El cambio climático nos enfrenta a vivir en condiciones extremas: ya nada parece normal.
La agricultura de temporada es una de las actividades que nos ha mostrado la alteración de las condiciones meteorológicas que el calentamiento global está generando.
Desde la época prehispánica, los pobladores aztecas, por ejemplo, sabían esperar la época de lluvias para sembrar; la regularidad climática antes de las actividades industriales nos permitió asimilar los ciclos climáticos naturales y vivir en armonía con ellos.
Sin embargo, los efectos climáticos acumulados que se han dado a nivel global, sobre todo a partir de la Revolución Industrial, han venido alterando los ciclos naturales de muchos procesos climáticos, el más importante y delicado para las actividades del hombre es el ciclo del agua generando episodios de sequías y lluvias extremas.
Uno de los indicadores climáticos más importantes para medir y estudiar los cambios climáticos en la lluvia es la Precipitación Media Anual, la cual en la mayoría de los sitios se ha mantenido con una marcada tendencia a la baja en regiones subtropicales, principalmente. Es el caso del sur de Tamaulipas, donde el aporte de agua de la cuenca del río Guayalejo-Tamesí ha reducido el nivel promedio del nivel del agua en la laguna del Chairel a razón de 0.5 cm por año; esto hoy en día explica parte de la crisis de agua que vivimos y cada vez será más crítica.
Sin embargo, esta precipitación anual que naturalmente estaba diseminada en las 4 estaciones del año hoy se ha concentrado en eventos extremos, ya sea de sequía (ausencia de lluvias) o de lluvias extremas en tiempos muy cortos y sitios difíciles de predecir, pero generando inundaciones súbitas y muy peligrosas para las personas y sus bienes.
Así pues, recibimos anualmente, en promedio, la misma precipitación, pero en eventos extremos máximos y/o mínimos en periodos cortos (lluvias extremas que ocasionan inundaciones) o extensión de periodos de sequía que están llevando a condiciones de vida extrema a los ecosistemas y a muchas especies las está desplazando o tristemente acabando.
Esta situación nos enfrenta a vivir en condiciones de extrema vulnerabilidad.
Sin duda creo, que ante este escenario tenemos que pensar en acciones de adaptación igualmente extremas quizás. Mas no sé si estemos en tiempo de que sean efectivas, debemos acostumbrarnos a vivir en condiciones de temperatura muy altas y/o bajas más allá de las habituales. Tenemos que establecer estrategias para enfrentar épocas de sequía de amplios periodos y resistir ante inundaciones extremas. Las medidas de mitigación no se han aplicado a la escala global requerida y los esfuerzos locales aportan casi nada a nuestra problemática ambiental global.
Sin embargo, debemos de insistir en que nuestro país asuma su corresponsabilidad internacional al sumarse eficientemente a la reducción en el consumo de combustibles fósiles y buscar desarrollar la generación y aprovechamiento de energía limpias.
Hoy debemos adoptar un estilo de vida ADAPTATIVO casi día a día si queremos sobrevivir bajo nuestro actual estilo de vida. Sobre todo, si no estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos de deterioro ambiental irracional que causamos.