Anoche, acumulada de insomnios, dormí como lirón. Soñé me incorporaba temprano por la urgencia de ir al mercado Benito Juárez, recién inaugurado. Tomaba la avenida Hidalgo que a las 8 de la mañana, barrida y regada, nos hacía ver a las dos limpiecitas. Asombrada contemplé un Tampico de película de colores.
Los taxistas no corrían enloquecidos para subir pasajeros sin tocar el claxon en cada esquina ensordeciendo transeúntes. Modernos puentes peatonales ubicados estratégicamente evitando los accidentes viales. Uniformados agentes de tránsito pendientes de que el orden y las reglas se cumplan.
Los anuncios de “se renta” o “se vende” habían desaparecido de las casonas viejas que durante años sus dueños habían abandonado, importándoles un “comino” el aspecto deprimente que daban a la ciudad sin que la autoridad los multara y les exigier por lo menos mantenerlas pintadas, evitando que los cubriera la maleza. El ruinoso Hospital Civil Carlos Canseco de la calle Altamira era ahora un edificio hermoso y funcional. La estación de Bomberos estrenando camiones nuevos y equipos seguros para su heroico personal.
Los árboles verdes y frondosos y los camellones pletóricos de flores. Los buses urbanos nuevos y ordenados, sin querer ganarle el paso a los autos; motociclistas portando casco al igual que sus acompañantes. Deportistas, niños y adultos pedaleando alegres y contentos disfrutando sobre la ciclopista rodeando la Laguna del Carpintero. Agentes de tránsito por doquier. La gente se veía contenta yendo a su trabajo, seguros y tranquilos. Los flamboyanes floreando, el cielo azul.
Me seguí hasta la playa. Lucía limpia y ordenada. Tiraderos a la mano, palapas y sillas de madera en perfecto estado y orden. Rondines de vigilancia atentos y dispuestos a atender. Ambulancias de la Cruz Roja en perfectas condiciones para cualquier eventualidad. Salvavidas en sus torres observando a nadadores. Ya no existían los “changarros” en total abandono, dando a nuestra playa un aspecto ruinoso y decadente. En su lugar había bonitos merenderos y negocios bien establecidos, limpios y cuidados. Todo lucía maravilloso….
En eso estaba, fascinada, disfrutando nuestro Tampico Hermoso, y de pronto ¡ZAZ! desperté. Todo había sido un ¡SUEÑO GUAJIRO!