La elección de Donald Trump para ocupar la presidencia de Estados Unidos a partir del 20 de enero de 2025, y la designación de cercanos colaboradores a los que distingue su mentalidad alejada de los débiles económicamente hablando, seguramente fortalecerá las organizaciones civiles para asuntos latinoamericanos que luchan para que los migrantes hispanos sean reconocidos plenamente.
Toda acción tiene una reacción. Y hoy no será distinto. Son las leyes del universo físico trabajando.
El arribo de Donald Trump a la Casa Blanca es otro episodio de la tenaz lucha por evitar que grupos de mexicanos consigan que nuestro país recupere el territorio que perdió en 1848, cuando tras de dos años de guerra por la anexión de Texas, nuestros vecinos se adueñaron del que entonces era el 55% del territorio nacional, incluidos los actuales estados de Nuevo México, California, Nevada y Arizona. La rendición de nuestro país causó que se firmara el tratado Guadalupe-Hidalgo que dio fin a la contienda bélica y en el cual se establecían, entre otras cosas, los nuevos límites territoriales entre estas naciones.
De acuerdo con prospecciones, los territorios que se mencionan serían recuperados en el año dos mil cuarenta y ocho a causa del crecimiento de la población de mexicanos en Estados Unidos.
LLOVER SOBRE MOJADO
La gente que rodea a Trump revela una postura política radical con respecto a México, sin duda en algunos casos más crítica que la del hoy presidente electo de la Unión Americana, quien obtuvo millones de votos con la promesa de erigir un muro en la frontera con México, tocando fibras sensibles de grandes sectores de la población.
El republicano dijo que los inmigrantes traen “malos genes” (además de que se comen a los perros, los gatos y las mascotas de los estadounidenses). Y en un acto de campaña en el Madison Square Garden un comediante insultó a Puerto Rico, dedicándole duros epítetos.
Algunos de los cercanos colaboradores de Trump son acérrimos enemigos de México. Han demostrado querer la construcción del “muro de la ignominia”, y estarían abiertos a la posibilidad de reunir los fondos necesarios para efectuar esta obra de la forma que lo prevé Trump, es decir, con las remesas de dólares que los migrantes y mexicanos—americanos envían a México.
Si un vecino está empeñado en construir una barda elevada alrededor de su casa, significa muchas cosas, menos amistad. Pero si esa barda la quiere hacer con dinero propio del vecino es “llover sobre mojado”.
Ante las declaraciones públicas de Trump y su manera de negociar impredecible hay que marcar límites desde el inicio. Esa percepción pública se logró con la llamada telefónica que sostuvo la presidenta Claudia Sheinbaum con Trump, tras de su triunfo en las urnas del martes 5 de noviembre de dos mil veinticuatro, donde Sheinbaum mostró confianza de que la relación bilateral será cordial.
El mejor remedio para evitar la inmigración de connacionales a Estados Unidos es traer a estos a nuestro propio suelo y facilitarles aquí los medios para que puedan trabajar y satisfacer sus mas ingentes carencias, que es por lo que se fueron.
RESPETO Y ENTENDIMIENTO
La relación bilateral necesita de cooperación y respeto. En el primer periodo presidencial de Trump, el secretario de Seguridad Interna en Estados Unidos, John Kelly, dijo que un presidente de izquierda y antiestadounidense en México no seria bueno para América y para México. Kelly (léase Trump), lo dijo ante el comité de seguridad interna del Senado, tras de que el legislador republicano, John McCain, había mencionado que “si la elección fuese mañana en México, uno probablemente acabaría con un presidente de México de ala izquierda, antiestadounidense”. “Esto no puede ser bueno para Estados Unidos”, concluyó. El problema es que la ola de terror que sacude a Estados Unidos, enfermo de temor hacia “los otros,” es ahora más profunda.
INVISIBLES Y DECISIVAS
Una descarnada y fría cacería burocrática y operativa se avizora en el discurso oficial de las políticas migratorias de “Trump”. La integración de un Congreso con un mayor numero de representantes fieles a su causa y hasta demócratas afines en el tema fronterizo le facilita la aprobación de sus iniciativas de ley y mociones administrativas.
No existen indicios de que Trump modifique su discurso. La respuesta es disponer de una estrategia definida ante las presiones del poder, invisibles y decisivas de la poderosa maquinaria política de Washington D.C.
No es aventurado suponer -y hablo de lo que es y no de lo que uno quisiera que fuese- que el interés de la Casa Blanca se apoya en un gobierno mexicano afín a ellos, y en el cual puedan depositar su seguridad.
En el fondo sobresale el completo dominio de los energéticos (con mayor fuerza en caso de emergencia), recordemos que la nación vecina esta en guerra, o eso es lo que parece.
De cualquier manera, en un ambiente geopolítico movedizo, con tendencia a un dominio multipolar, muchas cosas pueden pasar, incluido la Guerra del Dólar que hoy se libra, de resultado incierto aún, pero no por mucho tiempo, seguramente.