Con motivo del 500 aniversario de la caída de la ciudad de Tenochtitlan han surgido algunas hipótesis históricas que niegan que el Imperio Azteca haya sido conquistado por los españoles y sus aliados, otras conjeturas ideológicas incluso aducen que desde entonces existe una resistencia hacia el legado que tal evento tuvo en el tiempo.
Como bien se dice, a pesar de que tras la toma de la Ciudad de Tenochtitlan quedaron subsistentes muchas regiones con sus etnias indómitas ajenas a la voluntad de la corona española, también lo es que esas regiones desde antes de la llegada de los españoles no pertenecían al Imperio Azteca como unidad política y por lo tanto su supervivencia no puede significar el del gobierno de los aztecas.
El concepto de Conquista no solo tiene un significado militar, sino más que otra cosa entraña una consecuencia jurídica más importante que la definición que los historiadores y militares puedan asignarle.
El derecho de conquista, aunque de origen ilegítimo, a posteriori entraña la posibilidad de que los conquistadores impongan a los conquistados sus leyes e instituciones; su uso y la costumbre las legitiman con el tiempo. Este y no otro es el efecto más importante de la derrota militar de los aztecas a manos de los españoles comandados por Hernán Cortés.
El hecho de que los españoles impusieran un código legal que clasificaba como forajidos a aquellos que por distancia o abierta rebeldía se hallaban fuera de su jurisdicción es lo que les dio la condición de conquistadores, no el resultado per se de una batalla.
Incluso en la actualidad, la lucha por el poder político es la lucha por el control legal, quien lo obtiene cuenta con el respaldo de leyes e instituciones para reprimir a quien se atreva a desafiar al Estado que en el caso de Hernán Cortés era la Corona Española, una entidad que se atribuía ese derecho que posteriormente fue derivado al Estado Moderno.
Es decir que adicionalmente a la toma de Tenochtitlan, los españoles también toman el control interpretativo de las leyes imponiendo un nuevo orden legal e institucional y a partir de este, instauran el régimen colonial con la potestad de suprimir aquellos reductos de inconformidad.
De lo contrario podríamos afirmar que la Independencia de México no se consumó en 1821 sino hasta bien entrado el siglo XIX, ya que posteriormente a este año siguieron existiendo intentos restauradores de la colonia, aun incluso algunos resabios conservadores de aquellos días soplan hasta nuestros dias.
Por lo tanto, lo que se pone en juego en las guerras de conquista es la primacía del derecho entre las partes combatientes.
Ahora bien, algunos sostienen la existencia de una resistencia indígena hasta la actualidad en contra de todo lo que atribuyen como legado de la invasión de los españoles, incluso culpan a estos últimos del clasismo, racismo y otros defectos sociales de nuestro país como si los actos de los ciudadanos presentes estuvieran determinados de antemano y por lo tanto no gozaran de la libertad para variarlos culpando a la historia de sus prejuicios.
Pues bien, la idea de que existe una tal resistencia entraña el error de creer que las comunidades indígenas no viven marginadas como consecuencia de un modelo económico que no tiene cómo sacarlos de la pobreza, sino que esas comunidades marginadas lo son como consecuencia de un acto personalísimo de resistencia que supone el libre ejercicio de la voluntad de no integrarse a la sociedad.
ES DECIR, ES CULPA DE ELLOS Y NO DEL MODELO ECONÓMICO Y SOCIAL
La idea de resistencia es difícil de sostener puesto que la solución, respetando sus tradiciones, es incorporar a las comunidades indígenas en las soluciones que la sociedad moderna ofrece a problemas como el de la salud, comunicación y bienestar en general, cosa que no es incompatible con el hecho de que estas puedan conservar su identidad.
La idea de una resistencia viable en el tiempo solo sería posible si los que se resisten pueden ofrecer mejores soluciones que sean compatibles con el desarrollo de las sociedades modernas, de otra manera no estarán viviendo en resistencia, sino solo padeciendo la marginación del sistema.
La mayoría de la población indígena busca incorporarse a la sociedad moderna y de ello dan prueba las oleadas de migraciones a las zonas urbanas de nuestro país, así como el cruce de indocumentados hacia los Estados Unidos de América, pensar que las comunidades indígenas están enamoradas de su rústico modo de vida es seguirle el juego a esa visión bucólica impuesta desde fuera por algunos círculos intelectuales burgueses que una vez saciada su curiosidad y orgullo duermen plácidamente en la comunidad de sus aposentos urbanizados.
Regeneración.