Tamaulipas, sin duda, ha sido un parteaguas en la historia de la política mexicana contemporánea. Una tierra pródiga en muchos sentidos para un sinfín de actividades económicas lícitas y otras, no tanto, es lo que ofrece nuestra entidad gracias a varios factores que se terminan volviendo, a la postre, un manjar apetecible para las manos de algunos miembros de la clase política que han buscado los medios para “echar mano” de manera particular a uno o más de esos recursos.
Curiosamente, durante el último cuarto de siglo, los nombres de los gobernadores tamaulipecos se han visto envueltos, de alguna u otra forma en los entretejes de la justicia. Llegando a esconderse en los terrenos sombríos de las zonas más recónditas del mundo, después de haber probado la gloria de las luces que da el ejercicio del poder público en nuestro país.
¿Para dónde va Tamaulipas? ¿Qué rumbo le espera a nuestra tierra ahora que vamos a vivir una nueva transición de gobierno y, quizá, también de ideología partidista en el poder?
¡Para quien venga, el compromiso es sumamente grande!
Para nadie es desconocido que Tamaulipas goza de una vasta extensión agrícola en las que la cebolla y el sorgo son cosechados por un número de toneladas envidiable. La zona costera ofrece, no solo un elemento turístico, sino que también vuelve importante la actividad pesquera. Ni qué decir de los parques eólicos y puertos industriales, tan importantes como la actividad petrolera y la red de carreteras que une al bajío con el Golfo, todo lo anterior, coronado por la posición geográfica fronteriza con el país “más poderoso del mundo”.
Si hacemos un poco de historia, nos podremos percatar de una constante en los últimos sexenios vividos: La presencia de actividades impropias en las altas esferas del poder tamaulipeco. Y no con esto quiero referirme específicamente al crimen organizado o a la corrupción imperante que no se ha acabado y que pareciera que aún nos falta un buen tramo por andar para verle fin a este fenómeno.
Pudiéramos empezar con el caso de Tomás Yarrington quien, por cierto, también fuera precandidato del PRI a la presidencia de la República, con aquella campaña “Contigo quiero, puedo y voy a ser presidente”. El también exalcalde de Matamoros fue señalado por un testigo protegido de la DEA de, entre otras cosas, haber lavado dinero para el crimen organizado.
Después de ello, el gobierno de “las barras y las estrellas” dio a conocer una lista de propiedades del ex priista, lo que derivó en otra investigación por parte de las autoridades mexicanas. Sabemos que Yarrington Ruvalcaba fue detenido en Florencia y extraditado a los Estados Unidos en donde continúa su proceso.
A él le siguió Eugenio Hernández quien había sido una figura importante en la política local desde la participación de Francisco Labastida en la carrera por la presidencia el país del año 2000.
Poco antes de concluir su mandato, Hernández Flores, impulsó el proyecto “Costa Lora” con el que se pretendía explotar la zona playera de "Barra del Tordo" para convertirla en un modelo de turismo similar al de Cancún. El tiempo dio cuenta de lo que se pudiera presumir como una inversión turbia para este complejo primermundista y, al final, nada se concretó.
Al concluir su mandato, el victorense cambió su domicilio a la península de Yucatán en donde se le incautaron cerca de diez propiedades, esto después de haber sido señalado por un empresario del que se presume, “blanqueaba” recurso que terminaba en las manos del político.
Continuó en el poder el PRI de la mano de Egidio Torre a causa de un episodio negro en la vida de Tamaulipas. El 28 de junio se cometía el asesinato del Dr. Rodolfo Torre, hermano del futuro mandatario y candidato en ese entonces por el tricolor.
De este episodio prevalece el dato de algunos señalamientos “desmentidos” en torno a la constructora propiedad del exejecutivo estatal y adjudicaciones directas de obras por parte de los gobiernos locales. Asimismo, en internet se destaca la inauguración de una avenida en Reynosa bautizada con el nombre de cierto personaje del estado que derivó en una polémica de nivel nacional.
Así llegó la primera transición de poder en el Tamaulipas moderno. Con la promesa de “Vientos de cambio” y un hartazgo aderezado por los malos manejos de gobiernos anteriores, la población tornó a colores blanquiazules cuya historia, por dichos provenientes, en primera instancia, de Palacio Nacional, pareciera terminar con dudas más que con soluciones al igual que sus antecesores.
¿Cuál será el destino de Tamaulipas? ¿Cuál será la mejor opción? ¿Ya habremos aprendido las lecciones que nos ha dado la historia? ¡Solo las urnas lo dirán!
¡Y hasta aquí! Pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”
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