/ jueves 4 de octubre de 2018

Cantinflas es Mario Moreno

Carlos Monsiváis quería mucho a Tampico, si la memoria no me traiciona fueron cuatro ocasiones en que visitó esta importante ciudad, la primera ocasión vino a dar una conferencia en los años 70 a la sala de Cabildo y nos habló a los jóvenes de aquella época de los impactos de la Revolución Mexicana en la literatura de la onda.

Su última visita me resulta inolvidable porque tuve la oportunidad de convivir con él durante toda la noche en la que un selecto grupo de tampiqueños, amigos de la admirable fotógrafa Amparo Berumen, nos reunimos en su residencia en donde Carlos Monsiváis era el personaje central de este ágape en su honor, que fue la culminación de una brillante conferencia que Monsiváis ofreció en la Casa de la Cultura organizada por la anfitriona que nos convocó para platicar con el maestro a quien todos los mexicanos extrañamos después de su partida hace apenas cuatro años.

Esa noche Carlos Monsiváis tomó coca-cola light y probó de todo lo que le ofrecían para cenar, en uno se esos momentos en que charlaba y autografiaba libros de mi propiedad, le pregunté al maestro si era correcto establecer una comparación entre Cantinflas y Tin Tan, a lo que inmediatamente me contestó: “Cantinflas es otro nivel, está por encima de todos los comediantes de México y del mundo”.

Traigo a cuento esta remembranza porque Carlos Monsiváis es quizá el intelectual mexicano que convirtió a Cantinflas en un personaje de culto con matices míticos, que algunos sectores de la población mexicana llevan a los grados del paroxismo y la adoración.

Su ensayo: "Cantinflas, ahí está el detalle", repasa las glorias del “peladito” en la carpa Valentina, en Tacuba. Mario Moreno, un joven del barrio y de la palomilla brava desea probar suerte, hacer reír a sus amigos, sacarle provecho a esa gracia tan festejada en reuniones callejeras y billares. Monsiváis convertía sus ensayos-crónicas en laberintos de los cuales era dificilísimo salir, oigan esto: (en Cantinflas) "casi de inmediato, la reproducción fidedigna se vuelve parodia. Como lo reiterara el cine, un modelo lingüístico usado sin modificaciones deviene sin remedio la burla del sujeto descrito, cuya simpatía resulta tontería sumisa" por ejemplo: sus órdenes, jefe".

Volví a ver en la televisión la película de Sebastián del Amo que trata sobre la vida de Mario Moreno y su alter ego que lo acompañó toda la vida y lo condujo a la eternidad y con quien sostuvo difíciles encuentros porque lo eclipsaba y le robaba su personalidad; me refiero a Cantinflas. Este tipo de filmes que los expertos denominan biopics, está afortunadamente -porque se trata de uno de los personajes torales de la cultura popular- perfectamente bien realizado y ambientado en los años y la década en que Cantinflas se fue forjando entre la alegría y el desvarío de una fragmentación social que aún no alcanzaba a redimirse y disfrutaba en el conformismo el oscuro panorama que su triste destino les ofrecía. Es aquí, en este momento de coyuntura social donde Cantinflas les ofrece toda la alegría de su lenguaje en donde parece que lo quiere decir todo sin alcanzar a decir nada. No importaba, el mensaje era lo de menos, lo que valía la pena era el instante de risas y escapes que este “peladito” arrancaba de sus compañeros de clase y de barrio.

La interpretación de Mario Moreno y de Cantinflas fue llevada a cabo por un notable actor español, Oscar Jaenada, que al principio y sin ver la película, nos llenó a todos los mexicanos de indignación, por el hecho de que un extranjero interpretaba a uno de nuestros íconos preferidos. Al verlo en la película me quedé convencido que quizá ni Mario Moreno Cantinflas se hubiera interpretado de la misma forma en que lo hizo el actor español. Lo que me trajó a la memoria el hecho de que algunos mexicanos como Gael García Bernal haya interpretado exitosamente una etapa de la vida del Che Guevara en el cinematógrafo, y antes Carlos Ancira, se hizo célebre protagonizando el monólogo, “El Diario de un Loco”, de Gogol, que presentó en Moscú y recibió del gobierno y del pueblo soviético una condecoración oficial que lo convirtió en una estrella del arte escénico. El arte es universal, un artista completo y maduro puede interpretar lo que su imaginación y talento le permita.

Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes fue el sexto de los catorce hijos de Pedro Moreno Esquivel y María de la Soledad Reyes Guízar. Nació en el barrio mexicano de Santa María la Ribera, pero se crió en Tepito, de joven fue zapatero, bolero, mandadero, cartero, taxista, empleado de billar, boxeador, y torero. También se dio de alta en el Ejército pero su padre habló con el General encargado de la unidad a la que pertenecía Mario Moreno para que lo diera de baja porque su hijo tenía 16 años y había mentido fingiendo que tenía 21.

Se casó a los 23 años con la moscovita Valentina Ivanova Zuvareff, con quien permaneció unido hasta su muerte en 1966, cinco años antes del fallecimiento de su esposa adoptó a Mario Arturo Moreno Ivanova. El mote de Cantinflas, lo cita Monsiváis en su ensayo, y se comprueba en la película, le viene de una leyenda con la que el propio Cantinflas estuvo de acuerdo que sucedió en la carpa Ofelia cuando comenzó a decir lo primero que le viene a la mente con mayor velocidad e incoherencia de lo acostumbrado y alguien molesto gritó: "En la cantina inflas" y con Cantinflas quedó bautizado el personaje.

La Real Academia incluyó el verbo "cantinflear" y las palabras "Cantinflas" y "cantinflada" en su diccionario de 1992. Posteriormente, añadió los adjetivos "cantinflesco", "cantinflero" y "acantinflado" y el sustantivo "cantinfleo".

Lo importante de Cantinflas, desde mi óptica personal, fue su trabajo en favor de la dignificación de los oficios más típicos de esta nación desde conserje hasta torero, pasando por padrecito, profe, analfabeta, policía, barrendero, mago, prófugo, diputado, extra, ruletero, fotógrafo, político y boxeador. Creo que en esto reside su grandeza y a veces me pongo a pensar ¿Qué diría hoy Cantinflas a los mexicanos sobre todo a los maestros, doctores, policías, diputados de nuestro México?


Carlos Monsiváis quería mucho a Tampico, si la memoria no me traiciona fueron cuatro ocasiones en que visitó esta importante ciudad, la primera ocasión vino a dar una conferencia en los años 70 a la sala de Cabildo y nos habló a los jóvenes de aquella época de los impactos de la Revolución Mexicana en la literatura de la onda.

Su última visita me resulta inolvidable porque tuve la oportunidad de convivir con él durante toda la noche en la que un selecto grupo de tampiqueños, amigos de la admirable fotógrafa Amparo Berumen, nos reunimos en su residencia en donde Carlos Monsiváis era el personaje central de este ágape en su honor, que fue la culminación de una brillante conferencia que Monsiváis ofreció en la Casa de la Cultura organizada por la anfitriona que nos convocó para platicar con el maestro a quien todos los mexicanos extrañamos después de su partida hace apenas cuatro años.

Esa noche Carlos Monsiváis tomó coca-cola light y probó de todo lo que le ofrecían para cenar, en uno se esos momentos en que charlaba y autografiaba libros de mi propiedad, le pregunté al maestro si era correcto establecer una comparación entre Cantinflas y Tin Tan, a lo que inmediatamente me contestó: “Cantinflas es otro nivel, está por encima de todos los comediantes de México y del mundo”.

Traigo a cuento esta remembranza porque Carlos Monsiváis es quizá el intelectual mexicano que convirtió a Cantinflas en un personaje de culto con matices míticos, que algunos sectores de la población mexicana llevan a los grados del paroxismo y la adoración.

Su ensayo: "Cantinflas, ahí está el detalle", repasa las glorias del “peladito” en la carpa Valentina, en Tacuba. Mario Moreno, un joven del barrio y de la palomilla brava desea probar suerte, hacer reír a sus amigos, sacarle provecho a esa gracia tan festejada en reuniones callejeras y billares. Monsiváis convertía sus ensayos-crónicas en laberintos de los cuales era dificilísimo salir, oigan esto: (en Cantinflas) "casi de inmediato, la reproducción fidedigna se vuelve parodia. Como lo reiterara el cine, un modelo lingüístico usado sin modificaciones deviene sin remedio la burla del sujeto descrito, cuya simpatía resulta tontería sumisa" por ejemplo: sus órdenes, jefe".

