/ domingo 14 de julio de 2024

Añoranzas / Visita a Don Porfirio

Le había prometido a Don Porfirio regresar a su tumba para decirle lo MALO que había permitido en sus 30 años de presidente de México, porque ya le había dicho lo BUENO, pero pudo más el hechizo de París y me fui a recorrerlo.

Quién puede resistir el dar un último paseo por el Sena en un barquito que se llama Catherine Deneuve. Caminar por los Champs Elysees, o por el Barrio Latino y tomarse un café con un croissant sentada enfrente de Notre-Dame. Entrar a los almacenes Printemps, solo a echar ojo porque los precios están por las nubes. Tomarse la clásica foto con La Torre Eiffel de fondo o del Arco del Triunfo. Ir al Mercado de las Pulgas a comprar alguna “chuchería”, comer una sopa de cebolla en un bristrot. Ir a Versalles y ver la opulencia en que vivían los reyes de Francia que los llevó a la guillotina.

París es "la cabeza del mundo" como la llamaba Balzac y por más que la visites nunca deja de sorprenderte con el peligro de que experimentes el "Síndrome de Stendhal", (patología que te puede atacar cuando te expones a ciudades u obras de arte extremadamente hermosas.)

Ya no regresé al Cementerio de Montparnasse a visitar al expresidente mexicano. Mejor me fui al cementerio Pére-Lachaise a dejarle una ROSA a Edith Piaff que nos dijo que la vida era de ese color y a dejarle un puñado de hojas secas Ives Montand cuya interpretación de la hermosa canción de culto y para los franceses la más amada después de la Marsellesa "Las hojas muertas", pero decidí dejarle una cartita a Don Porfirio con una amiga que vive en París para que se la deje en su tumba. Me prometió que lo haría y estoy segura que en la primera oportunidad la dejará. Y Dice así: "Yo creo Don Porfirio que a usted le pasó lo que a muchos hombres que alcanzan el poder, que el absolutismo los llega a marear. Tanta adulación, tanto hacerle la barba, tanto servilismo, tanto darle la razón, que pierden el piso y se sienten omnipotentes.

Como el pueblo era analfabeta cuando usted era presidente, pues lo gobernó como le dio la gana. La clase obrera estaba bien "amolada", muerta de hambre en manos de terratenientes que pagaban una miseria por sus jornadas. "¡Mátelos en caliente!" su famosa frase para el eliminar a todo opositor de su gobierno. La represión a todo lo que daba…

Se dice que domesticó y sometió a los poderes federales y su voluntad personal estaba por encima de la ley. Sí se favoreció la inversión extranjera pero se pagaban salarios paupérrimos en condiciones de trabajo inhumanas.

Consintió la existencia de Valle Nacional, donde las condiciones de vida eran prácticamente de esclavitud. Siete veces se reeligió y nunca reconoció su culpabilidad y no entendió jamás la ingratitud del pueblo mexicano.

A las nuevas generaciones de mexicanos ya no les interesa si está enterrado aquí, allá, o acullá, les da lo mismo. Acuérdese que somos un pueblo a todo dar, nada rencorosos. Con decirle que estamos rete contentos porque nos dijeron que ya no hay extrema pobreza, solo hay pobres…

Hasta pronto Don Porfirio allá lo esperamos. Seguramente en Oaxaca sus paisanos zapotecas van a celebrar su regreso con una Guelaguetza, cuetes, fuegos artificiales, campanadas y hartos tamales en su honor.

Atentamente, Una mexicana en París"

Le había prometido a Don Porfirio regresar a su tumba para decirle lo MALO que había permitido en sus 30 años de presidente de México, porque ya le había dicho lo BUENO, pero pudo más el hechizo de París y me fui a recorrerlo.

Quién puede resistir el dar un último paseo por el Sena en un barquito que se llama Catherine Deneuve. Caminar por los Champs Elysees, o por el Barrio Latino y tomarse un café con un croissant sentada enfrente de Notre-Dame. Entrar a los almacenes Printemps, solo a echar ojo porque los precios están por las nubes. Tomarse la clásica foto con La Torre Eiffel de fondo o del Arco del Triunfo. Ir al Mercado de las Pulgas a comprar alguna “chuchería”, comer una sopa de cebolla en un bristrot. Ir a Versalles y ver la opulencia en que vivían los reyes de Francia que los llevó a la guillotina.

París es "la cabeza del mundo" como la llamaba Balzac y por más que la visites nunca deja de sorprenderte con el peligro de que experimentes el "Síndrome de Stendhal", (patología que te puede atacar cuando te expones a ciudades u obras de arte extremadamente hermosas.)

Ya no regresé al Cementerio de Montparnasse a visitar al expresidente mexicano. Mejor me fui al cementerio Pére-Lachaise a dejarle una ROSA a Edith Piaff que nos dijo que la vida era de ese color y a dejarle un puñado de hojas secas Ives Montand cuya interpretación de la hermosa canción de culto y para los franceses la más amada después de la Marsellesa "Las hojas muertas", pero decidí dejarle una cartita a Don Porfirio con una amiga que vive en París para que se la deje en su tumba. Me prometió que lo haría y estoy segura que en la primera oportunidad la dejará. Y Dice así: "Yo creo Don Porfirio que a usted le pasó lo que a muchos hombres que alcanzan el poder, que el absolutismo los llega a marear. Tanta adulación, tanto hacerle la barba, tanto servilismo, tanto darle la razón, que pierden el piso y se sienten omnipotentes.

Como el pueblo era analfabeta cuando usted era presidente, pues lo gobernó como le dio la gana. La clase obrera estaba bien "amolada", muerta de hambre en manos de terratenientes que pagaban una miseria por sus jornadas. "¡Mátelos en caliente!" su famosa frase para el eliminar a todo opositor de su gobierno. La represión a todo lo que daba…

Se dice que domesticó y sometió a los poderes federales y su voluntad personal estaba por encima de la ley. Sí se favoreció la inversión extranjera pero se pagaban salarios paupérrimos en condiciones de trabajo inhumanas.

Consintió la existencia de Valle Nacional, donde las condiciones de vida eran prácticamente de esclavitud. Siete veces se reeligió y nunca reconoció su culpabilidad y no entendió jamás la ingratitud del pueblo mexicano.

A las nuevas generaciones de mexicanos ya no les interesa si está enterrado aquí, allá, o acullá, les da lo mismo. Acuérdese que somos un pueblo a todo dar, nada rencorosos. Con decirle que estamos rete contentos porque nos dijeron que ya no hay extrema pobreza, solo hay pobres…

Hasta pronto Don Porfirio allá lo esperamos. Seguramente en Oaxaca sus paisanos zapotecas van a celebrar su regreso con una Guelaguetza, cuetes, fuegos artificiales, campanadas y hartos tamales en su honor.

Atentamente, Una mexicana en París"