceso y ofrecía una excusa o tenia un gesto que reconciliaba...
"Una vez Emilio regañó a mi jefe -contó Abraham Zabludovsky. "Al día siguiente admitió su error y le obsequió un Galaxie 500 último modelo. Asi es él. A veces viene a comer a mi casa"
Y se apareció en el despacho del dueño de Televisa, Félix Cortés Camarillo.
"Tendrá usted toda la información en unos minutos, señor. Yo soy de Monterrey y ya me comuniqué para que me proporcionen todas las notas. No faltará nada .. No se preocupe...
"¿Quién eres tü? ¿Qué haces? ¿Cómo te llamas? ¿Estás con Jacobo ?
"Soy Félix Cortés Camarillo. Para servir a usted...Sí, trabajo con Jacobo...
"Tenme al tanto. Y te vienes a platicar conmigo ¿Conociste a don Eugenio? ¿Crees que se ponga fea la cosa? Dime Félix.