/ sábado 10 de agosto de 2024

Cantos del Poder / Adiós de un sexenio

Nos encontramos, como es conocido, ante un sexenio en el que dentro de dos meses será el momento de “echar la vista atrás”, y mirar el sendero que no hemos de volver a pisar, como dice el poeta.

Un sexenio en el que México, todavía alejado de ser un país altamente desarrollado y con solidez en la justicia, llevó a efecto las reformas económicas necesarias para enarbolar la bandera popular que por muchos años los partidos ejercieron demagógicamente, sin escuchar realmente al pueblo.

Un sexenio que redujo la pobreza extrema. Qué dictó leyes para crear riqueza bajo el precepto de Primero los Pobres. Que tuvo en contra el impacto de la pandemia de covid en el empleo formal y las medidas de confinamiento que afectaron sobremanera al comercio, restaurantes y servicios de alojamiento y servicios diversos. Y que desde su inicio, hasta marzo de 2024, creó un millón 831 mil 419 empleos formales, de acuerdo con datos del IMSS.

Un sexenio que se autoimpuso aplicar los recursos del pueblo con transparencia y equidad. Quitar los gastos de representación y las partidas sin comprobar, el uso de aviones, helicópteros y automóviles a discreción, además de la participación en otras cosas como viajes, adquisiciones, compras e inversiones del gobierno donde el común denominador es el despilfarro.

Un sexenio que fomentó la confianza popular en las instituciones procurando la sobriedad en el gasto desde el primer minuto. Uno que implantó controles que le dieron poder a nuestras autoridades para fijar la paridad del peso con un margen de maniobra suficiente para crear orden a nivel nacional. Un sexenio con activos internacionales en 212 mil 762 millones de dólares con qué responder a los embates de los tiburones financieros internacionales.

Ante esta perspectiva, y con los claroscuros que inevitablemente conlleva el ejercicio del poder, la pregunta obligada es: ¿Y qué fue lo que pasó con quienes anunciaron el desastre económico y el caos politico-electoral? No me cuadra en lo más mínimo que sus acciones hayan sido y todavía sean fruto del azar desafortunado. Resulta inverosímil, además de insultativo creer que intelectuales, economistas, políticos, empresarios, autores de libros, artículos periodísticos y poseedores, algunos, de maestrías y doctorados en afamados claustros educativos, no sabían de antemano que Xóchitl Gálvez fracasaría como candidata a la presidencia de la República. Me parece más justo y respetuoso para la imagen de esas personas deducir que lo sabían, y que de inicio todo salió de acuerdo con lo planeado por ellos, en petit comité, para impulsar la desestabilización que amplía los resortes de un poder personal frente a otro poder, el de las oligarquías políticas y financieras, siempre difusas y contradictorias.

Pero aquí mi hipótesis, amable lector, que es solo la reflexión de un modesto escribidor. Intelectuales y políticos influyentes, sabedores de su desventaja, realmente apostaban a que su candidata “perdiera” por el mínimo margen, el suficiente para echar yesca seca a la hoguera y provocar las condiciones para poder implantar el sistema político de su preferencia, o sea, el neoliberalismo económico a ultranza (que anda por ahí agazapado). Finalmente, el aplastante numero de votos a favor de Claudia Sheinbaum impidió semejante embrollo.

No pretendo argumentar (sólo por hoy), lo bueno o malo de implantar un régimen como el neoliberal en nuestro país –lo padecimos por más de cuarenta años y es un episodio traumático y espeluznante en la historia de México-, pero, asumiendo la validez de mi hipótesis, cabe preguntarnos por que el plan en mención no resultó, de la manera deseada. Por qué quedó trunco, qué sucedió, qué resortes del poder actuaron o dejaron de actuar.

En la política nada es fruto del azar.

NOTA DEL DÍA.- En mil novecientos setenta y cinco, el secretario de Estado del imperio, Henry Kissinger, de triste memoria, se manifestó a favor de ocupar militarmente el territorio de Venezuela, con objeto de asegurar el petróleo y “evitar un posible estrangulamiento del mundo industrial”. Ahora, con la misión de salvaguardar “la libertad y el gobierno de la mayoría”, el actual secretario de Estado del vecino país del norte reconoce como ganador en Venezuela a los opositores a Nicolás Maduro, sin antes aguardar el fallo de la autoridad electoral. ¿Son las nuevas reglas de la democracia?

