En mi columna AUTORRETRATOS DE HIELO recupero la experiencia de un inmigrante tampiqueño en Canadá. Mediante un crucero de géneros, el editorial periodístico emerge como el escenario ideal para conjugar el diario de un viaje interminable con la reflexión sobre los exilios. A través de voces e imágenes propias del Golfo de México, ensayo nuevas elocuencias en la inesperada tarea de nombrar —desde las playas de mi puerto de vidrio— las insólitas geografías polares. En el camino inverso, exploro y juego con las realidades que la ciudad nórdica le impone al recién llegado, y, sobre todo, a su evocación del barrio natal.
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