/ domingo 21 de julio de 2024

Alfa y omega / Historia de un prodigio milagroso

La historia de Helen Keller es, sin duda alguna, un legado y ejemplo de lo maravilloso que resulta ser la voluntad y la fortaleza de espíritu del ser humano, cuando está dispuesto a vencer las adversidades más terribles que el destino le depara y, el caso de la niña prodigio que fue Helen, es único en el mundo, considerado como un milagro que le llegó del cielo.

Helen Keller nació el 27 de junio de 1880 en el estado de Alabama, E.U.; era una niña sana, pero a los 18 meses de nacida adquirió una rara enfermedad que la dejó ciega y sorda. Creció como un vegetal con movimiento, pero totalmente ajena al mundo que la rodeaba.

Ella no tenía conciencia de las cosas, ignoraba por completo que quienes la atendían eran sus padres, comía desordenadamente con las manos, bebía el agua sin conocer su esencia, era pues, como un animalito con cuerpo humano.

A los siete años de edad, Helen era un ser salvaje, revoltosa y agresiva, por lo que sus padres optaron por contratar a una institutriz privada llamada Anne Sullivan, la que con una gran inteligencia y paciencia la inició en un programa de aprendizaje muy avanzado para la época y poco a poco la ayudó a despertar al mundo de los humanos.

Anne Sullivan enseñó a Helen a escribir y leer y, lo más increíble, logró que pudiera hablar, a pesar de ser sordomuda, mediante el método de tocar con sus manos los labios de su instructora cuando esta le instruía en el alfabeto.

Helen se graduó con honores en la Radclife College en 1904, pues demostró tener una extraordinaria memoria y poder de concentración. Allí, en ese colegio, mientras estudiaba, Helen escribió el libro “Historia de mi vida” que de inmediato se convirtió en un “best seller”, con cuyos beneficios compró su casa.

Después de haber pasado por varias universidades de gran prestigio, Helen se convirtió en oradora invitada a múltiples reuniones de alto nivel académico y en conferencista sobre cuestiones sociopolíticas de su tiempo.

Helen Keller recorrió el mundo dictando conferencias sobre múltiples temas, pero sobre todo, relacionados con la voluntad del ser humano para vencer cualquier obstáculo y también sobre asuntos políticos inclinados hacia el socialismo que ella profesaba.

Fue reconocida por el Gobierno de Estados Unidos, recibiendo de manos del Presidente Lyndon Johnson uno de los galardones más preciados, por las causas en favor de los discapacitados y la gente humilde.

Helen Keller escribió muchos mensajes para la posteridad, uno de ellos tiene que ver con su fe en Dios. “En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero algún día lo entenderé y entonces estaré satisfecha”.

La vida misma de Helen Keller seguramente es el mensaje del Creador, porque todos deberíamos de entender que Él nos envió a este mundo con la coraza que nos hace invencibles: la Fe, la Voluntad y el Espíritu.

P.D.- Nada hay que nos pueda derrotar ante la vida, si confiamos nuestro destino a la voluntad divina y a la fuerza de nuestra propia voluntad.

La historia de Helen Keller es, sin duda alguna, un legado y ejemplo de lo maravilloso que resulta ser la voluntad y la fortaleza de espíritu del ser humano, cuando está dispuesto a vencer las adversidades más terribles que el destino le depara y, el caso de la niña prodigio que fue Helen, es único en el mundo, considerado como un milagro que le llegó del cielo.

Helen Keller nació el 27 de junio de 1880 en el estado de Alabama, E.U.; era una niña sana, pero a los 18 meses de nacida adquirió una rara enfermedad que la dejó ciega y sorda. Creció como un vegetal con movimiento, pero totalmente ajena al mundo que la rodeaba.

Ella no tenía conciencia de las cosas, ignoraba por completo que quienes la atendían eran sus padres, comía desordenadamente con las manos, bebía el agua sin conocer su esencia, era pues, como un animalito con cuerpo humano.

A los siete años de edad, Helen era un ser salvaje, revoltosa y agresiva, por lo que sus padres optaron por contratar a una institutriz privada llamada Anne Sullivan, la que con una gran inteligencia y paciencia la inició en un programa de aprendizaje muy avanzado para la época y poco a poco la ayudó a despertar al mundo de los humanos.

Anne Sullivan enseñó a Helen a escribir y leer y, lo más increíble, logró que pudiera hablar, a pesar de ser sordomuda, mediante el método de tocar con sus manos los labios de su instructora cuando esta le instruía en el alfabeto.

Helen se graduó con honores en la Radclife College en 1904, pues demostró tener una extraordinaria memoria y poder de concentración. Allí, en ese colegio, mientras estudiaba, Helen escribió el libro “Historia de mi vida” que de inmediato se convirtió en un “best seller”, con cuyos beneficios compró su casa.

Después de haber pasado por varias universidades de gran prestigio, Helen se convirtió en oradora invitada a múltiples reuniones de alto nivel académico y en conferencista sobre cuestiones sociopolíticas de su tiempo.

Helen Keller recorrió el mundo dictando conferencias sobre múltiples temas, pero sobre todo, relacionados con la voluntad del ser humano para vencer cualquier obstáculo y también sobre asuntos políticos inclinados hacia el socialismo que ella profesaba.

Fue reconocida por el Gobierno de Estados Unidos, recibiendo de manos del Presidente Lyndon Johnson uno de los galardones más preciados, por las causas en favor de los discapacitados y la gente humilde.

Helen Keller escribió muchos mensajes para la posteridad, uno de ellos tiene que ver con su fe en Dios. “En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero algún día lo entenderé y entonces estaré satisfecha”.

La vida misma de Helen Keller seguramente es el mensaje del Creador, porque todos deberíamos de entender que Él nos envió a este mundo con la coraza que nos hace invencibles: la Fe, la Voluntad y el Espíritu.

P.D.- Nada hay que nos pueda derrotar ante la vida, si confiamos nuestro destino a la voluntad divina y a la fuerza de nuestra propia voluntad.