Volví a ver en la televisión la película de Sebastián del Amo que trata sobre la vida de Mario Moreno y su alter ego que lo acompañó toda la vida y lo condujo a la eternidad y con quien sostuvo difíciles encuentros porque lo eclipsaba y le robaba su personalidad; me refiero a Cantinflas. Este tipo de filmes que los expertos denominan biopics, está afortunadamente -porque se trata de uno de los personajes torales de la cultura popular- perfectamente bien realizado y ambientado en los años y la década en que Cantinflas se fue forjando entre la alegría y el desvarío de una fragmentación social que aún no alcanzaba a redimirse y disfrutaba en el conformismo el oscuro panorama que su triste destino les ofrecía. Es aquí, en este momento de coyuntura social donde Cantinflas les ofrece toda la alegría de su lenguaje en donde parece que lo quiere decir todo sin alcanzar a decir nada. No importaba, el mensaje era lo de menos, lo que valía la pena era el instante de risas y escapes que este “peladito” arrancaba de sus compañeros de clase y de barrio.

La interpretación de Mario Moreno y de Cantinflas fue llevada a cabo por un notable actor español, Oscar Jaenada, que al principio y sin ver la película, nos llenó a todos los mexicanos de indignación, por el hecho de que un extranjero interpretaba a uno de nuestros íconos preferidos. Al verlo en la película me quedé convencido que quizá ni Mario Moreno Cantinflas se hubiera interpretado de la misma forma en que lo hizo el actor español. Lo que me trajó a la memoria el hecho de que algunos mexicanos como Gael García Bernal haya interpretado exitosamente una etapa de la vida del Che Guevara en el cinematógrafo, y antes Carlos Ancira, se hizo célebre protagonizando el monólogo, “El Diario de un Loco”, de Gogol, que presentó en Moscú y recibió del gobierno y del pueblo soviético una condecoración oficial que lo convirtió en una estrella del arte escénico. El arte es universal, un artista completo y maduro puede interpretar lo que su imaginación y talento le permita.

Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes fue el sexto de los catorce hijos de Pedro Moreno Esquivel y María de la Soledad Reyes Guízar. Nació en el barrio mexicano de Santa María la Ribera, pero se crió en Tepito, de joven fue zapatero, bolero, mandadero, cartero, taxista, empleado de billar, boxeador, y torero. También se dio de alta en el Ejército pero su padre habló con el General encargado de la unidad a la que pertenecía Mario Moreno para que lo diera de baja porque su hijo tenía 16 años y había mentido fingiendo que tenía 21.

Se casó a los 23 años con la moscovita Valentina Ivanova Zuvareff, con quien permaneció unido hasta su muerte en 1966, cinco años antes del fallecimiento de su esposa adoptó a Mario Arturo Moreno Ivanova. El mote de Cantinflas, lo cita Monsiváis en su ensayo, y se comprueba en la película, le viene de una leyenda con la que el propio Cantinflas estuvo de acuerdo que sucedió en la carpa Ofelia cuando comenzó a decir lo primero que le viene a la mente con mayor velocidad e incoherencia de lo acostumbrado y alguien molesto gritó: "En la cantina inflas" y con Cantinflas quedó bautizado el personaje.

La Real Academia incluyó el verbo "cantinflear" y las palabras "Cantinflas" y "cantinflada" en su diccionario de 1992. Posteriormente, añadió los adjetivos "cantinflesco", "cantinflero" y "acantinflado" y el sustantivo "cantinfleo".

Lo importante de Cantinflas, desde mi óptica personal, fue su trabajo en favor de la dignificación de los oficios más típicos de esta nación desde conserje hasta torero, pasando por padrecito, profe, analfabeta, policía, barrendero, mago, prófugo, diputado, extra, ruletero, fotógrafo, político y boxeador. Creo que en esto reside su grandeza y a veces me pongo a pensar ¿Qué diría hoy Cantinflas a los mexicanos sobre todo a los maestros, doctores, policías, diputados de nuestro México?