/ domingo 18 de agosto de 2024

Café Cultura / Las Conspiraciones Políticas

En su libro Los Cafés en México en el siglo XIX, Clementina Díaz y de Ovando menciona que en el México independiente los cronistas, escritores, costumbristas, así como los avisos y anuncios diversos de los periódicos, ofrecían un panorama amplio alrededor de los cafés y su evolución. Se habla de los propietarios y la atención, de la calidez y el decorado, de los asiduos personajes y sus conversaciones, de las copas y las viandas, y del equilibrio entre disfrutar y pagar.

Originalmente centros de juegos de mesa, los cafés se convirtieron en lugares propicios para dirimir las ideas, fuesen éstas de conspiración o negocios, de conciliación o ruptura, pero siempre acogedores y dispuestos a callar las conversaciones de los concurrentes. Lugares que ofrecían todas las alternativas a favor del bienestar social, convertidos en hemerotecas de buen cumplir –¿o acaso no?– a juzgar por el comunicado que el periódico El Sol publicó el 5 de marzo de 1832:

Sres. Editores: Concurren a los cafés algunos individuos tan poco cultos, necios o malcriados, que luego que llegan se apoderan de los periódicos como si los hubiesen de leer todos a un tiempo, privando a otros de que ínter ellos leen uno puedan hacerlo con otro. No falta alguno tan majadero que sobre eternizarse para leer porque desde luego deletrea el artículo que le gusta, le da muchas leídas, de modo, que he creído algunas veces que lo aprende de memoria. Señores míos: los periódicos se ponen en los cafés para que los lean todos los que quieran, y no exclusivamente para alguno o algunos, y es mucha descortesía coger dos o tres a un tiempo, privando así a otros concurrentes que tienen igualmente derecho de leer y pasar el rato. Sírvanse uds. insertarles esta reprimenda en su periódico y mandar a su s.s. Argos.

Salvador Novo otorga al Café de Manrique –lo que es hoy la esquina de Tacuba y Monte de Piedad–, el título del primero establecido en la Ciudad de México. En dicho café “se ideó más de una conspiración política en contra de la dominación española. Acudió don Miguel Hidalgo y Costilla, con intenciones que no fueron las de rezar un Padre nuestro”.

Tertulias de Café, soneto publicado en el Diario de México el martes santo 17 de abril de 1810, ofrece una clara idea del pensamiento de los criollos, quienes no se mostraban devotos seguidores y menos aún devotos de España. He aquí el soneto:

Criticar las funciones de la guerra,
suponiendo pericia muy extraña;
figurar a su modo la campaña,
y por ella vencer la mejor tierra:

Decir el Bonaparte cuanto aterra,
por creer que la fortuna le acompaña;
dudar de las victorias de la España,
y aun contar por perdido cuanto encierra.

Sobre las otras ciencias dar un corte:
de gazetas tratar una hora en pie,
satirizando siempre a nuestra corte:

De religión hablar con poca fe,
y en últimas zaherir un buen consorte,
son las tertulias diarias del café.

J. Matías Rionor (Aviso de la Habana)

Ya en octubre de 1832, cuando Antonio López de Santa Anna tomó la ciudad de Puebla, los cafés celebraron su triunfo. En 1833 el Café Águila de Oro se distinguía por ser centro político: “Era emporio de escoceses, ardía en las noticias del pronunciamiento de Cuernavaca, la venida del nuevo Congreso, la dictadura de Santa Anna poco después de su campaña en Zacatecas”.

Cuando entró Santa Anna en la Ciudad de México el 2 de enero de 1833, instaló en la Presidencia de la República a Manuel Gómez Pedraza. Y en el Café Águila de Oro, se celebró dos días después una reunión cuyo objetivo era abrir el registro de ciudadanos que eligieran un nuevo ayuntamiento “útil y bienquisto”. Acaloradas discusiones en torno a las intrigas y problemas políticos, la deslealtad de Santa Anna, el decreto de expulsión de los españoles que se haría público el 26 de enero de ese año. Conjeturas vocingleras, rumores o realidades, eran enfáticamente abordadas.

