/ domingo 3 de noviembre de 2024

Alfa y omega / Yo solo sé que no sé nada

Platicando el viernes con un amigo agnóstico, quizá influidos por la conmemoración del Día de Muertos, discrepamos sobre la existencia de la vida más allá de la muerte. Contrario a su concepción escéptica, yo sostenía mi creencia de que el ser humano, al ser carne y espíritu, al fallecer solo muere la carne, pero su alma se desprende para seguir morando en otras dimensiones, desconocidas para nuestra mente.

Y es que la vida no tendría sentido si al fallecer terminara todo, que se borrara de un plumazo lo que Dios con tanta sabiduría construyó.

Si así fuera, si la vida terrenal fuera principio y fin, entonces no tendría sentido que Dios nos creara con cuerpo y espíritu; con tan solo la carne y la inteligencia estaríamos completos.

Es decir, el espíritu es intemporal, trasciende al tiempo, es inmortal porque es inmaterial y por lógica tendrá que ser eterno, como la potencia Divina que lo creó.

Grandes científicos, como el mexicano Jacobo Grinberg, han dejado testimonio de profundos estudios científicos que demuestran la existencia de una vida más allá de la muerte y que el ser humano vive porque al ser creado, fue dotado de algo inmaterial llamado espíritu.

El doctor Grinberg, según notas dejadas después de su misteriosa desaparición, documenta sus experimentos tan profundos, donde logró conectar las conciencias de dos personas, quienes intercambiaron textos similares, estando separados a considerable distancia el uno del otro.

Jacobo Grinberg decía que venía de otra Galaxia, de Andrómeda, donde poseen grandes conocimientos de la materia y del espíritu, así como el dominio de la energía, cuyos propósitos son la evolución del espíritu.

Detrás de la desaparición del doctor Grinberg en diciembre de 1994 se han tejido múltiples conjeturas; se dice que el avance de su dominio en materia de telepatía lo llevaron a ser un peligro para las grandes potencias, o en todo caso, un elemento valioso para estrategias de guerra.

Luego entonces, se cree que el connotado científico aún vive, “secuestrado” por alguna de las fuerzas de inteligencia de algún poderoso país.

En el mundo de la alta medicina, también existen testimonios de prestigiados médicos que aseguran que al morir una persona, su cuerpo presenta una pequeña disminución de peso corporal, sin acusar la pérdida de sangre u otra causa parecida.

Dicen esos cirujanos que incluso algunos pacientes sufren momentáneamente la muerte, pero a los pocos minutos regresan a la vida.

En esos casos, los que regresan de la muerte narran haber hecho contacto con algunos familiares ya fallecidos, quienes les informan que aún no es su tiempo, que deben regresar al plano terrenal.

Luego entonces, ¿la vida se acaba aquí, o es solo un paso a otra dimensión para seguir existiendo en una vida eterna?

No lo sabemos, solo lo intuimos en la esperanza de que Dios nos conceda el milagro de volver a estar con los nuestros que ya se fueron, y por eso los honramos en estas fechas.

P.D.- Como dijera el filósofo Sócrates: Yo solo sé que no sé nada.

Platicando el viernes con un amigo agnóstico, quizá influidos por la conmemoración del Día de Muertos, discrepamos sobre la existencia de la vida más allá de la muerte. Contrario a su concepción escéptica, yo sostenía mi creencia de que el ser humano, al ser carne y espíritu, al fallecer solo muere la carne, pero su alma se desprende para seguir morando en otras dimensiones, desconocidas para nuestra mente.

Y es que la vida no tendría sentido si al fallecer terminara todo, que se borrara de un plumazo lo que Dios con tanta sabiduría construyó.

Si así fuera, si la vida terrenal fuera principio y fin, entonces no tendría sentido que Dios nos creara con cuerpo y espíritu; con tan solo la carne y la inteligencia estaríamos completos.

Es decir, el espíritu es intemporal, trasciende al tiempo, es inmortal porque es inmaterial y por lógica tendrá que ser eterno, como la potencia Divina que lo creó.

Grandes científicos, como el mexicano Jacobo Grinberg, han dejado testimonio de profundos estudios científicos que demuestran la existencia de una vida más allá de la muerte y que el ser humano vive porque al ser creado, fue dotado de algo inmaterial llamado espíritu.

El doctor Grinberg, según notas dejadas después de su misteriosa desaparición, documenta sus experimentos tan profundos, donde logró conectar las conciencias de dos personas, quienes intercambiaron textos similares, estando separados a considerable distancia el uno del otro.

Jacobo Grinberg decía que venía de otra Galaxia, de Andrómeda, donde poseen grandes conocimientos de la materia y del espíritu, así como el dominio de la energía, cuyos propósitos son la evolución del espíritu.

Detrás de la desaparición del doctor Grinberg en diciembre de 1994 se han tejido múltiples conjeturas; se dice que el avance de su dominio en materia de telepatía lo llevaron a ser un peligro para las grandes potencias, o en todo caso, un elemento valioso para estrategias de guerra.

Luego entonces, se cree que el connotado científico aún vive, “secuestrado” por alguna de las fuerzas de inteligencia de algún poderoso país.

En el mundo de la alta medicina, también existen testimonios de prestigiados médicos que aseguran que al morir una persona, su cuerpo presenta una pequeña disminución de peso corporal, sin acusar la pérdida de sangre u otra causa parecida.

Dicen esos cirujanos que incluso algunos pacientes sufren momentáneamente la muerte, pero a los pocos minutos regresan a la vida.

En esos casos, los que regresan de la muerte narran haber hecho contacto con algunos familiares ya fallecidos, quienes les informan que aún no es su tiempo, que deben regresar al plano terrenal.

Luego entonces, ¿la vida se acaba aquí, o es solo un paso a otra dimensión para seguir existiendo en una vida eterna?

No lo sabemos, solo lo intuimos en la esperanza de que Dios nos conceda el milagro de volver a estar con los nuestros que ya se fueron, y por eso los honramos en estas fechas.

P.D.- Como dijera el filósofo Sócrates: Yo solo sé que no sé nada.