/ sábado 26 de octubre de 2024

Cantos del Poder / Miscelánea sabatina

La enfermedad cardiaca es la primera causa de mortandad en México. La tasa anual es de casi un cuarto de millón de personas. Y es lo mismo en todo el mundo, con excepción de los Inuts o esquimales, una tribu que habita en las regiones árticas y partes de Siberia, quienes se nutren de grasa de focas y carne cruda de peces, es decir, cero alimentos ultraprocesados.

Infinidad de mitos y leyendas se entrelazan en el ondulante ritmo de los latidos del corazón. Sístole, diástole. El tam-tam, hipnótico, relajante, ancestral, que escuchamos por primera vez en el vientre materno, sonido que se repite miles de veces en nuestras entrañas, cada día, sin apenas darnos cuenta.

A continuas agresiones sometemos al corazón, que son un atentado contra la salud. No añadimos las penas provocadas por el alado cupido, presto a tirar sus flechas sin ton ni son, que casi siempre dan en el sitio equivocado. Después de todo, “los únicos males del corazón son los cardíacos”, reza la frase.

El abuso de la víscera cardíaca es para quienes se atiborran de grasas saturadas, calorías inútiles, toxinas del tabaco, el exceso de alcohol y la molicie, todo lo cual demanda de este órgano un esfuerzo verdaderamente sobrehumano.

El propósito de modificar hábitos malsanos y vivir en un ambiente cardiosaludable requiere de una alimentación adecuada, más espacios de juego y una menor exposición a los agentes contaminantes. Pero tampoco hay que pecar de fundamentalistas, ni ser patológicamente obsesivos, al grado de incurrir en toda una serie de exageraciones. Lo único necesario es ser racionales y conscientes de los factores de riesgo que atentan contra nuestra salud y tratar de controlarlos, en lo posible.

El propósito de dedicar mayor atención a la salud es instaurar medidas preventivas y concienciar sobre la importancia de la lucha contra las enfermedades, entre ellas, las cardiovasculares que son la principal causa de muerte en todo el mundo, con 17.3 millones de fallecimientos por año.

Uno de los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es reducir el 25% de la mortalidad prematura por enfermedad cardiovascular (ECV), en 2025)”. Esperemos los resultados.

Mientras esto sucede, el órgano cardiaco y las arterias esperan un trato amable.

Finalmente, cada quien es responsable de cuidar su corazón.

El lenguaje cambió durante el neoliberalismo económico a ultranza. Se impusieron palabras y frases absurdas y peor sonantes como “desestabilizar”, “parámetro”, “contexto”, “cuestionar”, “insumos“ , “implementar”, “programático”, "daños colaterales“, “resiliencia", “adelgazamiento del Estado”, “no se hagan bolas”, “no traigo cash”, “haiga sido como haiga sido”, etcétera.

El caló -lengua del hampa-, entró en la sociedad por la puerta ancha. Ahora, “choro”, “chamba”, "chafa” , “chunga” y “tambo”, son palabras afresadas, comunes ya.

El Día de Todos los Santos nos dice que en México los difuntos son sagrados. Estas fechas significan el pequeño y delgado hilo que nos separa el ser del ya no ser; rumbo que llevamos marcado desde que nacemos hasta que atravesamos el Exit. La dualidad eterna e indisoluble, muerte-vida. Destino infinito.

En nuestro país, hasta el santoral católico se ajusta a esta fecha, que surge del México prehispánico.

La enfermedad cardiaca es la primera causa de mortandad en México. La tasa anual es de casi un cuarto de millón de personas. Y es lo mismo en todo el mundo, con excepción de los Inuts o esquimales, una tribu que habita en las regiones árticas y partes de Siberia, quienes se nutren de grasa de focas y carne cruda de peces, es decir, cero alimentos ultraprocesados.

Infinidad de mitos y leyendas se entrelazan en el ondulante ritmo de los latidos del corazón. Sístole, diástole. El tam-tam, hipnótico, relajante, ancestral, que escuchamos por primera vez en el vientre materno, sonido que se repite miles de veces en nuestras entrañas, cada día, sin apenas darnos cuenta.

A continuas agresiones sometemos al corazón, que son un atentado contra la salud. No añadimos las penas provocadas por el alado cupido, presto a tirar sus flechas sin ton ni son, que casi siempre dan en el sitio equivocado. Después de todo, “los únicos males del corazón son los cardíacos”, reza la frase.

El abuso de la víscera cardíaca es para quienes se atiborran de grasas saturadas, calorías inútiles, toxinas del tabaco, el exceso de alcohol y la molicie, todo lo cual demanda de este órgano un esfuerzo verdaderamente sobrehumano.

El propósito de modificar hábitos malsanos y vivir en un ambiente cardiosaludable requiere de una alimentación adecuada, más espacios de juego y una menor exposición a los agentes contaminantes. Pero tampoco hay que pecar de fundamentalistas, ni ser patológicamente obsesivos, al grado de incurrir en toda una serie de exageraciones. Lo único necesario es ser racionales y conscientes de los factores de riesgo que atentan contra nuestra salud y tratar de controlarlos, en lo posible.

El propósito de dedicar mayor atención a la salud es instaurar medidas preventivas y concienciar sobre la importancia de la lucha contra las enfermedades, entre ellas, las cardiovasculares que son la principal causa de muerte en todo el mundo, con 17.3 millones de fallecimientos por año.

Uno de los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es reducir el 25% de la mortalidad prematura por enfermedad cardiovascular (ECV), en 2025)”. Esperemos los resultados.

Mientras esto sucede, el órgano cardiaco y las arterias esperan un trato amable.

Finalmente, cada quien es responsable de cuidar su corazón.

El lenguaje cambió durante el neoliberalismo económico a ultranza. Se impusieron palabras y frases absurdas y peor sonantes como “desestabilizar”, “parámetro”, “contexto”, “cuestionar”, “insumos“ , “implementar”, “programático”, "daños colaterales“, “resiliencia", “adelgazamiento del Estado”, “no se hagan bolas”, “no traigo cash”, “haiga sido como haiga sido”, etcétera.

El caló -lengua del hampa-, entró en la sociedad por la puerta ancha. Ahora, “choro”, “chamba”, "chafa” , “chunga” y “tambo”, son palabras afresadas, comunes ya.

El Día de Todos los Santos nos dice que en México los difuntos son sagrados. Estas fechas significan el pequeño y delgado hilo que nos separa el ser del ya no ser; rumbo que llevamos marcado desde que nacemos hasta que atravesamos el Exit. La dualidad eterna e indisoluble, muerte-vida. Destino infinito.

En nuestro país, hasta el santoral católico se ajusta a esta fecha, que surge del México prehispánico.