Nos encontramos, como es conocido, ante un sexenio en el que dentro de dos meses será el momento de “echar la vista atrás”, y mirar el sendero que no hemos de volver a pisar, como dice el poeta.

Un sexenio en el que México, todavía alejado de ser un país altamente desarrollado y con solidez en la justicia, llevó a efecto las reformas económicas necesarias para enarbolar la bandera popular que por muchos años los partidos ejercieron demagógicamente, sin escuchar realmente al pueblo.

Un sexenio que redujo la pobreza extrema. Qué dictó leyes para crear riqueza bajo el precepto de Primero los Pobres. Que tuvo en contra el impacto de la pandemia de covid en el empleo formal y las medidas de confinamiento que afectaron sobremanera al comercio, restaurantes y servicios de alojamiento y servicios diversos. Y que desde su inicio, hasta marzo de 2024, creó un millón 831 mil 419 empleos formales, de acuerdo con datos del IMSS.

Un sexenio que se autoimpuso aplicar los recursos del pueblo con transparencia y equidad. Quitar los gastos de representación y las partidas sin comprobar, el uso de aviones, helicópteros y automóviles a discreción, además de la participación en otras cosas como viajes, adquisiciones, compras e inversiones del gobierno donde el común denominador es el despilfarro.

Un sexenio que fomentó la confianza popular en las instituciones procurando la sobriedad en el gasto desde el primer minuto. Uno que implantó controles que le dieron poder a nuestras autoridades para fijar la paridad del peso con un margen de maniobra suficiente para crear orden a nivel nacional. Un sexenio con activos internacionales en 212 mil 762 millones de dólares con qué responder a los embates de los tiburones financieros internacionales.

Ante esta perspectiva, y con los claroscuros que inevitablemente conlleva el ejercicio del poder, la pregunta obligada es: ¿Y qué fue lo que pasó con quienes anunciaron el desastre económico y el caos politico-electoral? No me cuadra en lo más mínimo que sus acciones hayan sido y todavía sean fruto del azar desafortunado. Resulta inverosímil, además de insultativo creer que intelectuales, economistas, políticos, empresarios, autores de libros, artículos periodísticos y poseedores, algunos, de maestrías y doctorados en afamados claustros educativos, no sabían de antemano que Xóchitl Gálvez fracasaría como candidata a la presidencia de la República. Me parece más justo y respetuoso para la imagen de esas personas deducir que lo sabían, y que de inicio todo salió de acuerdo con lo planeado por ellos, en petit comité, para impulsar la desestabilización que amplía los resortes de un poder personal frente a otro poder, el de las oligarquías políticas y financieras, siempre difusas y contradictorias.

Pero aquí mi hipótesis, amable lector, que es solo la reflexión de un modesto escribidor. Intelectuales y políticos influyentes, sabedores de su desventaja, realmente apostaban a que su candidata “perdiera” por el mínimo margen, el suficiente para echar yesca seca a la hoguera y provocar las condiciones para poder implantar el sistema político de su preferencia, o sea, el neoliberalismo económico a ultranza (que anda por ahí agazapado). Finalmente, el aplastante numero de votos a favor de Claudia Sheinbaum impidió semejante embrollo.

No pretendo argumentar (sólo por hoy), lo bueno o malo de implantar un régimen como el neoliberal en nuestro país –lo padecimos por más de cuarenta años y es un episodio traumático y espeluznante en la historia de México-, pero, asumiendo la validez de mi hipótesis, cabe preguntarnos por que el plan en mención no resultó, de la manera deseada. Por qué quedó trunco, qué sucedió, qué resortes del poder actuaron o dejaron de actuar.

En la política nada es fruto del azar.

NOTA DEL DÍA.- En mil novecientos setenta y cinco, el secretario de Estado del imperio, Henry Kissinger, de triste memoria, se manifestó a favor de ocupar militarmente el territorio de Venezuela, con objeto de asegurar el petróleo y “evitar un posible estrangulamiento del mundo industrial”. Ahora, con la misión de salvaguardar “la libertad y el gobierno de la mayoría”, el actual secretario de Estado del vecino país del norte reconoce como ganador en Venezuela a los opositores a Nicolás Maduro, sin antes aguardar el fallo de la autoridad electoral. ¿Son las nuevas reglas de la democracia?