/ viernes 3 de diciembre de 2021

Con café y a media luz | En la segunda mitad

En una plaza pública que albergó a poco más de 150 mil asistentes, el presidente López Obrador realizó un discurso más, conmemorando su tercer aniversario de haber llegado a la máxima representación del poder público de nuestro país. Con un jolgorio que incluyó música del sur, agrupaciones veracruzanas y danzantes del centro de la nación, el tabasqueño se sintió arropado por sus huestes y, con sus gestos, ademanes y “domingueras”, destacó varias cosas que, curiosamente, han contradicho algunas afirmaciones expelidas con anterioridad.

Debemos destacar que se pudo ver a AMLO -el de campaña-, aquel que sabe manejar a la perfección los ánimos de la muchedumbre y empatizar casi inmediatamente con ella. Ese personaje que buscó la presidencia del país y que, en buena medida, es distante al mandatario que se aposta en la soledad del salón Tesorería de Palacio Nacional, recinto al que solo los “integrados” tienen la oportunidad de acceder.

El presidente López ha dejado en claro que no es lo mismo “encender la pira” cada día que encumbrar conceptos y encriptar ideologías en el imaginario colectivo de una nación.

Habló de la corrupción. ¡Sí! Ese fenómeno político social avivado por las ansias desmedidas del enriquecimiento rápido a costa del pueblo. Aseguró que dicha condición, desde que llegó al poder, ya no existe. Aunque figuras de considerable seriedad en torno al tema en el ámbito mundial hayan calificado a México, en el último año, como uno de los países más corruptos del mundo.

Quizá y en el primer círculo del jefe de Estado, la condición de corruptela ya no exista. Pero ello no implica, como él mismo lo reconoció hace apenas un par de meses, que ya se haya erradicado en su totalidad en los niveles más bajos y discretos de la burocracia mexicana.

En este país, donde todo marcha “requetebién”, el hombre originario de Macuspana pechó decires en materia económica. Señaló que el peso por fin está estable, aunque la semana pasada vivió un descalabro inflacionario que está siendo justificado por la pandemia -como otras tantas cosas- y nuevamente se mostró orgulloso de haber roto el récord de remesas en este año en el que se superarán los 50 mil millones de dólares enviados por los paisanos.

Eso último es un síntoma inequívoco de que la economía real -la que se palpa en los bolsillos- está viviendo una situación por demás comprometida y cuestionable. De refilón pudiéramos tocar el tema del trabajo con un planteamiento que nos llevaría a una reflexión: “¿Por qué los hermanos mexicanos siguen buscando trabajo, aunque sea en condiciones infrahumanas, en los Estados Unidos de Norteamérica?

El ejecutivo habló de salud y elogió la labor de las autoridades en esa materia, aunque, cabe hacer mención que en el evento se destacó por su ausencia el secretario, Dr. Jorge Alcocer. El gobernante destacó que se está resolviendo el abasto de medicamentos, y la eficacia mostrada por la estrategia de lucha contra el Covid-19. Aunque hace apenas tres semanas se vivió una nueva manifestación de los papás de infantes enfermos de cáncer en las inmediaciones del aeropuerto capitalino y que el coronavirus en nuestro país está a punto de llegar a una cifra de 300 mil muertos por esta causa.

Asimismo, dijo que se echará mano de las fuerzas armadas del país para la dispersión de medicinas, tal y como se recurrió a los soldados para la construcción de obras, la regularización de aduanas, la administración de los puertos y a quien ya se le concesionó la dirección de la nueva terminal aérea “Felipe Ángeles”, empero, el Presidente dijo que es ilógica la premisa de militarización del país.

A manera de paréntesis y como un recordatorio al tema de la corrupción, se le olvidó mencionar “el decretazo” que convirtió a sus obras sello en “asuntos de seguridad nacional” después de que se le destaparan varios cientos de contratos licitados de manera directa a empresas fantasma.

También habló de seguridad. El presidente López sentenció que han disminuido los índices delictivos en nuestro país, aunque al cierre de la mitad de su sexenio haya más de 100 mil homicidios dolosos, superando en esta cifra a lo acontecido durante el sexenio de Vicente Fox. También olvidó que en tres años se han asesinado a 25 periodistas, que han aumentado los feminicidios y que en los últimos comicios a nivel nacional se asesinó a 102 políticos. Este último evento no había ocurrido antes en la historia del país.

Cabe hacer mención en un segundo paréntesis que, mientras los dichos ensalzan la franca lucha contra el huachicol, la criminalidad y la corrupción, en los hechos, un comando armado detonó tres carros bomba en el penal de Tula y logró rescatar a un conocido líder de la organización “Pueblos Unidos”, a quien, curiosamente, se le atribuye el control y operación de una vasta organización dedicada a la ordeña de ductos de combustible.

Habló de sus programas sociales. El de “Sembrando Vida” del que ya se ha registrado la deforestación de la selva alta de Guerrero para “reforestarla” -perdón que lo ponga entre comillas- con árboles asignados por las autoridades, destruyendo un ecosistema establecido por la introducción de especies vegetales que no son endémicas.

Tocó el tema de “Jóvenes Construyendo el Futuro”, donde se forman aprendices en el contexto de la informalidad; “a la antigüita”. Olvidando la presencia de un sistema federal de educación para oficiales y artesanos como los Cecatis.

Y en buena parte, señaló, al más puro estilo proselitista lo que hará, aunque se esperaba más de lo que quedó pendiente por hacer.

¡Y hasta aquí! Pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame y recuerde, será un gran día.

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