/ viernes 26 de noviembre de 2021

Con café y a media luz | “Enemigos verdaderos”

Personalizar, individualizar el ejercicio del poder público debido a la visceralidad que caracteriza nuestra conducta es un grave error que, al final de la historia, puede conllevar a una severa indigestión emocional a causa de las palabras proferidas en el pasado que, después, nos debamos comer.

Este error se agrava si desde una palestra pública nos atrevemos a ponerle “nombre y apellido” a quien presumimos como responsable, rival o enemigo de los señalamientos de los que estamos siendo objetos.

En estos momentos, para nadie es un secreto que un reportaje en redes sociales expuso, a través de una investigación periodística, una serie de contratos -algunos licitados, otros por adjudicación directa- que construirían un complejo tramado de inconsistencias administrativas al interior de la Sedena y la manera de hacerse de recursos materiales para edificar la “megaobra” del aeropuerto de Santa Lucía.

Para poder contextualizar la situación valdría la pena observar el “antes” y el “después” de esta historia que nos recuerda a uno de los más famosos “dorados” de Pancho Villa, el general Felipe Ángeles.

Cuando el hombre originario de Macuspana llegó al poder ejecutó la cancelación del NAIM señalando a la obra como un nido de corrupción que estaba siendo sustentado por intereses oscuros de la clase empresarial de México. Algunos sectores de la sociedad política insistieron en que un órgano fiscalizador de la función pública hiciera una exhaustiva auditoría y “saneara” la obra de los malos manejos. El presidente López sentenció un rotundo “no” y se arrancó la terminal actual.

Hasta el momento, los señalamientos de corrupción -que no dudamos que puedan existir- no han podido ser demostrados por el gobierno actual y todo se ha quedado en los dichos del mandatario. En el estricto sentido de la realidad, si hubo o no un mal uso del recurso es “noticia caduca” para el tabasqueño porque “su obra” ya va muy avanzada. Ya se le cumplió.

El “destape” de los contratos con empresas inexistentes, proveedoras de materiales innece-sarios o identificadas previamente como incumplidas ponen en un severo entredicho el gesto del “pañuelito blanco” con el que el ejecutivo federal demuestra que él y su círculo más cercano de colaboradores tienen “las manos limpias”.

Cabe hacer mención que este discurso se ha venido reduciendo en los últimos meses pues, después de ser muy amplio, cuando aseguraba que “no había corrupción en el gobierno” abarcando a todos los funcionarios públicos federales, ahora lo ha circunscrito a “se acabó la corrupción, por lo menos acá arriba” y así ha retomado aquella analogía de barrer las escaleras que acuñó durante la campaña.

Volviendo al caso de la nueva terminal aérea. La estrategia del “decretazo” -como lo han llamado ahora- y convertir las obras prioritarias para el gobierno en “asuntos de seguridad nacional” no es más que un blindaje jurídico proveniente del mismo presidente López para evitar más escándalos como la investigación que lleva una semana recorriendo el internet.

Si bien es cierto que uno de los objetivos de este gobierno -expresamente dicho por el tabasqueño- es la desaparición de los órganos autónomos como el INAI que ha sido “el filtro” del que se han valido todas las investigaciones; también es verdad que el evitar la divulgación de información con un argumento como el escrito en el párrafo anterior, hace pensar que aún hay detalles que servirían para mermar la validez de los argumentos del Presidente y, de refilón, perjudicar seriamente a MORENA en la carrera presidencial del 2024. Pues, dicho sea de paso, la precampaña ya empezó de manera velada.

La segunda acción, que puede ser un grave error para el mandatario y que es la parte medular de la entrega de este día, es haberle dado “jugada” al periodista en cuestión en, por lo menos, tres ocasiones en la conferencia matutina del miércoles, en especial en la sección “Quién es quién en las noticias”.

En este aparato de “la mañanera” se condenó al contenido del reportaje de tramposo, doloso y negativo, pero no de falso y, por otra parte, evidenció una severa incomodidad del gobernante quien, al hacer uso del micrófono y de la pantalla para mostrar imágenes del reportero, terminó aceptando que “el pleito” es de “uno a uno” y no como una crítica -tal vez dolosa- a un esquema de gobierno.

México, como nación, tiene enemigos verdaderos. La pobreza, la escasez de medicamentos, los muertos por covid, la inseguridad, la delincuencia organizada, el desempleo y, últimamente, se vino a sumar la inflación.

En los últimos años, con cifras propias y de observatorios internacionales se ha dado cuenta del número creciente de pobres en México; los números del Seguro Social muestran que aún no se han recuperado los empleos formales que se tenían en el 2018; los padres de niños con cáncer se siguen manifestando y las vacunas contra el coronavirus son insuficientes; los campesinos siguen demandando apoyos como había antes con Procampo; en zonas como Zacatecas, Jalisco o Michoacán es lamentable ver que la recomendación de la autoridad es mejor no salir de casa porque no hay agentes de seguridad por temor al crimen organizado y con la reciente inflación los precios de la canasta básica ya se empezaron a elevar.

Las estrategias del gobierno no son malas, pero quizá sí insuficientes y otras deben cambiarse en su totalidad.

Si el presidente López pusiera atención a las críticas periodísticas para combatir la corrupción, reforzara sus programas prioritarios para satisfacer las necesidades más apremiantes del país y readecuara aquellas que no le están dando resultados, en lugar de encauzar sus esfuerzos para pelearse “al tete a tete” en un boxeo discursivo que no nos lleva a ningún lado, tendríamos el país que merecemos e, irónicamente, el que él prometió y soñó con construir.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame y recuerde, será un gran día.

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