Han coincidido, en el contexto informativo nacional, dos situaciones que colocan a la clase magisterial tamaulipeca prácticamente “entre la espada y la pared”, debido a lo que pudiera ser la “cuarta ola” de casos de Covid-19 en México o, como dicen algunos otros, “el cuarto pico” de la primera ola, porque esta última nunca cedió ante la estrategia de contención a la que convocaron los diversos niveles de gobierno en nuestra nación.
Mientras que, por un lado, el pasado mes de octubre se giró un oficio proveniente de la capital del estado en el que se convocaba a los diversos sectores educativos a volver a clases presenciales, por el otro, y con solo algunas semanas de diferencia, el secretario de Salud Dr. Jorge Alcocer, señaló que “hay indicios de una cuarta ola en nuestro país”.
Sin duda, el facultativo, entre otras cosas, ha tomado como referente la situación que a lo largo de los últimos días han dado cuenta Rusia, Alemania y Austria, naciones que, en su conjunto, han llamado a un nuevo confinamiento general para tratar de evitar un fenómeno de mortandad como el que se vivió desde que inició la pandemia más grave en la historia reciente de la humanidad.
Asimismo, las autoridades mexicanas cuentan, aunque se pueda prestar a un malentendido, con “sus propios datos”, mismos que les han servido para tomar decisiones en materia de salud, durante los últimos dos años, siendo estas últimas referidas al contexto educativo, después de que el ejecutivo federal recalcara que “ya es hora de que alumnos y maestros vuelvan a las escuelas”.
En este párrafo, que bien pudiera servir como paréntesis, no está de más el decir que ese discurso ha quedado en desuso durante por lo menos dos semanas por parte del hombre originario de Macuspana y es que, seguramente, la nueva tendencia en las cifras, impulsada por el comportamiento irresponsable de buena parte de la población a pesar del coronavirus, la resultante lo mismo podrá favorecer o poner en entredicho la disposición emanada desde palacio nacional.
Una vez cerrado el paréntesis, debemos volver con el caso de docentes quienes ya se están turnando para hacer guardias, para arreglar las aulas o bien, reunirse de forma física para poder establecer medidas, filtros o estrategias y recibir de la mejor manera a los infantes que estarán siendo atendidos a partir de los próximos días.
Cabe hacer mención que cada escuela ha sido dotada con un “kit de limpieza” general que no va más allá de tres cubetas, unos frascos de detergentes y desinfectantes y el profesorado deberá compartirlo para corresponder con las medidas que están enmarcadas en el lineamiento para volver a las “actividades normales”.
Empero, resulta que, en ese mismo lineamiento, se especifica que, para salvaguardar la integridad física del niño, se deberán contemplar, por lo menos, tres filtros sanitarios.
El primero al salir de casa, cuya responsabilidad recaerá en los padres de familia; el segundo al ingresar al plantel educativo en cuestión, por lo que directivos deberán coordinarse en vigilar accesos y controlar temperaturas y aplicar el gel en los menores y, por último, el tercero que será instalado por cada profesor en la puerta del salón de clases.
Esto último implica que cada docente deberá equiparse por su cuenta y con su propio recurso económico de sus enseres de control sanitario. En otras palabras: el gel, tapetes para la suela de los zapatos, líquidos necesarios, toallitas desinfectantes y aerosoles serán comprados con el salario del funcionario público.
A pesar de eso, la gran mayoría de los maestros de México están dispuestos a volver a las aulas -o por lo menos eso dijo su delegado sindical en una de las conferencias matutinas- para poder rescatar, con ciertas limitantes y en un contexto sumamente complejo, al ciclo escolar.
Curiosamente, también se tiene prevista la suspensión de clases en línea de forma progresiva como una invitación a que niños y padres de familia tengan el tiempo suficiente para tomar la decisión de retornar de manera segura a la educación presencial. Hecho que se busca que, a la postre, deje de ser una opción, para volverse una obligatoriedad.
Pero, como dijimos al inicio de la presente entrega que ponemos a sus amables consideración y dispensa, gentil amigo lector, con las declaraciones del Dr. Jorge Alcocer y con las evidencias de lo acontecido en Europa, un nuevo sentimiento de inseguridad y desconfianza empieza a permearse entre los diferentes sectores de la sociedad mexicana, y los maestros, no son la excepción.
Por último y como un mero detalle que no debemos pasar inadvertido, el inicio de la temporada invernal y tal y como lo explicara en su momento el facultativo, es una condición que puede poner en entredicho al sistema inmunológico de buena parte de los mexicanos, siendo esta una situación decisiva para que virus oportunistas -como el Covid-19- nos afecten y esto sea una “pesadilla” de la que no podemos despertar.
¡Y hasta aquí! Pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.
Escríbame a:
- licajimenezmcc@hotmail.com