… A doscientos veinte años de estos aconteceres y a muchos años más de otros en el mundo, seguimos viendo hoy que la venida del nuevo Congreso, la Presidencia de la República, la inmundicia, en fin, las conspiraciones políticas, son temas actualísimos de discernimiento en los cafés. Si no, espere a mañana y a los días subsiguientes, porque habrá usted de imaginar que las personas no acudirán con la intención de rezar un Padre nuestro… Como Hidalgo.

amparo.gberumen@gmail.com

En su libro Los Cafés en México en el siglo XIX, Clementina Díaz y de Ovando menciona que en el México independiente los cronistas, escritores, costumbristas, así como los avisos y anuncios diversos de los periódicos, ofrecían un panorama amplio alrededor de los cafés y su evolución. Se habla de los propietarios y la atención, de la calidez y el decorado, de los asiduos personajes y sus conversaciones, de las copas y las viandas, y del equilibrio entre disfrutar y pagar.

Originalmente centros de juegos de mesa, los cafés se convirtieron en lugares propicios para dirimir las ideas, fuesen éstas de conspiración o negocios, de conciliación o ruptura, pero siempre acogedores y dispuestos a callar las conversaciones de los concurrentes. Lugares que ofrecían todas las alternativas a favor del bienestar social, convertidos en hemerotecas de buen cumplir –¿o acaso no?– a juzgar por el comunicado que el periódico El Sol publicó el 5 de marzo de 1832:

Sres. Editores: Concurren a los cafés algunos individuos tan poco cultos, necios o malcriados, que luego que llegan se apoderan de los periódicos como si los hubiesen de leer todos a un tiempo, privando a otros de que ínter ellos leen uno puedan hacerlo con otro. No falta alguno tan majadero que sobre eternizarse para leer porque desde luego deletrea el artículo que le gusta, le da muchas leídas, de modo, que he creído algunas veces que lo aprende de memoria. Señores míos: los periódicos se ponen en los cafés para que los lean todos los que quieran, y no exclusivamente para alguno o algunos, y es mucha descortesía coger dos o tres a un tiempo, privando así a otros concurrentes que tienen igualmente derecho de leer y pasar el rato. Sírvanse uds. insertarles esta reprimenda en su periódico y mandar a su s.s. Argos.

Salvador Novo otorga al Café de Manrique –lo que es hoy la esquina de Tacuba y Monte de Piedad–, el título del primero establecido en la Ciudad de México. En dicho café “se ideó más de una conspiración política en contra de la dominación española. Acudió don Miguel Hidalgo y Costilla, con intenciones que no fueron las de rezar un Padre nuestro”.

Tertulias de Café, soneto publicado en el Diario de México el martes santo 17 de abril de 1810, ofrece una clara idea del pensamiento de los criollos, quienes no se mostraban devotos seguidores y menos aún devotos de España. He aquí el soneto:

Criticar las funciones de la guerra,
suponiendo pericia muy extraña;
figurar a su modo la campaña,
y por ella vencer la mejor tierra:

Decir el Bonaparte cuanto aterra,
por creer que la fortuna le acompaña;
dudar de las victorias de la España,
y aun contar por perdido cuanto encierra.

Sobre las otras ciencias dar un corte:
de gazetas tratar una hora en pie,
satirizando siempre a nuestra corte:

De religión hablar con poca fe,
y en últimas zaherir un buen consorte,
son las tertulias diarias del café.

J. Matías Rionor (Aviso de la Habana)

Ya en octubre de 1832, cuando Antonio López de Santa Anna tomó la ciudad de Puebla, los cafés celebraron su triunfo. En 1833 el Café Águila de Oro se distinguía por ser centro político: “Era emporio de escoceses, ardía en las noticias del pronunciamiento de Cuernavaca, la venida del nuevo Congreso, la dictadura de Santa Anna poco después de su campaña en Zacatecas”.

Cuando entró Santa Anna en la Ciudad de México el 2 de enero de 1833, instaló en la Presidencia de la República a Manuel Gómez Pedraza. Y en el Café Águila de Oro, se celebró dos días después una reunión cuyo objetivo era abrir el registro de ciudadanos que eligieran un nuevo ayuntamiento “útil y bienquisto”. Acaloradas discusiones en torno a las intrigas y problemas políticos, la deslealtad de Santa Anna, el decreto de expulsión de los españoles que se haría público el 26 de enero de ese año. Conjeturas vocingleras, rumores o realidades, eran enfáticamente abordadas.

… A doscientos veinte años de estos aconteceres y a muchos años más de otros en el mundo, seguimos viendo hoy que la venida del nuevo Congreso, la Presidencia de la República, la inmundicia, en fin, las conspiraciones políticas, son temas actualísimos de discernimiento en los cafés. Si no, espere a mañana y a los días subsiguientes, porque habrá usted de imaginar que las personas no acudirán con la intención de rezar un Padre nuestro… Como Hidalgo.

amparo.gberumen@gmail.com